viernes, 29 de enero de 2010

El sitio del «Guernica»

BAJAN revueltas las aguas en el Ministerio de Cultura después de la información publicada ayer por ABC sobre los planes del Museo del Prado de trasladar el «Guernica» de Picasso desde el Reina Sofía al antiguo Museo del Ejército, cuyo Salón de Reinos forma parte del proyecto museológico de la primera pinacoteca española. No son nuevas, por supuesto, las controversias en torno a la ubicación del famoso cuadro, pintado hace ahora setenta y tres años y que llegó a España en plena Transición, como símbolo de la recuperación de las libertades. Después de un tiempo en el Casón del Buen Retiro, el «Guernica» parecía haber encontrado su lugar definitivo en 1992, como centro y eje de la colección del CARS. A todo ello se suma el delicado estado de conservación de una obra que sufrió múltiples daños en traslados poco rigurosos y que fue declarada «inamovible» por expertos de todo el mundo ante la solicitud de un préstamo temporal por el Guggenheim de Bilbao. Ya entonces se produjo un choque político de alto voltaje, que provocó un lamentable comentario de Xabier Arzalluz sobre las bombas y las obras de arte. Lo cierto es que nadie había cuestionado hasta ahora ese dictamen pericial, elaborado -entre otros- por la actual jefa de Restauración del Prado.

A pesar de su autonomía administrativa, las dos instituciones que se disputan el cuadro dependen del Ministerio de Cultura. Al margen de la opinión de los respectivos directores y patronatos, la ministra González-Sinde debía pronunciarse con claridad sobre una disputa que no debería ventilarse en público, y así lo hizo ayer. Se trata en realidad de una cuestión de política cultural. Una vez definido el modelo de museo que se pretende implantar, será el momento de adjudicar las obras correspondientes a una u otra institución. Lo contrario es empezar la casa por el tejado para atender a necesidades de corto plazo. El propio proyecto del Salón de Reinos debe ser objeto de un debate a fondo, sobre todo si se pretende que «La rendición de Breda» de Velázquez y otros grandes lienzos -hoy día en el edificio Villanueva- vuelvan a su lugar de origen. El famoso pacto parlamentario por el cual el Museo del Prado queda al margen de la controversia partidista no debe ser obstáculo para que se produzca un pronunciamiento expreso del Ejecutivo y de la oposición sobre un asunto de máxima importancia política y cultural, con el fin de evitar movimientos interesados que no benefician a nadie.

ABC - Editorial

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