domingo, 14 de junio de 2009

UNIVERSITARIOS DE GENERO Y GENERA. Por Arturo Pérez Reverte

Desde Viriato hasta hoy, en España nunca faltaron delatores y chivatos. Es nuestra especialidad. La Inquisición se nutrió durante siglos de gentuza que le daba a la mojarra, berreándose de vecinos, amigos y familiares. Cada represión estatal o local, cada guerra civil sin distinción de bandos ni ideologías, llenó a sus anchas cementerios y fosas comunes con el viejo sistema de apuntar con el dedo antes de hacerlo con la pistola. De sugerir en voz baja. A diferencia de los anglosajones, los nórdicos y los de ahí arriba de toda la vida, que suelen o solían denunciar al prójimo con el pretexto de que la sociedad debe defenderse y los buenos ciudadanos colaboran con la autoridad de turno, sea la que sea, los españoles pringamos en otro esquema. Lo del bien del Estado nos suena a guasa marinera, entre otras cosas porque el Estado fue siempre más enemigo que otra cosa. Y lo sigue siendo. Cuando aquí alguien delata no es por civismo, sino por congraciarse con quien manda, o puede mandar. Por miedo y vileza. Sin olvidar, claro, el ajuste de cuentas. Reventar al prójimo es el otro gran motivo. La segunda causa por la que un español denuncia al vecino –a menudo, la principal– es porque lo envidia o le estorba. Porque tiene una mujer que se parece a Carla Bruni, un coche grande, un marido guapo y simpático, un trabajo lucrativo, una casa bonita. Porque tiene éxito, o porque no lo tiene. Porque no piensa igual que él. Porque prefiere el café solo al café cortado. O el poleo. Porque vive y respira. Porque existe.

En tan ejemplar contexto, calculen lo que puede dar de sí el proyecto de un título de grado que gestione la Ley de Igualdad, según acaba de ser propuesto por una universidad madrileña: carrera universitaria de cuatro años, a tope, con su camisita y su canesú, «para formar profesionales que vigilen el cumplimiento de la ley de Igualdad». Aparte el extraño efecto de oír decir a una madre, toda orgullosa: «Mi Paquito estudia para inspector de Igualdad», sobre aficiones y gustos no vamos a pelearnos. En absoluto. Allá quien proponga las carreras que considere oportunas, y quien decida estudiarlas. Confieso, sin embargo, que el parrafillo ese de «profesionales que vigilen el cumplimiento de la ley» me inquieta. Suena demasiado a eufemismo de comisario político. A sicario de un régimen o una idea. Y más en relación con la Ley de Igualdad, que junto a muchas cosas oportunas y necesarias contiene también, de fondo y forma, ciertos puntos de vista discriminatorios, injustificados y discutibles.

En lo primero que pensé al enterarme de la noticia fue que si a la frase que entrecomillo líneas arriba le añadiéramos las palabras «de inmersión lingüística», tendríamos el perfil de esos siniestros funcionarios que ahora van por los patios de ciertos colegios vigilando que los niños no usen en el recreo otra lengua que la obligatoria, del mismo modo que hace cincuenta años –mande quien mande, siempre hay esbirros disponibles para trabajos sucios– procuraban imponer la lengua oficial del momento. Y si lo que añadiéramos fuese la palabra «islámica», tendríamos como resultado «profesionales que vigilen el cumplimiento de la ley islámica». O sea, una mutawa, como creo recordar la llaman en algún lugar del mundo musulmán. Me refiero, como saben, a la policía religiosa que va por las calles vigilando que las señoras lleven bien puesto el velo, que no fumen por la calle, que no conduzcan, y que las adúlteras y los homosexuales sean exquisitamente lapidados según los cánones del asunto. En versión española igualitaria, esos «profesionales que vigilen» vigilarán, supongo, que todo discurra según la ortodoxia del momento. Que todos digamos miembros y miembras bajo pena de multa o cárcel, que cualquier analfabeto con cartera ministerial pueda imponer su última ocurrencia por encima de la gramática, el diccionario y el uso de la calle, y que la farfolla políticamente correcta, la tontuna que violenta el sentido común e insulta la inteligencia, la sandia confusión entre desigualdad social y desigualdad biológica que tiene a tanto idiota de ambos sexos –que no géneros, rediós– con la chorra hecha un lío, nos atornille a todos entre el oportunismo, la incultura, la estupidez y el disparate.

Imaginen el panorama. La política de igualdad española en manos de agentes e inspectores titulados, universitarios a la medida, cortados por el patrón de ese diputado imbécil que hace unos días propuso obligar en los colegios, manu educatoris, a los niños a saltar a la comba y a las niñas a jugar al fútbol. En sintonía con la ignorancia insolente, contumaz, de la ministra Bibiana Aído y su gallinero de tontas de la pepitilla, feminatas desaforadas que tan triste favor hacen a la lucha por los verdaderos derechos de la mujer. Convirtiendo reformas razonables, necesarias, en un lamentable número del Bombero Torero. Para troncharse, oigan. Si no fuera tan triste. Y tan grave.

XL Semanal

Las comunidades autónomas han abierto 215 delegaciones en 37 países

La cuarta parte, de Cataluña

Las comunidades autónomas cuentan con un total de 215 oficinas y unidades administrativas repartidas por 37 países. Una cuarta parte de ellas depende de la Generalidad catalana. Por detrás, con la mitad de oficinas, se encuentran Valencia y Andalucía.


Así se recoge en un informe del Gobierno, actualizado a fecha 25 de mayo en el que se desglosan, país por país, el número de oficinas o unidades administrativas dependientes de las comunidades autónomas o de entes locales existentes en el extranjero.

