sábado, 11 de diciembre de 2010

Nobel sin miedo. Por Hermann Tertsch

La Academia sueca ha demostrado la valentía en la defensa de los principios de la sociedad libre.

Este año celebramos el Premio Nobel como no lo hacíamos desde hace años. Porque la Academia sueca ha demostrado la valentía en la defensa de los principios de la sociedad libre que en otras ocasiones se echó de menos. Pese a las presiones de una dictadura comunista oriental y de la inquisitorial corrección política del relativismo occidental, ha optado por el decidido reconocimiento a dos máximos adalides en la lucha por la libertad y la dignidad del hombre. Nuestros valores supremos y no negociables. Para los afortunados que gozan de ellos y para aquellos a los que son negados. Los dos Nobel con mayor repercusión política y social inmediata, el de la Paz y el de Literatura, demuestran esta renovada y bienvenida militancia por la libertad, la compasión y la dignidad. En el caso de Mario Vargas Llosa hay que añadir la lógica. Nadie debiera dudar de que, de haber sido un acérrimo crítico de la sociedad occidental habría recibido el premio hace veinte años. Nunca es tarde cuando la dicha es tan buena. El Nobel de la Paz, Liu Xiaobo, es aun más meritorio. Porque la Academia sueca ha desafiado a la inmensa potencia emergente que es la dictadura de China, cuyo poder económico se traduce en cada vez mayor arrogancia y desprecio a esos valores de la libertad y dignidad del individuo. Que son universales porque no hay pueblo ni persona indigno de ellos. Hay que defenderlos frente a un régimen miserable como el de Cuba que impide a Guillermo Fariñas acudir a Estrasburgo a recoger el Premio Sajarov. Como cuando Hitler impidió que recogiera el Nobel a Von Ossietzky o la URSS a Sajarov. Y frente a la poderosa China que no puede triunfar con su lógica inhumana, su despotismo medieval y su tiranía comunista. La libertad y la verdad no pueden tener miedo. Se negarían a sí mismas.

ABC - Opinión

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