viernes, 23 de julio de 2010

Infraestructuras a la baja

Ya era conocido que el Ministerio de Fomento soportaría el peso del ajuste impuesto por la Unión Europea al Gobierno con el objetivo ineludible de reducir el déficit público. Faltaba conocer los detalles de ese grueso recorte y de cómo repercutiría en el presente y el futuro de un sector estratégico. El ministro de Fomento, José Blanco, explicó ayer en el Congreso que se suspenderán o retrasaran un total de 231 convenios que afectan a obras en carreteras y ferrocarriles, ya que los puertos y aeropuertos se salvan de momento. El importe total asciende a 9.626 millones de euros, dentro de una cartera de proyectos adjudicados y pendientes de ejecución que ascendía a 33.126 millones. La envergadura de la reestructuración supone un impacto notable que, evidentemente, tendrá consecuencias económicas y sociales. Es algo que estaba previsto y que genera un enorme malestar político, social y económico. El impacto de la crisis económica y la necesidad de hacer un importante ajuste no han dejado otra salida. Era lógico que fuera el Ministerio de Fomento, que es el que cuenta con mayor capacidad inversora, el destinatario del recorte más importante y uno de los más polémicos. En numerosas ocasiones hemos expresado nuestro rechazo a la política económica del Gobierno, que se ha caracterizado por la gestión errática y desordenada de la vicepresidenta Salgado. No coincidimos con las líneas políticas de este Gobierno en materia social, cultural y otras muchas. Lo fácil sería criticar el recorte en Fomento y actuar demagógicamente. No ha sido ni será el estilo de este periódico. Es cierto que se tendría que haber actuado antes y haber gestionado los recursos presupuestarios con mayor eficacia y rigor. No se ha hecho y no dejaremos de recordarlo, pero los recortes en las infraestructuras, desgraciadamente, eran imprescindibles. No parece que existan otras partidas en los gastos gubernamentales que permitan sumar esos casi 10.000 millones. Durante los años de Gobierno de Aznar se logró un extraordinario salto cualitativo en materia de infraestructuras, que ha sido enormemente beneficioso para la economía española. Fueron ocho años extraordinarios que dejaron una senda de crecimiento y bienestar de la que se benefició el actual Gobierno. Ahora corresponde apretarse el cinturón. Es una situación coyuntural y cuya duración dependerá de que se hagan bien los deberes, tanto el Gobierno como el resto de administraciones públicas. Es aquí donde nos surgen dudas teniendo en cuenta las graves carencias del equipo económico liderado por Salgado. Los recursos son escasos y es necesario recuperar la credibilidad, lo que comporta enormes sacrificios pero se tienen que hacer con seriedad y rigor. No pueden ser el resultado de la improvisación o ideas preconcebidas desde una doctrina izquierdista felizmente superada en los países con económicas más dinámicas y eficaces. El rigor presupuestario basado en la aplicación de unos recursos escasos en la economía productiva es el único camino posible para salir fortalecidos de la crisis. Es lo que están haciendo el resto de países de nuestro entorno y es lo que debería hacer España.

La Razón - Editorial

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