sábado, 28 de agosto de 2010

Las cuentas de interior. Por M. Martín Ferrand

De no ser porque Blanco cursa y obra con cargo al Presupuesto habría que darle la medalla de las Bellas Artes.

DE José Blanco podría decirse lo que el muy divertido Jorge Llopis afirmaba de una tal Margarita en uno de sus poemarios:

«Margarita no dice más que cosas vacías,
y al que coge por banda la mitad de los días
o le da la tabarra o le atiza un tostón».

Se advierte que el titular de Fomento hace todo cuanto está en su mano por parecer un hombre serio y cabal, consecuente con su responsabilidad; pero hay algo en su fondo que termina por romperle la apariencia y presentarle como uno de los grandes cómicos de nuestro tiempo. De no ser porque Blanco cursa y obra con cargo al Presupuesto habría que darle la medalla de las Bellas Artes. Nadie, nunca, con tan escaso guión y tan corto repertorio consiguió que sus actuaciones públicas merecieran, casi a diario, los honores de las primeras páginas de los diarios y los clarines de apertura de los noticieros audiovisuales.


«Su boquita chiquita se marchita contrita
con bostezos de torpe e infeliz boquerón».

Sale al escenario y, con gran facilidad y ante el pasmo de los españoles lo mismo recorta en 6.400 millones el Presupuesto del Ministerio de Fomento que, una vez reducido, lo engorda en 700. Maneja las cifras como Astor Piazolla o Aníbal Troilo manejaban el bandoneón: las alarga, las achica, las engrandece y reduce, las infla y las desinfla y, cuando parece que ya no da más de sí, vuelve a la andadas y, con desparpajo, lo mismo le adjudica a Miguel Ángel Revilla un AVE que llegue, despacito, hasta Reinosa que le incrementa a José Antonio Griñán su cupo de obras públicas para la presente legislatura.

Blanco ya nos tenía demostradas sus mañas polifacéticas. Su capacidad para organizar un partido centenario con la exclusión de cualquier vestigio de talento, su talento para dirigir un Ministerio necesariamente deficitario y gastador o su imaginación a la hora de lanzar improperios contra sus adversarios políticos; pero ahora, cuando la necesidad aprieta, saca fuerzas de flaqueza y convierte en elásticas las cuentas que maneja su mayor en edad, dignidad y gobierno Elena Salgado. Sería extraordinario que lo que así parece pudiera ser real y palpable, que los euros que el Gobierno nos ordeña fueran tan elásticos como para hacer más kilómetros de carreteras y ferrocarriles con menos déficit y menor deuda; pero la realidad insiste en que dos y dos son cuatro y nunca dieciséis. Por mucho que la fiebre electorera caliente el ánimo de Blanco y sus colegas de Gobierno y chapuza. Si las de Gonzalo Fernández de Córdoba fueron las «Cuentas del Gran Capitán», las de Blanco en Fomento parecen las de un pequeño educando de banda. Tararí.


ABC - Opinión

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