domingo, 29 de agosto de 2010

Elecciones anticipadas. Por Germán Yanke

Se suelen esgrimir dos motivos en defensa de la convocatoria de elecciones anticipadas: el interés o la desesperación.

Se suelen esgrimir dos motivos en defensa de la convocatoria de elecciones anticipadas: el interés o la desesperación. En el PP, aunque no todos abiertamente, se han pedido porque, a todas luces, las circunstancias les son propicias. Si se trata de que el presidente Rodríguez Zapatero pierda, que les parece más eficaz que cualquier programa alternativo, éste es el momento. O cuanto antes. Otros las reclaman porque, a la vista de la incoherencia e improvisación gubernamentales que no presagian nada bueno, se sienten angustiados. Incluso sin entusiasmo por el relevo, piensan que más vale ir a las urnas y dar paso a un mal menor.

No son argumentos sin importancia pero palidecen ante el obstáculo de la aprobación de los Presupuestos para el próximo año y no precisamente porque el presidente y sus negociadores no puedan sacarlos adelante, lo que colocaría su supervivencia política en un grave aprieto, sino porque este objetivo, la supervivencia, se convierta, aprobándolos, en la más seria y lamentable prueba de que es preciso el adelanto electoral. En el último Debate sobre el Estado de la Nación se explicitó que el socio elegido por el presidente era el PNV y este partido es consciente de que su baza negociadora no es ya la tranquilidad parlamentaria sino, llanamente, la subsistencia de Rodríguez Zapatero. Ante la alarma de Patxi López sobre lo que los nacionalistas puedan reclamar, un dirigente del PNV le reprocha una actitud incomprensible «si quiere que el Gobierno central se mantenga».

El PNV asegura querer, incluso para que lo administren los socialistas en Vitoria, añade con indisimulado cinismo, «pleno autogobierno» entendiendo éste a su particular manera y con el añadido deseo de dar de paso una patada en el trasero de los acuerdos entre socialistas y populares que les llevaron a la oposición. Las políticas activas de empleo, por ejemplo, no están transferidas por una inquina que no existe con otras comunidades autónomas, sino porque el PNV, en el poder o no, las reclama de un modo que rompe la unidad de caja de la Seguridad Social y no puede considerarse acorde a la Constitución. Si Rodríguez Zapatero, que ya paralizó por idénticas presiones la transferencia razonable negociada por López, tiene que pasar ese fielato es mejor, sencillamente, que convoque elecciones. No por falta de apoyos, que en este mercadeo podría conseguir, sino por seriedad y solvencia. Incluso los que no las quieren hoy se lo agradecerían. Y los que las desean deberían saber qué va a hacer quien las gane con los nacionalistas.


ABC - Opinión

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