El Ejecutivo reseña que existen 215 oficinas autonómicas en el extranjero y que la comunidad con mayor número de locales es Cataluña, con medio centenar (el 25 por ciento del total). A continuación figuran la Comunidad Valenciana, con 27, y Andalucía, con 22. Tras ellas, ya en un tercer nivel, aparecen el País Vasco (15) y Madrid, Asturias y Galicia, las tres con 12.

Chile, Bélgica y China, donde más

Además, del total de 37 países en los que las comunidades poseen delegaciones, son Chile, Bélgica (fundamentalmente por estar la capital europea en Bruselas) y China, por este orden, las que concentran el mayor número, seguidas de Portugal, Estados Unidos, Alemania, Argentina, Brasil, Francia y Polonia.

En concreto, de las 50 oficinas que dependen de Cataluña, cinco de ellas se encuentran en Alemania, cuatro en Estados Unidos y tres en Chile, Reino Unido y Francia. Además, hay países en los que la única presencia autonómica española corresponde a esta comunidad, como es el caso de Suráfrica, Turquía, Ucrania, Singapur, Finlandia, Dinamarca, Egipto o Australia.

Carod y su polémica gestión

La política exterior de la Generalidad ha sido asumida en este segundo tripartito por su vicepresidente, el republicano Carod-Rovira, que ha diseñado un plan de creación de delegaciones en base a las nuevas competencias que el Estatuto atribuye a la comunidad para reforzar la política exterior catalana.

Su gestión en este campo no ha estado exenta de polémica, sobre todo por las inauguraciones oficiales de sus delegaciones en un contexto de crisis económica y al conocerse el nombramiento de su hermano como delegado de la sede de la Generalidad de Cataluña en París.

Libertad Digital

ZAPATERO ESTA ESCOCIDO POR LA DERROTA ELECTORAL

Sólo el tradicional instinto autodestructivo de la derecha española, empeñada en debatir sobre las dimensiones de su victoria electoral del domingo, ha aliviado un poco el intenso malestar que la derrota ha provocado a los socialistas; ellos sí saben que han perdido, y por una diferencia importante, desde luego superior a la que esperaban.

Le han echado la culpa a Leire Pajín porque siempre es bueno que haya niños en casa, pero en el seno del PSOE ha surgido por primera vez la vacilación sobre la idoneidad de las estrategias de Zapatero.


Subraya Ignacio Camacho en ABC que mientras, en el entorno del PP, algunos siguen alimentando la duda y lamentándose de no haber obtenido una goleada -¿de verdad creen que es tan fácil vencer al zapaterismo?-, en el bando rival se ha empezado a instalar la preocupación por la posibilidad de un cambio, si no de ciclo, sí de tendencia.

Zapatero está escocido. Pese a las advertencias de sus arúspices demóscopicos, que le aconsejaron desmarcarse un poco de la campaña cuando vieron el tono de las encuestas, confiaba en ganar, o al menos en perder por un margen muy corto.

Los casi cuatro puntos en contra le han sabido a cuerno quemado, y no ha podido impedir que se le note el gesto torcido y una desabrida amargura.

Después del revés de Galicia, y de haber tenido que contar con el PP para dar el vuelco en el País Vasco, su imagen de ganador se deteriora a simple vista, y si no sufre más es porque el debate interno del rival continúa discutiéndole a Rajoy la capacidad de tumbarlo en el momento decisivo.

La reacción del presidente ha sido de una soberbia inaceptable; se ha excusado vaporosamente en las circunstancias, ha permitido que Blanco cargue contra Pajín, se ha negado a darles a los suyos y al país las explicaciones que merecían, y ha descartado cualquier atisbo de autocrítica y declinado toda responsabilidad.

Permanece cerrado a sacar consecuencias y a admitir que el fracaso electoral constituye un cuestionamiento de su política anticrisis; antes al contrario, para mantenerla ha subido los impuestos indirectos de los combustibles y el tabaco, una decisión que hace una semana acaso le habría supuesto perder por más del cuatro por ciento, y se ha enrocado en su concepto dogmático de la economía.

El mayor consuelo que le queda al Gobierno es que ha sido el mejor parado de toda la vapuleada socialdemocracia europea. Ya es conformarse.

El efecto de la jornada del 7-J, sumada a la del 1 de marzo, consiste en que ante la opinión pública el PSOE va por detrás y el PP por delante. Y que es al Gobierno al que le corresponde ahora remontar la corriente, remando cuesta arriba.

Un Gobierno que parece que hace un siglo que ganó las elecciones generales y que ya ha tenido que cambiar a media docena de ministros. El resultado no es ni mucho definitivo para la legislatura, pero desde luego tiene un mensaje y perjudicará al que peor sepa leerlo.

Periodista Digital

VERDURAS DE LAS ERAS. Por José María Carrascal

DEL mismo modo que la crisis no existía para el Gobierno antes de las elecciones generales, sus «brotes verdes» de antes de las europeas se han convertido en verduras de las eras tras ellas. No importa que esté Solbes o Salgado al frente de la Economía española, la mentira sigue siendo su único plan para la crisis. Y para todo.

