sábado, 3 de julio de 2010

Qué objetivo. Por Eduardo San Martín

El rompecabezas territorial compuesto con paciencia de orfebre durante tres décadas, descuajaringado.

Ah, pero ¿había un objetivo? Y si lo había y se ha cumplido, entonces ¿el objetivo era esto? El rompecabezas territorial compuesto con paciencia de orfebre durante tres décadas, descuajaringado; las comunidades autónomas lanzadas a una subasta imposible; media Cataluña cabreada con el resto de España; la aparición como actor político relevante de una opción independentista hasta entonces marginal. ¿Era ese el objetivo que se ha cumplido? Y si no lo era, ¿a qué se refería Zapatero? Los designios del presidente del Gobierno son inescrutables. Sobre todo para él mismo.

Concedámosle, pues, el beneficio de la duda. Lo que no le deja en mejor lugar. Ni él mismo sabía a dónde iba. Había, sí, un objetivo de partida. Prestar cobertura política al candidato Maragall, que no había encontrado mejor discurso para acabar con la hegemonía nacionalista que arrebatarle la antorcha del agravio. Maragall y el PSC habían sido decisivos en la elección de Zapatero como líder del PSOE. Así que nobleza obligaba. La reunión de Santillana del verano de 2003 trató de enfriar el calentón de Maragall; de fijar límites y poner orden en una hipotética revisión territorial. Ni caso. El estrambótico dirigente catalán se llevó a Zapatero atado de su ronzal («Apoyaré cualquier estatuto que apruebe el parlamento catalán»). Después vino todo lo demás.

Pero no había un propósito final, más allá de unas cuantas vaguedades sobre la España plural. Se equivocaban quienes atribuían a Zapatero pérfidos propósitos; la ruptura de España y toda esa cantinela. Ni siquiera eso. El propio presidente presumía de no saber hasta dónde se podía llegar. Se hacía camino al andar. La negociación y la transacción, no como método, sino con fin en sí mismo. Como en tantas otras ocasiones. Lo importante era abrir el melón. Y ha sido el TC quien se lo ha tenido que cerrar. De mala manera. Una víctima más.


ABC - Opinión

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