viernes, 24 de diciembre de 2010

Desacato al Supremo. La cómplice ceguera de los no nacionalistas. Por Guillermo Dupuy

Parece que los nacionalistas, con la Constitución, con la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto y con las tres sentencias del Supremo, no tienen todavía suficiente papel con el que limpiarse el trasero.

Los salvajes que cometen esas fechorías son horribles, y los civilizados que les dejan cometerlas, espantosos.

Víctor Hugo


Poco, muy poco, ha tardado Artur Mas en dejar en evidencia la ceguera voluntaria de la prensa de Madrid, supuestamente nacional, que celebró su victoria en las autonómicas hablándonos del "giro a la moderación", del "cambio que comienza en Cataluña" y del "perfil moderado y posibilista" de CiU.

Este lunes, en su discurso como candidato a presidente de la Generalitat, previo a su investidura, Mas se comprometió a llevar a cabo como programa de gobierno algo tan "moderado" como iniciar una "transición nacional" encaminada a hacer valer el "derecho a decidir", no sin antes cerrar un pacto similar al concierto económico que tienen el País Vasco y Navarra.

Poco importa que el presidente de la Generalitat, como autoridad del Estado que es, tenga la obligación de cumplir la ley, y que la ley no contemple más conciertos económicos que los que contempla la Constitución. ¿Qué es esto comparado con la autodeterminación que, no es que no contemple, sino que dinamita los fundamentos mismos de nuestra Constitución tanto comos los de nuestra nación?


Pero, por si quedara alguna duda de que Mas pretende hacer del delito de desobediencia parte de la acción de su Gobierno, ahí está el compromiso alcanzado con el PSC de hacer caso omiso a las recientes sentencias del Tribunal Supremo que, tan textual como estérilmente, obligan a la Generalitat a "adaptar su sistema de enseñanza a la nueva situación creada por la declaración 31/2010 del Tribunal Constitucional que considera también al castellano como lengua vehicular de la enseñanza en Cataluña".

Se supone que la negativa de las autoridades catalanas a ejecutar la sentencia del Alto Tribunal obligaría a su enjuiciamiento por delito de desobediencia y a las autoridades nacionales a forzar la ejecución de las sentencias ya dictadas en materia de enseñanza, recurriendo si hiciera falta a los medios excepcionales que contempla nuestra Constitución. Pero ¿qué esperanza podemos albergar en que la justicia prevalecerá si a la dama que la simboliza se la ha desarmado de la espada que representa su legitimidad para imponerse cuando no se la acata?

¿Cómo creer que Zapatero o Rajoy van atreverse a que el Estado de derecho prevalezca de manera efectiva? ¿Y qué decir de la prensa no nacionalista? Aunque el diario El Mundo, mejor que muchos otros, haya pasado en días de hablarnos del "perfil moderado y posibilista" de CiU a alertarnos de la gravedad del "plan Ibarretxe bis" de Mas y del anunciado desacato al Supremo, todavía nos dice que "la negativa de las autoridades catalanas a ejecutar la sentencia obligará a los padres que quieren que sus hijos estudien en las dos lenguas oficiales en Cataluña a seguir peleando por sus derechos en los tribunales". Vamos, como si los nacionalistas, con la Constitución, con la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto y con las tres sentencias del Supremo no tuvieran todavía suficiente papel con el que limpiarse el trasero. Claro que, tal vez, con la pretensión de que haya nuevas sentencias lo que pretende ese diario es acabar con los nacionalistas... matándolos de risa.


Libertad Digital - Opinión

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