Hay crisis en V, las que a una caída en picado sigue una recuperación vertiginosa. Esa opción, por desgracia, está descartada en este caso. No hay el menor indicio de que las economías mundiales se pongan a subir con la misma velocidad que bajaron. Es por lo que viene hablándose de una recuperación en U: caída a plomo, que va desacelerándose poco a poco hasta tocar fondo y comenzar a levantar el vuelo lentamente, para subir ya en vertical una vez cogida suficiente fuerza. Parece la más lógica. Pero ¿cuándo se toca fondo? Se viene anunciando desde hace meses, sin acabar de materializarse, por no saberse todavía el agujero de las instituciones financieras. Es lo que hace temer a algunos que estemos en una L, como ocurre a los japoneses desde hace años: caída hasta cierto punto, y a partir de él, avanzar, pero sin levantarse. Una especie de encefalograma plano de la actividad económica. Una perspectiva casi tan mala como la que ha venido a sustituirla últimamente: la recuperación en W: caída, recuperación artificial traída por las enormes inversiones que están haciendo los gobiernos en bancos e industrias básicas, como las del automóvil, pero que cuando se acaben esas ayudas al haberse alcanzado el nivel máximo de endeudamiento público, traerá otro hundimiento. «Y ésa será la verdadera crisis», me dice en tono lúgubre uno de los expertos.

¿Con cuál de esas recuperaciones cuenta nuestro gobierno? Conociendo como conocemos a quien lo encabeza, no resulta aventurado imaginar que tanto le da. Su estrategia es aguantar con analgésicos hasta que los demás países inicien su recuperación, para engancharse a ella, como esos ciclistas que se agarran a un coche en las cuestas. Eso le permitirá llegar en relativa buena forma a la elecciones de 2012. Recuperación Z.

Particularmente, no creo en una recuperación general en V, en U, en L ni en W, sino en todas a la vez. Habrá países que se recuperen antes, países que lo hagan después y países que no se recuperen nunca del todo. Esta crisis supone un auténtico terremoto económico y nada será lo mismo tras ella. Algunos saldrán fortalecidos por haber hecho sus deberes, y otros no llegaran a recuperarse por no haberlos hecho. Nosotros, desde luego, no los estamos haciendo, lo que supondrá perder puestos en el ranking económico mundial. Por algo Solbes está tan sonriente y su sucesora, tan apesadumbrada. ¿O es arrepentimiento por haber aceptado el cargo?

ABC - Opinión

UN RECITAL CATALAN DE VISTA GORDA. Por Antonio Burgos

LA miraíta es lo contrario de la vista gorda. La miraíta es algo muy de mi tierra sevillana. La solidaridad de la mirada. Dejas el coche en doble fila para entrar a comprar una medicina en una botica, y a la madre que está sentada en un banco con el cochecapota de su niño chico, le dices:

-Señora, ¿quiere usted echarle una miraíta y me avisa si ve usted venir al guardia con la libreta de las multas?

La miraíta es la más elemental forma de vigilancia y seguridad a cargo de particulares. Nos convierte en voluntarios de un somatén inmaterial. Es la vista menuda y atenta. Todo lo contrario de la vista gorda. Y la miraíta es lo que presentíamos que los erchainas de las Vascongadas tenían prohibido echar a la ETA, con la política oficial de vista gorda del PNV. A la ETA, ni echarle una miraíta. Lo presentíamos, y ahora lo han reconocido un suboficial y un agente de aquella Policía Autónoma: «Hemos recibido órdenes directas y superiores para no actuar contra ETA y su entorno. Hemos tenido las manos atadas durante muchos años». Vamos, que no les dejaban que a los oteguis, a los terneras y a las nekanes les echaran ni una miraíta.


Eso ocurría en las Vascongadas y con la Erchanza o como se diga. Me temo que en Cataluña esté pasando lo mismo con los mozos de escuadra. Con la diferencia de que como aún no ha habido cambio, no habrá mozo de escuadra que diga que con la política oficial de vista gorda no les dejan ni echar una miraíta a los independentistas radicales, a las juventudes de ERC y demás gentuza quemabanderas. Yo creo que lo de Cataluña es igual que lo que han denunciado los erchainas, mas sin que nadie tire de la manta. Lo digo por experiencia. Lo he visto con estos ojos. En San Feliù de Guíxols. Hace dos semanas, José Manuel Lara y Consuelo Piris, marqueses del Pedroso, nos invitaron a la maravillosa boda de su hija Ángela. Fuimos un grupo de amigos sevillanos, que nos quedamos de piedra (románica) cuando vimos que ante la puerta del hermoso monasterio, junto al público que se agolpaba para ver llegar un «Hola» viviente, campaba a sus anchas, ante la vista gorda de los mozos de escuadra, un grupo de desharrapados con mucha mierda encima, una bandera independentista y una pancarta contra la Monarquía, gritando si hay que gritar, insultando a los invitados. Los más escépticos pensamos:

-Será que esto de que vengan los independentistas a fastidiarlas es una tradición de las buenas bodas catalanas.

Sí, sí, tradición. Invitado conocido que llegaba, sarta de insultos que le largaban.

-¿Y no había Policía para detenerlos, o por lo menos desplazarlos a doscientos metros?

No: había mozos de escuadra. Por un tubo. Con todos sus tipos de uniformes. Menos el que lleva alpargatas y chistera, con todos los otros. Allí, sin exageración sevillana, había lo menos 100 mozos de escuadra. Y entre los invitados a los que los niñatos separatistas insultaban conforme entraban o salían, estaban, apunta, nene: el actual presidente de la Generalidad; el ex presidente Pujol; el jefe de la oposición Artur Mas, por sólo citar peces gordos catalanes. Que también estaban Rajoy y medio Madrid. Lo menos que llamaban a los invitados era «español fascista». A una señora que usted conoce la nombraron directamente con las cuatro letras. ¿Qué hacían los mozos de escuadra mientras? Pues nada, ni echar una miraíta: dieron un recital de vista gorda. Y un sevillano con toda la gracia que venía con nosotros comentó:

-Por lo visto esto es lo tradicional de aquí, que los mozos de escuadra vengan a las bodas maravillosas para proteger a los niñatos independentistas, a fin de que los hijoputas se puedan cagar perfectamente en nuestros muertos sin que les podamos dar siquiera la tragantà que se merecen.

