miércoles, 8 de septiembre de 2010

El embrollo de unas primarias donde Zapatero se la juega. Por Antonio Casado

El otro día atribuí indebidamente a Miguel Barroso, ex secretario de Estado de Comunicación, un papel de asesor en el equipo de Trinidad Jiménez. Me llama para precisar que nada tiene que ver con la campaña de la ex ministra en su disputa con Tomás Gómez por la candidatura socialista a la presidencia de la Comunidad madrileña. Rectifico encantado. No es la primera vez que me intoxican y no será la última.

Además, y por el mismo precio, el de la cordialidad, me quedo con su comentario sobre la aventura emprendida por la ministra de Sanidad, con la escolta de dos compañeros de Gabinete, Blanco y Rubalcaba. “No es que me hubiera importado echarle una mano, pero de haberlo hecho confieso que lo tendría muy difícil”, me dice Miguel.


Y tanto. Se han metido en un buen lío. No solo la ministra, sino quiénes la empujaron, empezando por el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Rodríguez Zapatero. No han podido hacer mejor las cosas para convertir al líder de los socialistas madrileños en un referente de la política nacional y elevar su índice de conocimiento a cotas que Tomás Gómez, el insumiso, nunca pudo imaginar. Ya solo falta que el Consejo de Ministros y la Ejecutiva Federal le declaren persona non grata para lograr su definitiva consagración.

El enredo es considerable y tendrá consecuencias para Zapatero, por mucho que se empeñe en convencernos de que él no se juega nada en estas primarias. No puede declararse exento después de haberse implicado tanto. Este lunes, ante la Ejecutiva reunida en Ferraz, volvió a mostrar su inequívoca preferencia por Trinidad Jiménez. Si pierde la apuesta, otros se la cobrarán. Dentro y fuera de su partido. Así son las cosas en política.

De modo que sólo saldrá del embrollo si se produce una victoria de su ministra sobre Tomas Gómez en las primarias del 3 de octubre y luego, en las autonómicas de mayo, Esperanza Aguirre pierde la mayoría absoluta y el PSOE sienta a Trinidad Jiménez en la Puerta del Sol. Si la secuencia es otra, Zapatero pagará la apuesta perdida con nuevos desperfectos sobre su ya castigada imagen pública, siendo la mejor de las hipótesis que Gómez saliera airoso en las elecciones autonómicas después de reventar la apuesta de Zapatero en las primarias.

Solo una ventaja tiene la dinámica propia de esta pugna, tal y como se ha planteado. Me refiero al protagonismo que regala a los dos candidatos, sobre todo a Gómez que, efectivamente, partía con una desventaja considerable respecto a Jiménez, tanto en los índices de conocimiento como en los de valoración.

Lo demás son desventajas. Gane quien gane. Si Gana Gómez, Zapatero y Moncloa quedan desautorizados, por no decir en ridículo. Si gana Jiménez, el fantasma de la bicefalia se instalará en el PSM, al menos entre el octubre de las primarias y el mayo de las autonómicas, con una más que probable espantada de Tomás Gómez. Desautorizado por los militantes, lo normal es que dimitiera como secretario general del PSM.


El Confidencial - Opinión

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