jueves, 3 de junio de 2010

Demagogia fiscal

EL PSOE hace pagar las consecuencias de su incapacidad para afrontar la crisis a los pensionistas y a los funcionarios públicos, pero no renuncia a los gestos demagógicos dirigidos hacia el sector más radical de la izquierda.

El mensaje de que es necesario crear un nuevo impuesto «para los ricos» ha calado por todas partes, aunque nadie sabe con certeza quiénes se incluyen en dicha categoría, ya que Rodríguez Zapatero y sus ministros siguen dando bandazos y emitiendo señales contradictorias. Algunos dirigentes territoriales se apuntan ahora a esta escalada de populismo fiscal, aprobando incrementos del tramo autonómico del IRPF que se deben concretar a través del correspondiente proyecto de ley.

En el caso de Cataluña, el Ejecutivo gravará las rentas superiores a 120.000 euros anuales con dos puntos a partir de ese nivel, y con cuatro puntos para las rentas superiores a 175.000 euros. Se trata, pues, de una definición amplia del concepto de «ricos» en la medida en que incluye a muchos profesionales que perderán a partir de ahora cualquier incentivo para mejorar sus ingresos con tal de no incorporarse a tramos sujetos a mayor gravamen. En total, la subida alcanza al 0,5 por ciento de los contribuyentes catalanes y se espera recaudar así unos 75 millones de euros, cifra que por sí sola supone una contribución muy limitada a la reducción del déficit. En Baleares, el Ejecutivo que preside Francesc Antich ha optado también por esta vía, nada convincente, porque carece de efectos recaudatorios suficientes y solo pretende lanzar una cortina de humo para cubrir la ineficacia de los responsables políticos ante la crisis.

Lo cierto es que tanto Rodríguez Zapatero como muchos líderes territoriales del Partido Socialista han perdido su credibilidad ante los ciudadanos y pretenden ganar algunos votos entre una izquierda trasnochada que se deja seducir por la retórica absurda que recuerda a la obsoleta lucha de clases. Al final, salen perdiendo aquellos cuyas rentas están plenamente controladas y se corre el riesgo de una fuga de capitales que podría llevar al efecto contrario al deseado. Las actitudes populistas no sirven de nada a la hora de generar confianza en una sociedad que no se conforma con palabras vacías y no está dispuesta a aceptar como una noticia jubilosa la mejoría estacional del desempleo o el crecimiento de una décima en el PIB. Zapatero y los suyos siguen empeñados en seguir un camino que no conduce a ningún sitio


ABC - Editorial

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