lunes, 8 de febrero de 2010

La encrucijada de Rajoy: el difícil equilibrio entre patriotismo y oportunidad . Por Federico Quevedo

Solo hacía falta asomarse a las portadas de los periódicos del viernes, El Confidencial incluido, para que cualquier observador mínimamente imparcial se diera cuenta, fuera consciente, de que la situación política española ha entrado en lo que en lenguaje aeronáutico se llama en barrena, en una deriva imparable hacia el desastre. A lo largo de estos ya casi treinta y cinco años de libertad nuestro país no ha vivido una situación semejante a la actual, en la que confluyen una crisis económica muy profunda, una crisis institucional sin precedentes, una crisis territorial grave y una crisis política de mucho calado en la medida en que el Gobierno se muestra incapaz de ofrecer el más mínimo resquicio a la esperanza y, al contrario, aparece como en estado de shock absolutamente superado por los acontecimientos. Una sola semana ha bastado para poner de manifiesto el alcance de esta situación y hasta qué extremo su gravedad afecta no solo dentro de nuestras fronteras sino, también, más allá de ellas, así como la medida en que el Gobierno se muestra desnortado y desconcertado, incapaz de reaccionar. Ni siquiera cabe recurrir a la nota de humor de la presencia de Rodríguez en el Desayuno de la Oración, porque la realidad es tan dolorosamente grave que la hilaridad se puede incluso volver en contra, pero su imagen y su discurso al otro lado del Atlántico son un fiel reflejo de hasta qué punto el presidente vive muy lejos, extremadamente lejos, de esa realidad.

Lo que hemos vivido en estos siete días no tiene precedentes, y ni siquiera la confirmación de los peores augurios de quienes desde hace tiempo venimos advirtiendo de esta deriva imparable puede servir de satisfacción: la cruda realidad es que el proyecto político de José Luis Rodríguez Zapatero se ha venido abajo como un castillo de naipes, llevándose por delante los elementos básicos para una convivencia en paz, libertad y progreso sobre los que se construyó la Transición. Lo ocurrido en unos pocos días, casi desde que España estrenara la Presidencia Europea, pero sobre todo desde la asistencia de Rodríguez al Foro de Davos, no es otra cosa que la recolección de la siembra de estos años atrás: inacción política, división forzada de los españoles y ruptura de los consensos constitucionales. España ha perdido por completo el crédito que tenía en el exterior, y esto que es algo sobre lo que unos pocos llamábamos la atención desde tiempo atrás, se ha manifestado con una crudeza casi cruel en las dos últimas semanas. Y para que un país pierda su crédito exterior, es necesario que en el interior todo vaya mal, muy mal, y que el Gobierno se muestre incapaz de reconducir la situación. Ese es, exactamente, el análisis limpio y frío que cabe hacer en este momento de la realidad de nuestro país, les guste o no a algunos que se empeñan en mantener viva la llama de la confianza en un presidente que ha cimentado toda su estrategia política en una farsa.

Todos pendientes de Rajoy

¿Qué hacemos ahora? Inevitablemente, los ojos de los ciudadanos se vuelven hacia el líder del principal partido de la oposición, el único que en una democracia como la nuestra puede coger en sus manos el testigo de la alternativa. Da igual lo que digan las encuestas sobre su popularidad, puesto que en una situación así las respuestas de los encuestados se radicalizan mucho y mientras los votantes de centro-derecha mantienen una actitud más moderada, los de centro-izquierda abusan de su animadversión hacia el líder que saben que puede arrebatarles el poder. Lo cierto es que todo el mundo, en este momento, está pendiente de Rajoy y son ya pocos en el país los que todavía no creen que vaya a ser el próximo presidente del Gobierno de España. Pero, hasta que eso ocurra, se va a mirar con lupa todos y cada uno de los movimientos que lleve a cabo el líder del PP, cuya responsabilidad es, en estos momentos, si cabe mayor incluso que la que puede tener Rodríguez Zapatero, en la medida en que éste último se ha demostrado incapaz de dar respuestas a los problemas del país, que son muchos y muy graves. Consciente de su papel, el líder del PP está obligado a guardar un escrupuloso equilibrio entre el sentido de Estado que debe llevarle a evitar cualquier movimiento que pueda agravar, aunque solo sea un poco más, la actual situación, y el deber con su partido y con sus votantes de no perder la oportunidad de volver al poder para llevar a cabo su proyecto político.

Viéndose con la soga al cuello, es más que probable que Rodríguez intente, por todos los medios a su alcance, no caer en el abismo sujetándose in extremis de un pacto con el Partido Popular. Pero ese pacto, necesario para poner en orden todo lo que Rodríguez ha torcido durante estos años, solo es posible llevarlo a cabo previa consulta de los ciudadanos en las urnas, y esa y solo esa puede ser la respuesta del PP a una oferta tramposa que llegará de la mano de quien comenzó a gobernar asentando su estrategia en el Pacto del Tinell y la política del cordón sanitario, es decir, buscando en todo momento la exclusión, cuando no el aniquilamiento, del centro-derecha. Rajoy esta obligado, por tanto, a actuar con un componente extra de serenidad para evitar sucumbir a la tentación de echarse al monte, sugerida por el ala más a la derecha de su partido y el entorno mediático que la sustenta, y tampoco dejarse seducir por los cantos de sirena de quienes, desde la izquierda supuestamente moderada, le van a reclamar que arrime el hombro junto al Gobierno por el bien del país al tiempo que le adulan como próximo presidente del Ejecutivo. En ambos casos la trampa tiene un único ganador, Rodríguez Zapatero, y sólo desde una exquisita claridad de ideas y una templada firmeza podrá el líder del PP evitar que la balanza se incline a un lado o al otro. La salida de la crisis, de la profunda crisis política, económica e institucional que atraviesa nuestro país, solo tiene una dirección: elecciones generales, y cuanto antes, mejor.


El confidencial - Opinión

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