sábado, 20 de febrero de 2010

La inquietante incoherencia del presidente

La incoherencia es el error que más caro se paga en economía. Zapatero ha vuelto a cambiar el discurso y ahora dice que reducirá el déficit cuando llegue "la recuperación".

HAY ALGO que se paga más caro que los errores en el ámbito de la economía: la incoherencia. Y ésta es la palabra que resume la impresión que dio ayer Zapatero en Londres cuando afirmó que el Gobierno reducirá el déficit «cuando la recuperación sea activa».

Este planteamiento supone una grave equivocación porque la reducción del déficit debe abordarse en España como un requisito necesario para que la economía pueda reactivarse. El orden de factores sí altera el producto. La carreta no puede ir por delante de los bueyes. Todos los analistas y expertos coinciden en que la economía española no podrá volver a niveles de crecimiento considerables con un déficit como el del año pasado (11,4% del PIB).


Mantener un elevado déficit supone incrementar el endeudamiento del país a largo plazo y detraer recursos para la inversión productiva. Por eso no tiene sentido que Zapatero ponga ahora condiciones para hacer ese recorte de 50.000 millones de euros en cuatro años que fijaba el programa de estabilidad presentado en Bruselas. Dado que el Banco de España estima que la recuperación se retrasara al 2012, el Gobierno podría no tomarse en serio su compromiso hasta dentro de dos años.

Las palabras del presidente del Gobierno rozan la esquizofrenia porque durante los últimos 12 días la vicepresidenta Elena Salgado y el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, han dedicado su tiempo a efectuar roads shows por Londres, París, Nueva York y otras capitales para convencer a los inversores de que los esfuerzos por reducir el déficit son serios.

En el colmo de los despropósitos, Zapatero volvió ayer a arremeter contra los mercados, subrayando que el Gobierno «no va a caer en la trampa de actuar en función de los intereses a corto plazo de algunos fondos». Aseguró que le parece «una paradoja» que «los mercados a los que los estados acudieron a salvar, haciendo una inversión pública fuerte, sean ahora los que examinan a los gobiernos y les ponen en dificultades».

Zapatero confunde los mercados con el sistema financiero, al que ciertamente ayudó el Ejecutivo en los momentos peores de la crisis con diversas medidas. Pero resulta que el propio presidente se jactó en su comparecencia en el Congreso de que el Tesoro había ganado más de 1.500 millones de euros con los avales y compras de activos a la banca.

Todo indica que Zapatero disfruta arremetiendo con eso que él llama «los mercados». Pero habría que explicarle que los mercados no son cuatro señores con puros y sombreros de copa que se reúnen en una mesa para fastidiar a países como España sino que son la suma de una multiplicidad de decisiones inconexas entre sí.

Lo peor que se desprende de estas declaraciones es que Zapatero sigue sin tomarse en serio sus propios anuncios de política económica, que al parecer considera puramente propagandísticos y destinados a contentar a la opinión pública y a la oposición. Por eso dice una cosa hoy y mañana, la contraria, como se pudo constatar en el asunto del alargamiento del periodo de cómputo de las pensiones.

El Ejecutivo ha convocado el próximo jueves a todos los partidos para comenzar la negociación del pacto que pidió Zapatero en el Congreso. La vicepresidenta Fernández de la Vega solicitó ayer al PP que «eche una mano». Sería deseable que así lo hiciese si el Gobierno tuviera un mínimo de coherencia. Pero no se le puede pedir a Rajoy que negocie si el propio presidente no se toma en serio los compromisos que anuncia a bombo y platillo.

Las declaraciones de ayer ponen de manifiesto que Zapatero no es consciente de la gravedad de la situación ni se cree el negro panorama que prevé el Banco de España, confiando tal vez en que su buena estrella le salvará en el último momento.