ABC - Opinión

FANATISMOS. Por Jon Juaristi

EN la España de antes de 1959 -escribió una vez Andrés Trapiello-, todo el mundo, tanto en la ciudad como en el campo, se despertaba con el canto del gallo. No lo recuerdo, pero es posible que así fuera, incluso en Bilbao, o, sobre todo, en Bilbao, donde la estrechez de espacio imponía la contigüidad del caserío y la fábrica. En 1959, según Trapiello, nos volvimos, los españoles, irremediablemente modernos. Pero no nos levantamos convertidos en demócratas con despertador digital.
En 1959, hace cincuenta años, en Bilbao, se fundó ETA, y, en ese mismo año de 1959, también en Bilbao, la policía franquista detuvo a un buen número de militantes de Euzko Gaztedi, la organización juvenil del PNV. Entre los jóvenes nacionalistas que se libraron de la redada y consiguieron escapar a Francia, se hallaba Iker Gallastegi, hijo del que fuera fundador de Euzko Gaztedi en 1904, Elías Gallastegui o Eli Gallastegi, Gudari, que lideró el sector independentista más radical del partido hasta la guerra civil, cuando su actitud contraria a tomar parte en una bronca ajena (entre españoles, o sea, maketos) le enajenó las simpatías de sus propios seguidores.


En 1959, Iker Gallastegi, influido por los planteamientos de los republicanos irlandeses, era partidario de iniciar la «lucha armada» contra el franquismo, concebido como un avatar histórico de la eterna España que había intentado avasallar a los vascos desde el Neolítico superior, poco más o menos. Pero la historia fue por otro camino, y los que iniciaron la escalada violenta fueron sus rivales de ETA, gentes que, en buena parte, venían de familias franquistas, como José Luis Álvarez Emparanza, Txillardegi, o Javier Echevarrieta Ortiz. Los únicos militantes de las juventudes del PNV que se pasaron a ETA fueron los que, entre 1969 y 1972, escaparon del control de un joven e inexperto dirigente que pretendía pastorear la rama juvenil del partido desde Caracas, donde estudiaba Sociología con los jesuitas. Iñaki Anasagasti nunca ha superado el trauma. Esa ETA reconstruida por los alevines díscolos del PNV fue la que engrosarían, ya en los años de la Transición, unos cuantos descendientes directos de Elías Gallastegui, hijos y sobrinos de Iker Gallastegi, como la tristemente célebre Irantzu, señora de Txapote, que tomó parte en el asesinato del concejal de Ermua, Miguel Ángel Blanco.

La Audiencia Nacional acaba de juzgar, esta semana, a Iker Gallastegi (o Manuel Gallastegui), de ochenta y tres años de edad, acusado de un delito de apología del terrorismo por unas declaraciones verdaderamente estúpidas y repugnantes conseguidas por algún audaz reportero de una cadena de televisión y denunciadas al momento por una patriótica plataforma. Tales declaraciones son obviamente punibles, pero los hijos de Eli Gallastegi ya han hecho méritos suficientes para arruinar las vidas de los suyos y, de paso, las propias. Es cierto que su pedagogía familiar del odio ha destruido otras vidas ajenas a su clan, y uso la palabra clan a conciencia, porque Iker Gallastegi no es un líder fascista, sino el patriarca de uno de los últimos clanes montaraces de fanáticos que quedan en Europa, pero me provoca un hondo desprecio la caza del fanático cuando es guiada por la venganza combinada con otro fanatismo, aunque sea el de la ley. Y cuando, además, es tan fácil y barato, porque bastaría con prodigar entrevistas televisivas a padres y abuelas de etarras para llenar las cárceles, si eso es lo que se pretende. En fin, unos cuantos demócratas demasiado nuevos deberían aprender que la libertad no se defiende fusilando a la madre de Cabrera.

ABC - Opinión

SIETE DIAS TREPIDANTES - LA RESACA. Por Fernando Jáuregui

MALAS NOTICIAS POSELECTORALES

Llevamos una semana de resaca poselectoral. No creo que esa resaca dure mucho: algo más, en todo caso, que los buenos propósitos o los alardes que todos hacen en el sentido de que han entendido el mensaje de las urnas. Quién sabe: Zapatero, en todo caso, no parece decidido a mover un solo dedo en dirección opuesta a la que se ha marcado: mucho ideologismo, pactos con los pequeños de la izquierda y ni agua al principal partido de la oposición. Donde, más allá de la euforia pasajera por los resultados del pasado 7-j, tampoco parecen haberse analizado a fondo las razones por las que al PP le llegó un triunfo por lo demás algo apretado.


Es el caso que, tras las elucubraciones de unos y otros, después de las bravatas, llega la hora del realismo. Ese realismo con el que compareció la vicepresidenta económica, Elena Salgado, tras el Consejo de Ministros del viernes para decirnos que la recuperación va a tardar, que el desempleo se va a mantener y... que los impuestos van a subir, en lugar de bajar.

Y puede que el frío realismo de la señora Salgado, olvidados algunos brotes verdes del ayer, sea lo que ahora conviene. Lo que ocurre es que parece que se ha esperado hasta después de las elecciones europeas (pero tan nacionales) para hacer estos anuncios y practicar estas subidas sobre los hidrocarburos. Claro, no se deben anunciar las catástrofes a los electores hasta que estos hayan cumplido su tarea eligiendo; eso lo sabe el gobernante más merluzo. Pero si tan urgente era poner en marcha estas medidas, si tan necesario concienciar a la ciudadanía sobre el estado real de la situación ¿ha sido patriótica la demora, solamente para ver si se arrancaban algunos votos más?

