miércoles, 17 de febrero de 2010

El principio. Por Alfonso Ussía

Creo que ayer se produjo el principio. El principio del fin. La orden a Garzón de la Audiencia Nacional de proseguir «hasta el agotamiento» las diligencias en el llamado «Caso Faisán», ese posible GAL invertido, puede terminar con el Gobierno de Zapatero. «Gravedad sin precedentes», intuye el auto de la Audiencia. Garzón –le vienen las tortas a pares–, obligado a tomar declaración a testigos policiales y a pedir a Francia toda la documentación de las llamadas de los terroristas etarras. Garzón no podrá archivar el caso, como era su deseo, para salvar de la ignominia a sus amigos políticos. Ayer, cuando Zapatero recibió en La Moncloa a la gente del cine, no estaba tan dicharachero como de costumbre. Se le puede caer encima un meteorito de indecencia. Ayer, el Fiscal Conde Pumpido, no presentaba la habitual lozanía en su rostro ni en su gesto. Ayer, el juez Baltasar Garzón, que anda por ahí mendigando apoyos rarísimos, sufrió un nuevo varapalo. Ayer, en Senegal, el ministro Rubalcaba no tenía ganas de hablar salvo con el desierto. «Amigas dunas, gráciles gacelas, hienas carroñeras, palmeras de los oasis, ¿cómo va a terminar todo esto?». Y el desierto, siempre duro y sincero, que le respondió: «Si funciona el Estado de Derecho, mal, Alfredo, muy mal».

Ayer, en algunos altos mandos policiales se presentó de improviso, la colerilla. No se trata la colerilla de un ataque de cólera dominado por la prudencia, sino de una colitis, una correntía intestinal de muy complicada curación. Si vergonzosa fue la abierta negociación de un Gobierno democrático con los terroristas de la ETA –«Otegui es un hombre de paz» ¿recuerda, señor Zapatero?–, insostenible sería que por no dificultar la repugnante concordia, algún mando policial recibiera del Gobierno la orden de informar a los terroristas de los movimientos policiales. Insostenible sería la postura del juez Garzón, tan diligente en otras causas. Insostenible la dejación de la Fiscalía. Insostenible la permanencia de un Gobierno capaz de llevar a cabo semejante fechoría.

Ayer se agrietaron gestos y rostros, y se oscurecieron futuros y sueños de poder. Ahora acusarán también a los miembros de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional de franquistas. El único argumento. «Quien no esté con nosotros, es un franquista, un facha, un cavernícola». La dignidad de un Gobierno puede saltar hecha añicos si el Poder Judicial mantiene su independencia. Eso, el Estado de Derecho. Ayer no se produjo un traspiés. Ayer se inició el camino hacia el final, el término de la pesadilla, la meta de la gamberrada.

No fue el de ayer un día de sonrisas en la sede del PSOE. Si lo que se intuye se demuestra, si lo que se sospecha se abre a la luz, la ciudadanía asistirá asombrada a una quiebra inconcebible de la normalidad gubernativa. El GAL vuelto del revés. Las balas ilegales convertidas en flores entregadas. Todo encaja. Mientras volaba libremente «El Faisán», las mujeres del Cine oficial, le entregaban a la abogada de la ETA Jone Goricelaya rosas blancas. Otegui el hombre de paz, los faisanes avisados, la letrada de la ETA abrazada por Pilar Bardem. Coincidencias del sistema y de la fuerza del poder.

Pero no. Si el Estado de Derecho funciona, como ha dicho el desierto, esto va a terminar mal, muy mal. Y lo siento por ti, Alfredo.


La Razón - Opinión

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