viernes, 5 de febrero de 2010

Ya, por favor, ya. Por Alfonso Ussía

Muy mal tiene que estar Zapatero para que plumas amigas con indudable talento como la de Carmen Rigalt se vean inducidas a recurrir a Aznar para salvar los trastos. Aznar no dijo otra cosa que con Zapatero España ha descendido a la Segunda División, que es opinión moderadísima.
Menos moderados han estado el presidente socialista de Castilla-La Mancha, José María Barreda, y el Comisario de Asuntos Económicos de la Comunidad Europea, el también socialista Joaquín Almunia, que ha anunciado posibles intervenciones en España, Portugal y Grecia si sus respectivos Gobiernos no se toman en serio sus políticas económicas. Y el antiguo asesor de Zapatero y Nobel de Economía Paul Krugman ha ido más allá, manifestando que la situación española es mucho más grave que la portuguesa o la griega, que manda huevos. Improvisación, incompetencia, frivolidad y ridículo. Contradicciones y desmentidos. Los ministros del Gobierno se desautorizan unos a los otros un día sí y otro también. Hasta los subvencionados sindicatos se han atrevido a protestar y anunciar movilizaciones. Pienso en Zapatero y no me queda más remedio que recurrir al gran P. G. Wodehouse describiendo a un viejo conocido: «Su coeficiente de inteligencia era algo menor que el de una almeja vuelta al revés; una almeja, todo hay que decirlo, que hubiera sido golpeada en la cabeza en su infancia».


Zapatero es un político desvinculado de la lógica y el sentido común. Exceptuando a Rubalcaba –hoy agobiado por el siniestro «Caso Faisán»–, y a José Blanco, parece haber formado su Gobierno mientras jugaba con su familia al «Trivial Pursuit». La vicepresidenta De la Vega también se ha contagiado y protagoniza últimamente excesivas banalidades. Carmen Chacón, la ministra de Defensa, se salva del desbarajuste. Pero el resto es de vodevil malo, de carcajada mostrando las encías. Esa Bibiana, esa Sinde, ese Moratinos, ese Corbacho, esos desastres, son consecuencia directa del desastre principal, del efímero orante.

En lo único que ha demostrado Zapatero decisión y astucia ha sido en la recuperación del rencor. Se trata de un doctrinario obsesivo. En Europa se lo toman como al pito del sereno y en los Estados Unidos se ríen de sus cosas. Como español, me siento avergonzado de la imagen internacional del que es mi presidente. Ya le fallan hasta las malas ideas. Y todo es consecuencia de una mentira imperdonable. Zapatero mintió con descaro negando la existencia de la crisis económica. Lo hizo para ganar votos. No fue una mentira electoral oportunista y sin importancia como las reconocidas por el Viejo profesor, Tierno Galván. Fue una mentira brutal e irresponsable, cínica y demoledora. España no se preparó para enfrentarse al desastre y hoy padece las consecuencias del grupo de tontos que nos gobiernan. En el momento que escribo mi lamento, la almeja golpeada se halla en plena oración. Me uno al ruego y se lo pido. Váyase ya, por favor, váyase ya.


La Razón - Opinión

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