jueves, 24 de junio de 2010

Acosado y peleón, Zapatero opta por el contraataque. Por Antonio Casado

Sobre la averiada figura de Rodríguez Zapatero volvieron a caer chuzos de punta en una animadísima sesión del Congreso. Por la derecha y por la izquierda.

Nadie le hizo la ola por su actuación en el semestre europeo, salvo el portavoz socialista, José Antonio Alonso. El balance de la presidencia española de la UE fue el pretexto de ocasión para desplegar el mismo discurso reprobatorio que prácticamente todos los grupos, por distintas razones, le vienen dedicando al Gobierno y a su modo de combatir la crisis económica.

Sin embargo, por primera vez en estos últimos meses del "Via Crucis" (Rosa Díez dixit), a Zapatero no se le vio abatido ni a la defensiva. Más bien al contrario. Entró al trapo en los cruces con los distintos portavoces. Quiero decir que, lejos de arrugarse bajo la tormenta, como en otras ocasiones, no rehuyó la pelea verbal y argumentó con eficacia en su legítimo derecho a desmontar las críticas más o menos injustas formuladas contra él y su Gobierno. Como los demás tampoco se mordieron la lengua, la de ayer resultó una de las más vivas e interesantes sesiones parlamentarias de la presente Legislatura.


Como era previsible, el más intenso de los cruces lo protagonizaron los dos primeros actores del drama: el titular y el aspirante. Ninguna novedad en el discurso de Mariano Rajoy aplicado al caso: “Pensaba escribir un guión europeo y resulta que otros se lo han escrito a usted”, dijo antes de recrearse en describir una economía española “intervenida” y “bajo protectorado”, en curiosa sintonía con valoraciones tan de izquierdas como las Gaspar Llamazares o Joan Ridao (“Usted no manda, a usted le mandan los mercados”).

Lo demás fue reiteración sobre la falta de credibilidad de Zapatero o su insuperable tendencia a improvisar, mentir y contradecirse. Pero en esta ocasión, insisto, hubo algo parecido al contraataque. El presidente del Gobierno arremetió contra la figura del líder del PP por su “escandalosa falta de ideas”, por despreciar lo que ignora, por su nulo sentido de la responsabilidad, por su incapacidad para formular ninguna propuesta y por no saber vivir sin el manual de descalificaciones.

Primera entrega del debate sobre el Estado de la Nación

Nunca había mostrado Zapatero una agresividad tan directa y tan explícita contra su principal adversario político. Se quejó Rajoy de esa actitud y en la réplica posterior su adversario cogió el guante: “Le ataco porque usted no para de atacarme a mí”. En la reyerta se diluye la ya inalcanzable posibilidad de algo que nos recordase, siquiera vagamente, un pacto para que las dos primeras fuerzas del espectro político combatieran juntas contra la crisis económica por el bien de unos intereses generales donde no deberían tener cabida ni la conservación del poder a favor de un partido ni la prisa de otro por recuperarlo. Pero ya sé que esto es predicar en el desierto. Sobre todo si el desierto se ha repoblado de gente faltona, intolerante y maleducada.

En resumen, que la reyerta se comió las valoraciones en los distintos frentes de actuación de la presidencia española. Sobre todo el económico, con decisiones tan sonadas como los planes de reducción del déficit público, la creación del fondo financiero de rescate de socios en apuros (750.000 millones) o las medidas orientadas a mejorar la regulación de los mercados. La sesión se politizó tanto que algunos la vieron, con razón, como una primera entrega del debate sobre el Estado de la Nación, previsto para los días 14 y 15 de julio.


El Confidencial - Opinión

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