El Mundo - Editorial

La casta descastada. Por Federico Jiménez Losantos

COMENTARIOS LIBERALES

ES NATURAL que a punto de prohibir los toros y con la familia en crisis haya dejado de utilizarse el improperio descastado, antes muy usado en la España profunda. Porque no hay otro que mejor le cuadre a la casta política que el de descastada. Para decir que alguien era digno descendiente de una familia, en el grado que fuera, se decía: «De casta le viene al galgo». Pero este miércoles en las Cortes, ni galgos ni podencos. El que se creyera lo anunciado por Rajoy -«habrá un antes y un después de este debate»- echó la tarde a perros. Y si no la perdió del todo es porque se supone que en la vida no se pierde el tiempo destinado a pensar en la muerte. Para el que carezca de ese consuelo metafísico, tarde de perros y cinco horas muertas.

También se dice que un toro es encastado cuando responde al perfil zootécnico de la ganadería y a los rasgos de bravura y fiereza que la hicieron famosa; así, cuando se crece con el castigo, se viene arriba en la lidia y acaba pidiendo la muerte en el platillo de la plaza, si es que el torero es tan encastado como el toro y ha sabido consentirle lo necesario para que la fiera saque lo mejor de sí, o sea, lo más fiero de la fiera, que permita su ADN. Pues bien, esta horrorosa casta política que padecemos ha olvidado de qué ganadería procede, es decir, a qué pueblo se supone que sirve, en qué predios pace y yace, cómo justifica el sueldo y qué discurso usa en el Parlamento, que viene de parlar. Aunque el nivel expresivo de sus señorías es tan mísero que nadie las afrentaría escribiéndoles La culta latiniparla.

Pero lo mísero de la expresión -para que Duran Lleida quede bien tienen que estar todos muy mal- va parejo con lo miserable de la actitud. Zapatero nos ofrece dos años más de fango a ver si él consigue limpiarse. Rajoy quiere que nos enlodemos hasta las cejas para vendernos más escaños quitamanchas. Las ruinas del Muro de Berlín siguen produciendo cascotes liberticidas. Y, en fin, los nacionalistas, tras sacarnos los colores, quieren sacarnos la hijuela. No sólo los hijos, mondos o cornúpetas, han olvidado a sus padres, sino que los padres han olvidado que los hijos son suyos, porque no los reconocen. Este miércoles, una casta política mansa de solemnidad, sin más nación que el partido ni más apellido que sus siglas, acreditó que está para devolverla a los corrales. Y lo peor es que, si salen los bueyes, no los distinguiremos de los toros.


El Mundo - Opinión

Estado y electoralismo. Por David Jiménez Torres

La solución al impasse actual causado por el electoralismo no se encuentra en el lado de los políticos sino en el de los ciudadanos, siempre y cuando éstos sean muy activos y muy exigentes.

Hay un problema con todas estas llamadas a los pactos de Estado, a la razón de Estado, y, sobre todo, a los hombres de Estado. El estadismo ya no existe, ya murió; quizás junto a las ideologías, quizás algo después, probablemente mucho antes. En la política no existe más que electoralismo; ambos términos son ya sinónimos. Ante la campaña publicitaria del PSOE de las últimas elecciones generales, en la que aparecía Zapatero sonriente, sin mirar al objetivo y con multitud de eslóganes más propios de póster motivacional de gimnasio, decían expertos en publicidad que era como si vendiera un estilo de vida, como si fuera un anuncio de Coca-Cola. En eso estamos, y no en las reuniones de medianoche con las mangas de camisa remangadas y el humo de cigarros ahogando la luz de una desnuda bombilla.

Evidencia esta situación el debate suscitado por las declaraciones del Rey de la semana pasada, proseguido este miércoles en las Cortes, y que seguramente vivirá una plácida agonía en la comisión anunciada por Zapatero. Nadie quiere pactar porque teme más por su partido que por España. El primero, el hombre de la Coca-Cola, que en vez de agachar la cabeza y admitir sus fallos y pedir a la oposición a la que tanto ha ninguneado y tratado de marginar que le ayude, ha propuesto una finta de tentativa de posibilidad de pacto en la que deja claro que sólo desea conseguir oxígeno político. Pedazo de plan, debe de pensar Rajoy; aunque no nos sorprende del hombre que antepuso el cálculo electoral a la razón de Estado en el tema del Estatut, en la forma de afrontar la crisis... Difícil reprocharle al líder de la oposición que ante un uso tan descarado de electoralismo, él también se refugie en la razón de Partido.

