viernes, 16 de julio de 2010

Reprobación y hundimiento virtual de ZP. Por Antonio Casado

La comunicación no verbal del presidente del Gobierno nos puso ayer por la mañana frente a un político agonizante. Sus asesores de imagen deben haberse tomado las vacaciones por anticipado. “Un muerto que habla”, oigo a mi lado. Terrible la frase del colega. Pero la frase se hizo carne al ver a Zapatero envejecido, agotado, somnoliento y con unas ojeras hasta los pies, mientras braceaba entre argumentos y palabras de réplica a Rosa Díez, Uxue Barcos, Carlos Salvador, etc., en el tramo final del debate sobre el estado de la Nación tras la dura jornada del miércoles.

En cuanto a la comunicación verbal, propia de los templos de la palabra, como el Parlamento, Zapatero ha perdido la ocasión de reinventarse como personaje del drama. Las recurrentes embestidas contra el PP no curan el estupor de sus electores, que siguen esperando explicaciones creíbles al frenazo en sus compromisos con los más débiles. ¿Y eso como computa en la batalla por el poder? Eso ya necesita de precisiones contables.

Me dicen en el entorno de Mariano Rajoy que el debate ha sido una cuestión de confianza encubierta que el presidente del Gobierno ha perdido por goleada. Hombre, sería más propio hablar de reprobación virtual (la cuestión de confianza la plantea el afectado y no ha sido el caso), pero se entiende la idea. A Zapatero le han apedreado por la izquierda y por la derecha, pero de aquella manera. Como un campeón de boxeo que retiene el título aunque le machaquen en un combate de exhibición.

El título no está en juego. Y no lo estará hasta la primavera de 2012, salvo improbable desfallecimiento del titular (elecciones anticipadas). O paso al frente del aspirante (moción de censura), que tampoco parece una hipótesis manejable a corto o medio plazo. Así que tendrán que seguir toreando de salón los conjurados para destronar a Zapatero. Su hundimiento es sólo virtual. Tan virtual como en las encuestas, en las tertulias y en los pregones de la cuenta atrás, tantas veces desmentidos luego por el BOE.

Lo de estas dos últimas jornadas en el Congreso de los Diputados, por ir al ejemplo que nos ocupa, no pasa de ser una representación. Muy dura, eso sí, como se reflejaba ayer en el rostro del protagonista. El agonista, que diría Unamuno, al verle ojeroso y adormilado en los últimos lances del debate.

En esta ocasión, además, se ha suprimido la votación en caliente de las resoluciones. Los grupos pueden presentarlas hasta las 14.00 horas de hoy, pero sólo podrán votarse a partir del martes que viene y, al no ser vinculantes, ni siquiera sirven para obligar al Gobierno a actuar de conformidad con las mismas.


El Confidencial - Opinión

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