SOBRE CORRUPTOS Y OTRAS SUBESPECIES

Claro que aquí nadie sabe por qué la tendencia del votante medio va por un lado unas veces y por otro otras. Parece que el uso de un avión oficial por el presidente del Gobierno para acudir a un mitin tiene efectos más negativos en las urnas que el "caso Gürtel", pongamos por caso. Pero ese resultado no legitima conductas ni finaliza el proceso: ahora ha llegado la hora de los jueces.

Por ejemplo, al tesorero del PP, Luis Bárcenas, parece haberle llegado esa hora, si se admite la recomendación del fiscal anticorrupción, que no quedará otro remedio que admitirla. La larga mano judicial, que suele ser lenta y pesada, puede ser, sin embargo, bastante más acelerada que la reacción política de un Mariano Rajoy que parece seguir apostando, pese a todo, por su tesorero. O puede que no le quede más remedio que mantener esta apuesta, tan arriesgada: ¿qué información poseerá quien durante años ha conocido por dentro las finanzas de un partido?

Porque el "affaire Bárcenas" es, sin duda, mucho más peligroso y complejo que los que afectan a, por ejemplo, el presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, o al vicepresidente tercero del Gobierno, Manuel Chaves. Ambos son engranajes de la batalla política, dos personajes que a mí me parecen básicamente honestos pero que se han desenvuelto en las peligrosas áreas del poder absoluto. Y claro, no han sabido reaccionar ante los ataques. Es lo que ocurre cuando se controla la propia televisión: olvidas, hasta que es demasiado tarde, que existen otras cadenas.

ALGUIEN HABLA CON ALGUIEN

Así que la resaca ha sido bronca, pero ya las miradas están en el más allá, en las elecciones catalanas del año próximo y, luego, en la gran batalla autonómica y municipal. En el primer apartado, debo advertirles a ustedes que alguien del PP está constantemente hablando con alguien de Convergencia i Unió --sobre todo, de Unió--, en busca de pactos que expulsen al tripartito del poder.

En el segundo apartado, puedo certificar que la pregunta que se hacen, no sin cierta angustia, en La Moncloa, es: ¿de verdad habrá comenzado la recuperación en 2011? Porque 2011 es, miren ustedes por donde, el año --mayo será el mes_- en el que se celebrarán las elecciones autonómicas y municipales que son la confrontación más importante y decisiva antes de las elecciones generales. Y no falla: una victoria autonómica y municipal señala con bastante acierto al vencedor del año siguiente. No hay tiempo, pues, para resacas.

Periodista Digital - Opinión

LA QUE ASO LA MANTECA. Por M. Martín Ferrand

ZAPATERO, el de las sonrisas, ha hecho de la trampa y el engaño sus mejores herramientas políticas. No es decoroso; pero resulta eficaz para quien valora en más su permanencia en el poder que la prosperidad de quienes, con sus votos, le condujeron hasta La Moncloa. José Luis Rodríguez Zapatero, como el Maese Pedro que deslumbró a Sancho, maneja las figuras del retablo con tanta habilidad como desvergüenza. Acaba de mover los hilos que animan a Elena Salgado, un remedo estético y anímico de «La perrita Marilín», el personaje de Herta Frankel, para que sea ella la que, sin sonrojo alguno, nos diga que los «brotes verdes» se han transformado en bretes negros y que el optimismo económico que mostró el Gobierno en vísperas electorales se ha evaporado cinco días después de los comicios. La vicepresidenta segunda reserva la elegancia para su vestuario y no despilfarra un ápice en su conducta.

Así, con más cuajo que dignidad, nos ha informado de que la economía española no creará empleo en los próximos tres años -ojalá que no los siga destruyendo-, no crecerá en los dos venideros y, por no abrumarles con las cifras, que el déficit del Estado, ya temerario, seguirá creciendo. Dado que, como nos enseñó Winston Churchill, un error de tiempo en política es más grave que en gramática, si lo que ahora nos dice Salgado nos lo hubiera contado hace un mes hubiera sido un gesto de nobleza y honradez; pero, en su versión pos electoral, resulta tramposo. Se les ve el plumero al maese Zapatero y a todos los muñequitos de su frágil compañía de marionetas.

Ante la que se nos avecina, la vicepresidenta que interpreta el poco airoso papel de chivo expiatorio de los pecados económicos del presidente, sigue sin anunciar un plan integral contra las crisis, la global y la específicamente nacional. Se ha limitado, con la burda maestría con la que un tonto maneja una tiza, a subir los impuestos -el precio- del tabaco y las gasolinas. Es ella la que asó la manteca. Lejos de atender a los expertos, incluso los de su cuerda política, y tratar de modificar, contra viento y sindicatos, la estructura productiva e incrementar el consumo, abunda en las razones que establecieron la situación presente. Si se le añaden al caso los desvaríos eléctricos de Miguel Sebastián, otro de los muñecos de la farsa, cabe insistir en que los brotes que vio el Gobierno eran bretes.

ABC - Opinión

NUCLEARES, ¿DE ENTRADA, NO?. Por Carlos Sánchez

Paradojas de la vida. El país que más se aleja del cumplimiento del Protocolo de Kyoto -como consecuencia de un modelo productivo depredador con el medio ambiente- se presenta ahora ante al mundo como el ariete contra las centrales nucleares (que por cierto no emiten gases de efecto invernadero). Lo curioso del asunto es que se trata de uno de los Estados europeos con peores registros en cuanto a intensidad energética -el indicador que muestra la relación entre la energía consumida y la producción de bienes-, lo que refleja que su estructura productiva y energética es altamente ineficiente. Se gasta mucho para producir poco.

