martes, 14 de septiembre de 2010

Zapatero, teórico del desempleo

El desempleado que recibe cursos de formación no está trabajando para su país, y decir lo contrario resulta ofensivo para miles de parados.

EL presidente del Gobierno se despachó ayer en Oslo con un análisis chocante sobre el desempleo y la formación de los desempleados. Según Zapatero, el desempleado que está formándose «está trabajando para un país». La frase es inverosímil en boca del jefe de un Gobierno que tiene sobre sus espaldas la tasa de paro más alta de la Unión Europea, el 20,3 por ciento de su población activa. No es de recibo un análisis de estas hechuras ante un foro internacional —una conferencia sobre crecimiento y empleo organizada por el FMI y la OIT—, salvo que responda al empeño incansable de Zapatero por desvincularse de la realidad de España y dedicarse a la exportación de la imagen de un país que no existe, esfuerzo vano porque la situación de España no se puede ocultar a los organismos internacionales, que conocen bien la gravedad de nuestra crisis y, en particular, de nuestro mercado de trabajo. La prueba de que es así la tuvo ayer Zapatero, porque su visión optimista de las bondades de la formación de los parados coincidió con la previsión de Bruselas, que anuncia que la economía española se contraerá en el tercer trimestre de esta año una décima, en contra de lo que pronostica el Gobierno.

Con estas valoraciones sobre el desempleo en España, Zapatero siembra aún más dudas sobre la capacidad de su Ejecutivo para tomar las medidas adecuadas frente a la crisis. El desempleado que recibe cursos de formación no está trabajando para su país, y decir lo contrario resulta ofensivo para los miles de parados que con gusto cambiarían esos cursos por un empleo. Otra cosa es que el Estado tenga la obligación de ofrecer posibilidades de reciclaje y adaptación a los parados —y que la formación sea una excusa para reducir las listas del paro—, pero la eficacia de esta política de formación está muy limitada por la estructura del desempleo, con muchos jóvenes ya formados y parados demasiado mayores; y también por la falta de alternativas de la economía española para recolocar parados.

En su día, el Gobierno prometió una ley llamada de «economía sostenible» para, entre otras cosas, modernizar el empleo en España. A día de hoy, esa ley es un simple proyecto en fase de enmiendas. Esta incoherencia del Gobierno ante la situación de España, que lleva a su presidente a defender la formación del parado para un mercado de trabajo que se mantiene anclado en el ladrillo, el turismo y el automóvil, explica también por qué estamos como estamos.


ABC - Opinión

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