Estadismo es que el emperador esté desnudo porque le ha regalado su vestimenta al pueblo, para que coja algo de calor. Electoralismo es que emperadores, príncipes, visires y viceayudantes de paje estén todos en cueros y para disimular señalen a la multitud la desnudez del que está al lado. Así Zapatero y Rajoy en el Congreso este miércoles, acusándose mutuamente de no proteger más que los intereses de su partido. Así la imposibilidad de un pacto de Estado para sacar a España de la crisis.

La salida de esto no pasa por desesperarnos ante la irresponsabilidad de nuestra casta gobernante, por ansiar una vuelta a una mitificada Política seria y responsable, sino por aceptar las nuevas reglas políticas y usarlas a favor de los ciudadanos. No en volver a los líderes de antaño sino en moldear a los del futuro. En Estados Unidos el electoralismo impone sus repelentes reglas bastante más que aquí; pesan más los asesores de maquillaje que los de ideas, y se formulan políticas y posturas sobre la base de las necesidades y los intereses de los estados y condados clave para ganar unas elecciones. Pero ahí funciona el otro lado de la ecuación, o sea, los ciudadanos. El electorado es muy exigente y no tiene miedo de pasar factura a sus dirigentes cuando éstos le decepcionan; ahí está el difícil momento político de Obama, a un año escaso de su mesiánica llegada al poder. Así es como se progresa en un sistema político en que impera el huero electoralismo: cuando los votantes reclaman cosas buenas y razonables, y están dispuestos a pasar factura a los políticos si no se las otorgan, éstos corren a ofrecerlas. Eso, o se les castiga pero que muy duramente en las próximas elecciones; para que aprendan.

La solución al impasse actual causado por el electoralismo no se encuentra en el lado de los políticos sino en el de los ciudadanos, siempre y cuando éstos sean muy activos y muy exigentes. La razón de Estado no saldrá de ellos, sino de nosotros. Tendremos buenos señores cuando seamos buenos vasallos.


Libertad Digital - Opinión

Retambufa. Por Ignacio Camacho

MAL, muy mal Aznar. Tenía que haberse hincado de rodillas y haber aceptado con humildad los improperios. Agachar la cabeza, pedir perdón por sus muchos pecados y admitir sus nefastas responsabilidades. Cualquier demócrata sincero, cualquier verdadero liberal con talante de diálogo, se hubiese conmovido en conciencia al oírse llamar «nazi», «terrorista», «cabrón» y «asesino», y allí mismo habría pedido que llamasen al juez Garzón para prestar ante él, postrado de hinojos, declaración de culpa genocida y, de paso, inculparse de los crímenes de la memoria histórica, del asesinato de Lorca y de haber corneado a Manolete. Pero en vez de eso va el tío y se les ríe en la cara a los jóvenes progresistas que con tan gran delicadeza le formulaban reproches políticos, y en el colmo de la descortesía y la zafiedad los manda a tomar por retambufa con el dedo. El muy fascista.

No hay forma de que se corrija este hombre. No tiene respeto por la juventud, como dice la vicepresidenta de la Vega, ni escrúpulo por las formas, que ya apuntaba cuando ponía los pies encima de la mesa de Bush, y va por la vida de resentido arrogante con sus abdominales y su melena, el «pelito semilargo» que dice la señora Valenciano, esa minerva. Quién se habrá creído que es para dejarse el pelo semilargo como si fuese un cantante progre o un finalista del Goya. Siempre fue un tío sieso y mal encarado, pero desde que ya se cree por encima del bien y del mal no hay quien lo aguante, venga a dar doctrina rencorosa por ahí, y encima ganando dinero. Que ya lo ha dicho el senador Barranco, que es vergonzoso que un ex presidente se dedique a ganar dinero de esa manera, dando conferencias en vez de hacer de lobbysta para millonarios mexicanos y mandamases marroquíes como su antecesor. Que no, hombre, que no, que no hay derecho a contestar de esa forma tan grosera a unas criaturitas que sólo habían ido allí con su mejor voluntad a insultarlo pacíficamente y a no dejarle hablar. Que luego decimos que la juventud está descomprometida y no participa en el debate político. Y cuando se decide a debatir, desinhibidamente, con la frescura, la franqueza y el entusiasmo propios de la edad, va un amargado como éste y les hace a los pobres chicos la peineta como si fuese Luis Aragonés.

