sábado, 6 de marzo de 2010

La que nos viene. Por M. Martín Ferrand

RESIGNOS, como estamos, a no verlas venir y dejarlas pasar hemos asistido esta semana a un nuevo record en el precio de la gasolina. No pasa nada. Un Gobierno incapaz se corresponde con una oposición inactiva y una sociedad insensible para que el asunto dominante del momento sean las próximas vacaciones de Semana Santa. Ignoro si es consecuencia del fatalismo tradicional en la vida española o un efecto del regusto masoquista que la socialdemocracia tiende a inocular en la ciudadanía. Los oráculos se desgañitan previniéndonos de la catástrofe. Todas las señales perceptibles resultan alarmantes; pero el Gobierno, lejos de modificar las estructuras políticas y económicas en las que se cimenta nuestro fracaso colectivo, habla ahora de perseguir el fraude fiscal. Como Ásterix decía de los romanos, están locos estos (líderes) hispanos.

Más clarificador y sensato resulta escuchar la voz de los empresarios capaces de crear riqueza y generar empleo, no tanto de los banqueros y constructores que viven escalas, intereses y entramados distintos que la mayoría de los empleadores y sus empleados. En ese sentido conviene prestarle atención a Juan Roig, presidente de Mercadona, una empresa con 1.300 tiendas abiertas y una facturación de 15.500 millones de euros. Dice el rector de tan floreciente negocio, con 60.000 trabajadores fijos en su plantilla, que «la que nos viene es gorda». Así, con lenguaje que todos podemos comprender, muy distinto del que usan nuestros representantes, quedamos avisados de que la crisis tiende a engordar y nos costará mucho sacudírnosla si no se toman las drásticas medidas que exige la situación.

Mientras tanto, las Cámaras de Comercio, el último sindicato de afiliación obligatoria que queda en Occidente, se han convertido en guardaespaldas gubernamentales haciéndonos creer, en una campaña obscena, que «esto lo arreglamos entre todos». Aparte de que el Tribunal de Cuentas debiera revisar las de las Cámaras, para las que trabaja como cobrador la Agencia Tributaria, no es serio gastar dinero, venga de donde venga, para pregonar una falsedad. Esto lo arreglan empresas solventes, grandes como Mercadona o pequeñas como la tintorería de la esquina; pero sólo si cuentan con un marco legal que nos permita alcanzar una productividad como la media de la UE. Es decir, no sin un Gobierno dispuesto a perder el amor sindical y la adhesión funcionarial.


ABC - Opinión

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