lunes, 10 de enero de 2011

Confusión socialista en 2011

El Gobierno es considerado por los encuestados como el tercer problema del país, por detrás del paro y de la situación económica.

LA segunda entrega del barómetro político de diciembre de 2010, realizado por DYM para ABC, muestra el contexto en el que la opinión pública española ha asumido la necesidad de un cambio en el gobierno de la Nación. Por lo pronto, el Gobierno socialista es considerado el tercer problema del país, por detrás del paro y de la situación económica, lo que explica la falta de confianza de los ciudadanos en la evolución de los acontecimientos. Si el Gobierno no es percibido como una parte de la solución a la crisis, se convierte en una causa principal de la crisis misma. Los encuestados lo expresan con rotundidad: el 72 por ciento creen que la situación económica es mala o muy mala; el 24 por ciento, que es regular; y solo el 3 por ciento que es buena. Los resultados sobre la situación política son similares, y las previsiones a un año no son mejores. La suma de estas percepciones de los entrevistados es una asociación clara del Gobierno socialista con la crisis política y económica. Por esto mismo, la convocatoria de elecciones anticipadas cuenta con un apoyo mayoritario, el 55 por ciento frente al 41, con la significativa oposición del 70 por ciento de los votantes socialistas, que son plenamente conscientes de que unos comicios generales adelantados serían catastróficos para el PSOE. Pero, por otro lado, la evidente debilidad del Gobierno confunde a los votantes socialistas, que solo concedían a Rodríguez Zapatero una nota de 4,8, mientras que Rajoy supera el aprobado (5,4) entre los suyos.

Tampoco son ajenos los encuestados a la incertidumbre sobre la candidatura de Zapatero a la presidencia de Gobierno en las próximas elecciones generales de 2012. Una clara mayoría considera que el presidente del Gobierno ha cedido gran parte de poder a Pérez Rubalcaba, y la opinión más extendida es que será este el candidato socialista a La Moncloa. Por tanto, el debate sucesorio está claramente instalado en la opinión pública y, especialmente, en los votantes socialistas, cuyo rechazo a una anticipación de elecciones generales se explica por la ansiedad de ganar tiempo para que el PSOE encuentre un revulsivo electoral, que ya no es Zapatero, al menos, para una buena del electorado socialista. El acceso de Pérez Rubalcaba al primer plano del Gobierno, aunque sea el único de sus miembros que aprueba, no ha servido para mejorar la imagen del Ejecutivo ante los ciudadanos, porque lo perciben como un escenario de tensión, incertidumbres y confusión.

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