Después se queja de resultar odioso. Con su bufandita pija y la sonrisilla esa de perdonavidas, autosatisfecho y engreído como si hubiese gobernado bien. Un comportamiento típico de la derecha, tan autoritaria, tan despótica, tan acostumbrada a mandar a tomar por culo al discrepante. Esa derechona cerril, rancia, hosca, estrecha, intolerante, que no admite un abucheo ni entiende la espontaneidad expresiva de los chavales porque está habituada a que no le levanten la voz. Incapaz de un gesto de buen rollo. Definitivamente culpable.


ABC - Opinión

¿Dónde está Pizarro?. Por Maite Nolla

El problema de Pizarro no es que pasados los años se haya demostrado que Solbes mintió como un pirata, sino que en su propio partido no le defendieron en su momento y hasta llegaron a culparle de lo que pasó en aquel debate.

Lo peor del debate del pasado miércoles y de sus comisiones derivadas no es que sean una estafa monumental, sino que demuestran que el Gobierno no tiene ninguna solución real que al menos valga para este ratito, que dice el maestro Quique. Al final, de la comisión que tiene que salvar a España de su propio Gobierno, sólo queda que el futuro de Corbacho está en el aire, como si eso le importara a alguien, y que Miguel Sebastián no sólo se lava las manos con la cuestión de las multas, sino que, como su jefe, lo justifica.

Supongo que el debate del miércoles debió ser algo así como una sesión conjunta de senadores y diputados, hecho que explicaría la presencia de Leire Pajín y de Alicia Sánchez-Camacho entre los bancos del hemiciclo, presencia determinante para solucionar los problemas de España. Muy significativo de lo que es el PSOE y de lo que es el PP, sobre todo si tenemos en cuenta que en plena crisis económica y política falte en las gradas Manuel Pizarro.


Entiendo que es una cuestión de gustos, como en el toreo, la música, el fútbol o los artículos de opinión. A mí que el PP haya dejado ir, provocado la marcha o ninguneado a Manuel Pizarro, no me parece un lujo, como dicen los futboleros, ni una frivolidad; me parece una idiotez de las que sólo se explican en política. Un tipo que para defenderse del atropello económico, jurídico, político e incluso personal que supuso lo de Endesa, blandió la Constitución Española –lo de Endesa es medio Estatut, alguien dixit–, sería hoy, creo yo, bastante más útil al PP que su propio líder.

El problema de Pizarro no es que pasados los años se haya demostrado que Solbes mintió como un pirata, sino que en su propio partido no le defendieron en su momento y hasta llegaron a culparle de lo que pasó en aquel debate. A lo más que se ha llegado estos días es a dedicarle algún artículo de agradecimiento por los servicios prestados y a otra cosa, mariposa, o a alguna reflexión sobre lo ingrata que es la política para los que no son profesionales. Desde luego, lo de Pizarro es un aviso para todos aquellos que estén pensando en dedicarse a la política: quedaros dónde estáis. Yo no tengo nada contra Nacho Uriarte, que seguro que es una persona estupenda, pero, amigos míos, España tiene un grave problema si en la política tiene más futuro el presidente de Nuevas Generaciones que el presidente de Endesa.