Pero para mayor perplejidad, estamos ante una nación que todavía no ha sido capaz de resolver el principal problema de las centrales nucleares desde el punto de vista de la seguridad: dónde demonios depositar los residuos radiactivos de alta actividad, y que hoy -como solución temporal- duermen en las piscinas situadas en los mismos emplazamientos donde fueron generados, lo que desde luego no es garantía de seguridad. Se trata –no conviene olvidarlo- del mismo país que todavía tiene que ‘repatriar’ basura nuclear (salvo que pague altísimas indemnizaciones si no lo hace en el plazo pactado) depositada en Francia y Reino Unido, procedente de las centrales de Vandellós I y Garoña.

Pero eso sí, estamos ante un Estado en el que sus ciudadanos se encuentran entre los más antinucleares de Europa -lo dice el Eurobarómetro que elabora la Comisión Europea-, pero ocurre que ningún municipio está dispuesto a albergar un cementerio nuclear en sus proximidades, lo que sin duda allanaría el camino para el entierro definitivo de la industria del átomo.

Pues bien, ese país, antes de resolver esos problemas relacionados con la sostenibilidad del territorio y del sistema económico, parece decidido a no renovar las autorizaciones de explotación de centrales nucleares, tal y como han interpretado los exégetas del presidente sus recientes palabras: El Gobierno “procurará cumplir” –ha dicho Zapatero- su programa electoral, en el que se pone negro sobre blanco el compromiso político de cerrar los reactores al final de su vida útil, que convencionalmente se sitúa en 40 años.

Un escenario singular

Dando por buena esa interpretación de las palabras del presidente -que vienen a ser una especie de ‘Nucleares; de entrada, no’, España se asoma a un escenario energético verdaderamente singular. Es uno de los países con mayor dependencia energética del mundo, pero parece dispuesto a abandonar la energía nuclear, que hoy supone casi el 20% de la producción eléctrica.

Y aquí está la paradoja. En vez de enmarcar el cierre de Garoña -o la eventual renovación de su licencia- en el contexto de un plan energético estratégico de larguísimo plazo, parece que la decisión descansa exclusivamente en la voluntad política del presidente del Gobierno, como si el aprovisionamiento energético no fuera una cuestión de Estado que sobrevuela al inquilino de turno en la Moncloa.

Desde luego que no se trata de una decisión cualquiera. Es verdad -como ha recordado recientemente Zapatero en el Senado- que la central de Garoña (que comenzó a estar operativa en 1971) aporta tan sólo el 1,4% del consumo eléctrico del país, pero no es menor cierto que detrás de la planta burgalesa vienen Almaraz, Ascó, Cofrentes y Vandellos II. Todas estas centrales deben renovar su licencia antes de noviembre de 2011, es decir dentro de la actual legislatura, por lo que la decisión sobre Garoña necesariamente ‘contaminará’ al resto de centrales.

Estamos, por lo tanto, ante un falso debate que tiene un fuerte comportamiento ideológico-electoral: ‘nucleares, si’ o ‘nucleares, no’; pero que obvia el problema de fondo las garantías de aprovisionamiento energético a precios compatibles con las necesidades de bienestar

Únicamente Trillo (noviembre de 2014) se queda fuera de un calendario diseñado por el enemigo, que hace que la renovación del parque nuclear español se concentre en apenas un par de años. Es decir, que teniendo en cuenta que entre la orden de cierre de una central y el cese definitivo de su actividad pasa entre tres y cuatro años (como sucedió con la planta José Cabrera) estaríamos hablando de que a la vuelta de 2015 sólo habría una central en funcionamiento. Claro está, en el supuesto de que el Gobierno aplicara la esencia de su filosofía: las nucleares son malas, y por lo tanto no deben ser renovadas las licencias.

Pero aquí surge de nuevo otra paradoja. Ha dicho el presidente que esperará a que se cumpla la vida útil de las centrales, lo que significa que agotará los 40 años. Y eso significa que hasta el año 2028 habría centrales en funcionamiento. La última Vandellós, que comenzó a ser operativa en 1988, en plena moratoria. Las fechas son importantes por una razón. Evidencian que la mayor parte del parque nuclear español empezó a estar operativo en pleno parón nuclear. Felipe González hizo en su día un ejercicio de real politik y aceptó su apertura, toda vez que una decisión en contrario hubiera sido lo mismo que tirar miles de millones a la basura.

Avances tecnológicos

¿Y por qué 40 años y no 50 o 60? En EEUU, con una legislación muy severa tras el accidente de Three Mile Island en 1979, se ha extendido la vida útil de 26 unidades hasta los 60 años, y otras 18 centrales están en proceso de revisión. Y en Japón -un país altamente sensibilizado con la energía nuclear por razones obvias- se plantea la posibilidad de contar con centrales cuya vida sea del orden de 70 años. Todo gracias a los avances tecnológicos, que permiten centrales más eficientes y seguras, lo que explica el voto favorable del Consejo de Seguridad Nuclear para que Garoña siga funcionando 10 años más. Lo determinante, por lo tanto, no es el concepto de ‘vida útil’, sino las condiciones de seguridad de cada planta nuclear.

