miércoles, 13 de enero de 2010

Europa rompe el sueño del PSOE

MÁS allá de las anécdotas, el arranque de la presidencia española de turno en Bruselas refleja la fragilidad de las políticas exterior e interior de Rodríguez Zapatero, cuya extrema confianza, y la de los estrategas del PSOE, en que este semestre europeo resucitaría su maltrecha imagen pecaba de ingenuidad y, peor aún, de desconocimiento de la realidad. Por un lado, la aprobación definitiva del Tratado de Lisboa iba a implantar una presidencia estable de la Unión Europea que reduciría drásticamente la relevancia que correspondía por turno a España. Por muy gris que pueda ser la figura del belga Van Rompuy, él es el presidente de la Unión y su máximo representante. La reubicación de la presidencia española la ha relegado a un papel de acompañamiento ilustrado. Además, el renovado «corazón europeo» franco-alemán ha cogido con ganas las riendas de la Unión, más aún cuando son Francia y Alemania los países que antes y con mayor claridad han empezado a salir de la crisis económica. Pronto han marcado el territorio del poder en Bruselas con la reconvención alemana al Gobierno español por el anuncio de sanciones a los países que no cumplan los objetivos económicos. Nada se debe al azar.

El Gobierno socialista optó por un papel mediocre en Europa desde que tomó posesión en 2004, decidiendo no sólo secundar el tándem -ya entonces terminal- de Schröder-Chirac, sino también renunciar a la posición de fuerza que el Ejecutivo de Aznar había logrado en Niza para España. Por tanto, si España ya no está en la vanguardia europea se debe a decisiones concretas del Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero.

Tampoco la estrategia interna de la presidencia española parece bien enfilada. Si la factoría socialista confiaba en que la agenda internacional de Rodríguez Zapatero iba a a cautivar a la opinión pública española, el pronóstico va errado. La crisis económica nunca premia estas estrategias de diseño para un Gobierno desautorizado dentro y fuera de nuestras fronteras. Ni siquiera la ansiada foto con Obama va a tener efectos taumatúrgicos, porque el presidente de Estados Unidos ha perdido ante el progresismo el lustre planetario con su clara opción por la guerra contra el terrorismo de Al Qaida, que tiene escasos o nulos matices respecto de la era Bush. La política exterior no va a modificar de forma significativa la opinión de la sociedad española, que ni destaca por su eurofilia ni olvida los más de cuatro millones oficiales de desempleados. Las bazas del PSOE para 2010 empiezan a tener la pólvora mojada.


ABC - Editorial

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