Y lo malo no es que Rajoy pase por completo de Pizarro o de otros y otras; al fin y al cabo, él está bien y a gusto con sus jorges y demás. Lo malo es que en el PP no se tiren de los pelos de cómo está su propio partido. Igual lo dicen en pequeños círculos, que es tanto como decir que nadie se atreve a mover un dedo hasta que pase la próxima confección de listas. Volviendo al maestro Quique, no se preocupen, no llegará la sangre al río.


Libertad Digital - Opinión

Redondillas del alcalde. Por Tomás Cuesta


Al dar tierra a don Carnal
los ripios salen de balde,
mas los que zurce el alcalde
habrán costado un ojal.
Tal derroche de agudeza,
tal finura en el dibujo,
tal boato, tal embrujo...,
¡Viva Madrid, viva el lujo!
¡Viva la inopia del blanco!
¡Viva la guasa del negro!
¡Vivan el yerno y el suegro!
¡Viva Prisa, viva Franco!
Y es que el arte del edil
no se paga con dinero.
Otra ronda, camarero,
en honor del zascandil.


Como vate, el tío Alberto
es la caja de Pandora;
tanta malicia atesora
que compone en verso muerto.
Quiere rimar el futuro
con la ruina del presente,
pero no engaña si miente:
se clarea por lo oscuro.
De la vanidad mundana
nada le resulta ajeno,
atorrante cacaseno
gallea de lo que afana.
Pero pica del tasajo
si le atizan en la cresta:
el leguleyo se apresta
a socorrer al marrajo.
A la secta, por lo ameno;
por el tras a los herejes,
en esos tejemanejes
es bonísimo, muy bueeeno.

Aspira, quizás en vano,
en vano, conste, no en vena
a madrugarle la cena
a la doña y a Mariano.
El que espera, desespera
y si se aspira en exceso
el ansia te deja tieso
y te sorbe la sesera.
Locura es que, por ser Ruiz,
pretenda ser arcipreste
(y pandémico y celeste)
el que medra en el desliz.
Gaseoso y ambidiestro,
el liróforo del foro
oscila del caño al coro,
ora fantasma, ora espectro.

Con la música no sacia
el socavón de su ego
y pretende dar el pego
tirando de pluma lacia
Solecismos a raudales,
anacolutos de chiste...
Lo del español ya es triste,
apiádese de sus males
Otrosí: no se rebote
si, fungiendo de poeta,
se lleva una cuchufleta
o le motejan de zote.
Cállese, dijo Quevedo,
el que se ofenda del eco;
no grite quien tenga miedo
a que le afeiten en seco.
Pues si el padre del Buscón
nunca rehuyó los retos
de más prosaicos aprietos
ha escapado Gallardón.

Al cabo, ¿de qué se trata?
De abocetar un romance?
Los romances son un lance
que despacha a cala y cata.
Si fuera un soneto, aún
se tentaría el cerebro;
aparejar un requiebro
lo solventa al buen tuntún.
Es Alberto tan gallardo
tan gallardo y calavera
que siempre que se sincera
es para clavar el dardo.
Y si amaga que recula,
no hace mutis el ladino.
Enfrascado en lo divino
habla por boca de mula.

Porque de barrer la cuadra,
con fervor y con arrobo,
se preocupa Fray Escobo
que, cuando no lame, ladra.
El coplero de coplones
amonesta al as de coplas:
«Cuidado con lo que soplas,
padrino, que te indispones».
«Una coplilla y remato»,
asevera el aludido
sacrificando al olvido
la estática y el recato.
Luego, el numen es tacaño;
las musas harto veletas;
la lírica y las recetas
no trascienden el apaño.

El regidor de la Villa,
empero, supera el corte.
¿Qué importa que pierda el norte?
Todavía, ancha es Castilla.
Y, al sepultar la sardina,
al asco le arrima el ascua
e intenta hacerle la pascua
a su indómita vecina.
Municipales y espesas,
las trovas de Gallardón,
petimetre y boquerón,
quedan en fatuas futesas.
Si se marchase al «Inferno»
en compañía del Dante
daría menos el cante
y aminoraría el muermo.
Abandonad la Esperanza.
Y «la Commedia finita».
No cabe ni pon ni quita.
No hay delito sin venganza.


