jueves, 2 de septiembre de 2010

Más madera. Por Ignacio Camacho

LA negociación de los presupuestos suele acabar en todas partes convertida en un mercadeo de chalanes, un tira y afloja de buhoneros, porque al fin y al cabo la política no consiste más que en el reparto de la pasta; en España además se da la circunstancia de que toda esa chamarilería se practica con cierta impunidad ante una opinión pública que suele permanecer más atenta a la superficie de los gestos, a la democracia declarativa y al imperio de las imágenes. Como casi todo el mundo vota con las tripas los gobiernos manejan el dinero a su antojo porque la sonrisa de un dirigente tiene más influencia en las elecciones que su forma de administrar las inversiones públicas. El debate presupuestario, que es lo que decide de veras la gobernanza de un país, se considera un coñazo que ni siquiera merece la atención de los líderes principales, acostumbrados a delegar en sus ministros y portavoces de Economía y Hacienda. En esa indiferencia general pescan ganancia abundante los nacionalistas, que son expertos en clientelismo y siempre están atentos a rebañar las mejores tajadas para su territorio y su gente. Favorecidos por la aritmética electoral no dan puntada sin hilo y cada voto lo alquilan con plusvalías de estraperlo.

Este año, como los catalanes de CiU están eufóricos ante la perspectiva de su victoria y no desean estropearla dando la imagen de costaleros de un Gabinete en descomposición, le ha tocado al PNV la bonoloto de la bisagra. El respaldo mercenario les va a salir un negocio redondo porque además de lo que arrimen para su tribu cada concesión que arranquen será un guantazo en la cara de su adversario Patxi López, el hombre que se atrevió a echarlos de un poder que consideraban hereditario. Zapatero está tan asfixiado y tiene tan pocos principios que ha efectuado una pirueta histórica: negocia los presupuestos con la oposición vasca en vez de que con el Gobierno autónomo, que encima es de su propio partido. Su tacticismo está llegando a extremos enfermizos, se ha vuelto capaz de cualquier cosa por arrendar un año más de mandato.

En ese afán de contratar una dosis de oxígeno, el presidente está dispuesto a romper la caja única de la Seguridad Social, que es de las pocas cosas con las que no debería jugar un socialista, para entregarle un trozo al nacionalismo vasco. En materia de competencias la autonomía de Euskadi ya no tiene mucho más recorrido sin entrar en el terreno soberanista que reclamaba Ibarretxe, aquel marciano, pero eso a ZP le da igual: lleva seis años desguazando el Estado para mantener encendida su propia caldera de poder, como los hermanos Marx en el tren del Oeste. Y si le piden más madera la dará, como se la ha venido dando a los socios catalanes, aunque acabe el mandato pilotando una locomotora vacía.


ABC - Opinión

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Asfixiado Zapatero ????


vaya !

Anónimo dijo...

No le disgusta la política de Clinton expresidente por ser Leo antes prefiere a éste que a Bush Cáncer ascendente en Leo


Pero transformó la sociedad tanto que merece la pena vivir en un centro psiquiátrico ya