miércoles, 21 de julio de 2010

¿Qué vale un soldado?

Para ZP y Moratinos es más importante la resolución sobre el estatuto de Cataluña que los soldados que se juegan la vida en territorio afgano.

MIGUEL Ángel Moratinos tenía prisa. Se fue de gira por Asia Central con una generosa delegación de medios de comunicación que él no consideraba incómodos. Primero hizo escala en Almaty por los rescoldos de una presidencia de la OSCE de ignota relevancia. Después se llegó a Qala i Naw, en la provincia afgana de Badghis, donde fue revestido con los atalajes de los señores locales —«longui» y «chapan»— proclamando una excepcionalidad de rito que no lo es tanto como se vendió a los medios españoles; en el caso de alguno de nuestros aliados se ha concedido la misma merced al embajador en Afganistán. Y, finalmente, fue a Kabul, donde se reunió con el presidente Hamid Karzai y el ministro de Exteriores, Zalmai Rasool.

Concluidas esas entrevistas, Moratinos consideró llegada la hora de volver a España. Y mientras caían sobre Kabul el secretario general de la ONU y cuarenta ministros de Asuntos Exteriores —Hillary Clinton incluida— el ministro de Exteriores español creyó más relevante —según declaró— volver a Madrid a votar las resoluciones no vinculantes del debate sobre el Estado de la Nación. Ese es el valor que dan Moratinos y Zapatero a la presencia de las tropas de España que arriesgan su vida en Afganistán. Es más importante la resolución sobre el estatuto de Cataluña, que encabezaba las votaciones de ayer tarde, que los soldados que ponen su vida en juego en territorio afgano. Y prueba del valor que dan Zapatero y Moratinos a la vida de nuestras tropas es que en lugar del ministro quedó en Kabul la secretaria de Estado de Cooperación. Y aunque a este Gobierno le gustaría creer que nuestro Ejército es un cuerpo de socorristas, en Afganistán están librando una guerra que exige un liderazgo político. No una cooperante.

ABC - Editorial

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