ABC - Opinión

Una peineta a tiempo es una victoria. Por Pablo Molina

Conviene que de vez en cuando los invitados les muestren a estos revolucionarios de chichinabo el dedo corazón, en representación de todos los que pagamos su forma de vida hasta que, bien entrada la treintena, pasan a un partido político, sindicato u ONG.

El gesto de Aznar a los universitarios (con la inercia iba a menospreciarles llamándoles "estudiantes") que le insultaron a la entrada y la salida de su conferencia en la Universidad de Oviedo ha sido muy oportuno, aunque personalmente prefiero el corte de mangas, más racial, como más español, sobre todo si la acción culmina con la reverberación forzada del antebrazo a causa de la violencia del golpe en la cara anterior de la articulación.

Esa veintena de universitarios de extrema izquierda, valga la redundancia, demuestra que, casi una década después, el odio hacia Aznar inculcado por sus mayores en los partidos políticos y los medios de comunicación ya sólo sirve para organizarle algaradas de lo más deslucido. A pesar de que el grupo PRISA dedicara una página a glosar la hazaña de estos revoltosos, lo cierto es que el resultado ha sido más bien patético, aunque sus profesores, probablemente del área de humanidades, recompensen la actitud de estos jóvenes concienciados por un mundo más justo con un espléndido sobresaliente, en atención a sus méritos en defensa de la libertad y la democracia. El único efecto conocido, además del académico, es que la vicepresidenta del Gobierno, apartada por ZP de la comisión de inútiles contra la crisis, ha encontrado un nuevo motivo para insultar a Aznar exaltando a estos defensores del pluralismo universitario, y con ello justificar el sueldazo que le pagamos todos los españoles.

Se trata de jóvenes sobre los que se cierne un futuro laboral nefasto a causa de la labor destructiva de la izquierda cuando llega al poder en cualquier país civilizado, pero como el universitario medio actual no incluye entre sus planes el trabajar algún día en cualquier labor que lleve aparejado un salario, jamás les veremos protestar contra los que están haciendo que su vida sea un desastre improductivo sin solución. Lo suyo es la rebelión permanente, el eterno radicalismo y la marginalidad constante, de forma que llegarán a los cincuenta haciendo lo mismo que ahora, protestar, convencidos de que la sociedad tiene una deuda con ellos que se niega a satisfacer.

Llaman a Aznar asesino por una guerra en la que no participó ni un solo soldado español, mientras que Zapatero, que acumula varias decenas de bajas de militares en el mismo escenario, sigue siendo considerado como una especie de Kerensky al que conviene cuidar porque es el único marxista capaz de ganar unas elecciones en España. Mas no pondremos en un difícil aprieto a la universidad pública española exigiéndole coherencia. El Alma Mater es un microcosmos alternativo, donde todo radicalismo es bendecido y exaltado por unas estructuras académicas cada vez más alejadas de la realidad.

Por eso es conveniente que de vez en cuando los invitados les muestren a estos revolucionarios de chichinabo el dedo corazón, en representación de todos los que pagamos su forma de vida hasta que, bien entrada la treintena, deciden incorporarse a un partido político, sindicato u ONG. Y si los padres de las criaturas les suprimieran durante dos semanas la asignación económica que utilizan para expandir la conciencia en los aparcamientos de las discotecas del extrarradio mucho mejor.


Libertad Digital - Opinión

Rigor con rigor se paga. Por M. Martín Ferrand

ESO de tensar y lucir el dedo corazón de la mano derecha como señal de desdén a un auditorio hostil es una costumbre, a más de fea, extranjerizante e impropia de quien presume de ser español, incluso de serlo más que los demás. El gesto, al que algunos -impropiamente- denominan como «hacer la peineta», viene de Italia, tal que el corte de manga que obliga a flexionar el codo derecho, y no el izquierdo, según la pureza del estilo napolitano. Lo nuestro, lo que está escrito por los clásicos del Siglo de Oro, es indicar el desprecio a los demás cerrando el puño y mostrando el pulgar asomado entre el índice y el corazón. Hacer o dar la higa. Si en asuntos tan menores como los anecdóticos y gestuales perdemos el oremus, o lo pierden quienes presumen de autoridad y servicio a la Patria, mal asunto. El rigor es indispensable hasta para los suspiros.