Estamos, por lo tanto, ante un falso debate que tiene un fuerte comportamiento ideológico-electoral: ‘nucleares, si’ o ‘nucleares, no’; pero que obvia el problema de fondo las garantías de aprovisionamiento energético a precios compatibles con las necesidades de bienestar de la población. El falso debate se plantea, incluso, como un asunto excluyente. Como si la renovación de las autorizaciones no fuera complementaria con la apuesta por las energías renovables, cuya capacidad de sustitución de las fuentes tradicionales es hoy por hoy –desgraciadamente- limitada. Claro está a no ser que un país con más de cuatro millones de parados esté dispuesto a hacerse el haraquiri económico. Y lo que es todavía peor, el debate se plantea como una cuestión que afecta exclusivamente al Ejecutivo, cuando se trata de una decisión nacional que en ningún caso debe tomarse por razones electoralistas.

Hay que mantener, por lo tanto, la moratoria nuclear; pero eso no es incompatible con la renovación de Garoña, hasta el preciso momento en que el Consejo de Seguridad Nuclear diga que la central es inviable. Y en paralelo, acelerar tanto el uso de energías renovables –sin pagar sobreprecios- como el uso más racional de la energía, derrochada a raudales con planes urbanísticos insostenibles que hacen desplazarse cada mañana a millones de ciudadanos a sus centros de trabajo. Cambiando, al mismo tiempo, un sistema de transporte depredador del medio ambiente que potencia el uso de medios individuales frente a los colectivos. Es decir, crear las condiciones objetivas para que este país pueda desprenderse de la pesadilla nuclear. Pero eso no es lo mismo que poner los bueyes delante de los carros, como pretende el señor presidente.

el confidencial - Opinión

EL GOBIERNO ACEPTA LA REALIDAD. Por Lorenzo Bernaldo de Quirós

El gobierno ha reconocido por fin que la metáfora floral de los "brotes verdes" era una broma y de mal gusto. Con tono compungido y cara de circunstancias, la vicepresidente y zarina de la economía, Sra. Salgado, ha anunciado lo que todos los economistas solventes ya sabían y el pueblo soberano intuía: la economía se contraerá más del 3,5 por 100 en 2009, volverá a tener un crecimiento negativo en 2010 y, como hacer pronósticos es gratis, dice que volverá a crecer en 2011. Entra tanto, el paro seguirá su trayectoria alcista, aunque según Salgado, no llegará a los cinco millones. Créame, sí alcanzará esa cifra y la superará a finales de la legislatura. Esto tiene una pinta horrible y recuerden que los peores años de un ciclo recesivo son los segundos, cuando las reservas se han volatilizado y sólo nos queda capear el temporal "desnudos como los hijos del mar".

Si ese terrorífico escenario es inevitable, y lo es, lo urgente para el Gobierno es poner diques a la sangría del gasto/déficit público. Entre la pérdida de ingresos derivada de la recesión y el aumento de gastos producido por ésta y por los planes del Gobierno para combatirla, se ha generado un agujero descomunal en las cuentas públicas. Cómo hacen siempre, los socialistas afrontan este problema no reduciendo el despilfarro del sector público sino subiendo los impuestos. Esta vez les toca el turno al tabaco y a los hidrocarburos, mañana al resto de los impuestos especiales y pasado, ya lo verán, a los directos. Es curioso que los socialistas recurran a la imposición indirecta para obtener recursos que, recuerden, para ellos siempre fue regresiva porque afecta a todos, con independencia de su nivel de renta.

Por desgracia, la subida impositiva servirá para poco. Al encarecer los productos sobre los que recae, puede reducir su consumo y, en consecuencia, reducir la recaudación en vez de aumentarla. Esto no es extraño en un escenario en el que la crisis golpea con brutalidad a las familias y éstas tienen serias dificultades para llegar a fin de mes. ¿Por qué no se dan cuenta que es mejor reducir impuestos y cortar el gasto que hacer lo contrario? Y nada más... El gabinete "Zetapé" mantiene el tipo frente a la crisis sin hacer nada que nos sirva para amortiguar sus peores efectos y para salir de ella con rapidez; pobre España y... pobres españoles.

Periodista Digital - Opinión

VENCER AL MIEDO. Por Alfonso Ussía

Dice el policía denunciante que en una amplia representación de la «Ertzaintza» se viven momentos de esperanza.

La «Ertzaintza» ha retirado los símbolos etarras de veinticuatro municipios vascos a instancias de la Fiscalía. Bien por la Fiscalía y por la «Ertzaintza». Es de esperar que la Fiscalía no se dedique sólo a eso. El pasado viernes, en los Informativos de Antena 3, se emitió la grabación a un «ertzaina» denunciando que, durante el periodo de Gobierno del PNV en la autonomía vasca, la «Ertzaintza» recibió órdenes terminantes y continuadas de no actuar contra la ETA ni su entorno. Una manifestación de esa gravedad e importancia, en cualquier nación normal azotada por el terrorismo, sería hoy portada en todos los periódicos. Pero no.