En lo que a la ausencia de rigor respecta, el paradigma se llama José Luis Rodríguez Zapatero, el hombre que se empecina en predicar lo que menos desea, un pacto de Estado que aúne las fuerzas presentes en el Parlamento. Si lo quisiera de verdad, y sobre la base de que su partido, junto con el de Mariano Rajoy, representa a más del ochenta por ciento de los españoles, le hubiera propuesto al PP un gobierno de coalición como el que vinculó en Alemania a los dos grandes del centro derecha -CDU/CSU- y al SPD. Todo lo demás es marear la perdiz, confundir al ciudadano y hacer que se hace para no hacer lo que se debe. Algo que arrastraría un alto coste electoral.

Dado que el servicio a la Nación es un concepto que varía según lo que cada cual entienda por Nación, del mismo modo que el PP de Rajoy escapa, como quien huye del diablo, de la idea de un pacto, quienes desde el nacionalismo propugnan varias naciones diferentes se aprestan a sellarlo con Zapatero. Previo pago de su importe, naturalmente. En un Estado que padece la confusión de su propia identidad, en el que las partes cuestionan el todo, es insensato hablar de pactos coyunturales que no tengan una finalidad unívoca y, para ello, no separatista. España, para nuestra desgracia, se ha convertido en una idea de dimensión variable y cambiante según sean los interlocutores o los intereses que se persiguen. Facilitar con apelaciones pactistas una enfermedad tan grave no es riguroso y, en consecuencia, se merece la falta de respeto de una higa. No de una peineta.


ABC - Opinión

De la Vega: todo vale contra Aznar

De la Vega no duda en colocarse del lado del delincuente y frente a la víctima, en este caso Aznar. Muy desafortunada elección que desde luego debería inhabilitarla como segunda autoridad dentro del Gobierno.

Dentro del Título IX del Código Penal, bajo la rúbrica de "delitos contra el honor", se incluye el artículo 205, que recoge el delito de calumnia. Dice nuestro código que calumnia es "la imputación de un delito hecha con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad".

En este sentido, no cabe duda de que los estudiantes de la Universidad de Oviedo que recibieron al ex presidente del Gobierno José María Aznar al grito de "asesino" o "criminal" cometieron un delito de calumnias que sería perseguible si Aznar decidiera querellarse contra ellos.


Sería de esperar, pues, que el Gobierno, el poder del Estado encargado de hacer cumplir nuestras leyes, desaprobara o al menos no se alineara con unos delincuentes, ya que nada hay más esquizofrénico que declararte valedor de la ley y al mismo tiempo ovacionar a quienes la incumplen, de la misma manera que tampoco hay nada más peligroso para la libertad que utilizar selectivamente el monopolio de la compulsión que le corresponde al Ejecutivo.

No es que este Gobierno nos haya dado motivos para pensar que tiene una muy asentada fe en el respeto al Estado de Derecho. Al fin y al cabo, se trata de un Gobierno que ha tratado de socavar el entramado constitucional para mantenerse en el poder y que hace poco conocimos que hizo valer como un mérito propio ante ETA la comisión del delito de colaboración por banda armada.

Pero aún así, no cabe presuponer que la actitud estándar de los miembros del Gabinete será la de posicionarse con el delincuente, por muy afín que éste sea desde un punto de vista político e ideológico. Sin embargo, el PSOE no deja de degenerar y de mostrar, siempre que puede, su nulo respeto a las instituciones y a las libertades de los españoles garantizadas por el sometimiento a la ley de todos los ciudadanos y poderes públicos. Así, la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, optó por defender a los delincuentes que calumniaron a Aznar bajo el pueril y demagogo argumento de que una sociedad pluralista debe basarse en el respeto a las opiniones ajenas y que éstas deben contrastarse desde el diálogo y no desde el insulto, en clara referencia al gesto que dedicó Aznar a la turba universitaria.

Al margen de que De la Vega parece olvidar que quienes primero insultaron y quienes primero deben ser reprendidos son los estudiantes que calumniaron Aznar, y al margen de lo que cada cual opine de un gesto que también han realizado otras personalidades como el propio Rey Juan Carlos (sin que entonces escucháramos críticas del Gobierno), ambos hechos no son equiparables: llamar asesino a Aznar es un delito de calumnias; el gesto de Aznar podrá ser, como mucho, de mal gusto, pero en ningún caso delictivo.

Ante esa disyuntiva, De la Vega no duda en colocarse del lado del delincuente y frente a la víctima, en este caso Aznar. Muy desafortunada elección que desde luego debería inhabilitarla como segunda autoridad dentro de un Gobierno que, a tenor de sus últimas iniciativas, debería sufrir en breve una crisis. Esperemos que si la purga finalmente se produce, sirva para eliminar a una parte de los peores ministros, entre los que, pese a la muy feroz competencia, se encuentra De la Vega. Pero con Zapatero todo es posible, incluso que la premie con más competencias gracias a los buenos servicios prestados a la izquierda extrema y antisistema.


Libertad Digital - Editorial

Aroma de chantaje

EL Tribunal Constitucional ha acordado la suspensión de dos leyes -la gallega de cajas de ahorro y la valenciana, de reforma del barrio de El Cabañal- por presentación de sendos recursos por parte del Gobierno socialista. Ambas leyes habían sido aprobadas después de amplias polémicas políticas y sociales en Galicia y Valencia. El Ejecutivo ha estado presto a ayudar a los socialistas locales con unos recursos a los que la Constitución privilegia con la suspensión automática de las leyes impugnadas. Si existen o no motivos para estos recursos, es algo que resolverá el TC cuando revise la suspensión cautelar dentro de unos meses, pero llama la atención que el Gobierno haya centrado sus baterías en dos comunidades autónomas gobernadas por el PP, donde el PSOE no está especialmente acertado como oposición. Es cierto que el Gobierno también ha anunciado en las últimas semanas un recurso similar contra la ley catalana sobre registros, pero la entidad política de las leyes impugnadas a Galicia y Valencia es muy superior.

Es oportuno recordar que, al poco tiempo de tomar posesión, en mayo de 2004, el Gobierno renunció a numerosos conflictos de competencia contra leyes autonómicas. Casualmente, la mayoría de las comunidades autónomas beneficiadas estaban gobernadas por los socialistas. Entonces, el jefe del Ejecutivo abogaba por la «paz constitucional». Pero sólo con sus socios nacionalistas y compañeros de partido.

Mientras el Gobierno muestra su celo en la defensa de competencias del Estado, el tripartito catalán sigue desarrollando el Estatuto de 2006 con la cooperación del Ejecutivo, sin diagnósticos similares a los aplicados a Galicia y Valencia y sin preocuparse por la imparable desaparición del Estado en Cataluña. Y también, mientras el Gobierno apela al esfuerzo de todos para salir de la crisis, Zapatero no duda en paralizar la ley gallega que propiciaría una fusión como la reclamada insistentemente por el Banco de España. Además, las cajas gallegas, si no se fusionan a corto plazo, corren el riesgo de no llegar a tiempo para solicitar la ayuda del fondo bancario. Este veto privilegiado en manos del Gobierno es una palanca para doblegar a gobiernos autonómicos, urgidos por la necesidad de cambios políticos o económicos, allí donde los socialistas locales no han podido evitar que se aprobaran las leyes impugnadas. Por eso, estos recursos mezclan la legítima defensa de competencias estatales con un cierto aroma de chantaje.


ABC - Editorial