Y una manifestación de esa gravedad e importancia, en cualquier nación normal, impulsaría a la Fiscalía a actuar de inmediato para averiguar la verdad o falsedad de esa denuncia. Y una manifestación de esa gravedad e importancia movería a una sociedad normal a emprender todo tipo de acciones judiciales contra el ex consejero de Interior del anterior Gobierno vasco y su ex presidente. Una manifestación de esa gravedad e importancia exige la inmediata presentación de una querella criminal por parte de las Asociaciones de Víctimas del Terrorismo, y personalizada de las familias de todas y cada una de las víctimas de los criminales etarras. Porque «los mandos», de la «Ertzaintza», por muy vinculados que se sientan algunos con el nacionalismo vencido, jamás se hubieran atrevido a adoptar una medida tan miserable, prevaricadora y humillante para el prestigio y la profesionalidad de los miembros de la «Ertzaintza». Esos mandos son los políticos, y ya es hora, ya ha llegado la hora, es el momento y la sociedad no puede permitir que el momento pase, de pedir responsabilidades a quienes ordenaron a la Policía autonómica vasca no actuar contra la ETA. Y también ha llegado la hora de expulsar de la «Ertzaintza» a todos los mandos y policías que visten su uniforme desde el comisariado político y no con la honestidad profesional que se requiere a sus miembros. Dice el policía denunciante que en una amplia representación de la «Ertzaintza» se viven momentos de esperanza, y que están deseando trabajar, investigar y llevar a cabo detenciones de terroristas. En cinco años, sólo una, y porque el etarra se entregó. Ante la posibilidad de que sea cierta tamaña desvergüenza, tamaña manipulación, tamaño abuso del poder, tamaña complicidad de un Gobierno con el terrorismo y su entorno, tienen que ser los ciudadanos, y no los periodistas, los ciudadanos y no los fiscales, los que se personen ante la Justicia para exigir que se abra el camino hacia la verdad. Y si la verdad responde a la denuncia del «ertzaina», nos hallaríamos ante gravísimos delitos cometidos por gobernantes, y esto no son dos trajes, ni una comisión por la recalificación de unos terrenos, ni colocar a la niña en una empresa subvencionada. Esto es un atentado contra todos los españoles, que llevan más de treinta años sufriendo el terrorismo vasco de la ETA, enterrando a sus seres queridos, llorando sus ausencias o sus heridas, y si la Fiscalía no actúa, seremos los españoles los que lo hagamos. Por mi parte, yo anuncio la presentación inmediata, a título personal, de una denuncia contra el ex «Lehendakari» Ibarreche y el ex consejero del Interior, Balza, como máximos responsables de la presumible e incalificable inacción de la «Ertzaintza» contra el terrorismo y su entorno. Y el que quiera sumarse, bienvenido sea.

La Razón - Opinión

A CUERNO QUEMADO. Por Ignacio Camacho


SÓLO el tradicional instinto autodestructivo de la derecha española, empeñada en debatir sobre las dimensiones de su victoria electoral del domingo, ha aliviado un poco el intenso malestar que la derrota ha provocado a los socialistas; ellos sí saben que han perdido, y por una diferencia importante, desde luego superior a la que esperaban. Le han echado la culpa a Leire Pajín porque siempre es bueno que haya niños en casa, pero en el seno del PSOE ha surgido por primera vez la vacilación sobre la idoneidad de las estrategias de Zapatero. Y mientras en el entorno del PP algunos siguen alimentando la duda y lamentándose de no haber obtenido una goleada -¿de verdad creen que es tan fácil vencer al zapaterismo?-, en el bando rival se ha empezado a instalar la preocupación por la posibilidad de un cambio, si no de ciclo, sí de tendencia.

Zapatero está escocido. Pese a las advertencias de sus arúspices demóscopicos, que le aconsejaron desmarcarse un poco de la campaña cuando vieron el tono de las encuestas, confiaba en ganar, o al menos en perder por un margen muy corto. Los casi cuatro puntos en contra le han sabido a cuerno quemado, y no ha podido impedir que se le note el gesto torcido y una desabrida amargura. Después del revés de Galicia, y de haber tenido que contar con el PP para dar el vuelco en el País Vasco, su imagen de ganador se deteriora a simple vista, y si no sufre más es porque el debate interno del rival continúa discutiéndole a Rajoy la capacidad de tumbarlo en el momento decisivo. La reacción del presidente ha sido de una soberbia inaceptable; se ha excusado vaporosamente en las circunstancias, ha permitido que Blanco cargue contra Pajín, se ha negado a darles a los suyos y al país las explicaciones que merecían, y ha descartado cualquier atisbo de autocrítica y declinado toda responsabilidad. Permanece cerrado a sacar consecuencias y a admitir que el fracaso electoral constituye un cuestionamiento de su política anticrisis; antes al contrario, para mantenerla ha subido los impuestos indirectos de los combustibles y el tabaco, una decisión que hace una semana acaso le habría supuesto perder por más del cuatro por ciento, y se ha enrocado en su concepto dogmático de la economía. El mayor consuelo que le queda al Gobierno es que ha sido el mejor parado de toda la vapuleada socialdemocracia europea. Ya es conformarse.

El efecto de la jornada del 7-J, sumada a la del 1 de marzo, consiste en que ante la opinión pública el PSOE va por detrás y el PP por delante. Y que es al Gobierno al que le corresponde ahora remontar la corriente, remando cuesta arriba. Un Gobierno que parece que hace un siglo que ganó las elecciones generales y que ya ha tenido que cambiar a media docena de ministros. El resultado no es ni mucho definitivo para la legislatura, pero desde luego tiene un mensaje y perjudicará al que peor sepa leerlo.

ABC - Opinión

LAS EUROPEAS Y LA DERIVA DE ZAPATERO CONSOLIDAN A RAJOY

El líder del PP aparece plenamente consolidado en su liderazgo un año después del Congreso de Valencia y con recetas para superar la crisis económica.

LA ENTREVISTA que publicamos hoy con Mariano Rajoy es la primera concedida a este periódico por el líder de la oposición desde las generales de hace año y medio. La última, realizada por el director de EL MUNDO, se publicó meses antes del 9-M. Pocas dudas caben de que estos quince meses de intervalo entre una y otra tienen algo que ver con la posición crítica de este periódico con el proceso que desembocó en el Congreso de Valencia, en el que Rajoy fue elegido presidente del PP por un procedimiento interno mejorable desde el punto de vista democrático. La victoria de su partido en las europeas del 7-J le ha consolidado, razón por la que se muestra sereno, tranquilo y seguro de sí mismo. «No soy un mesías», asegura demostrando conocerse bien. Es evidente que su partido está hoy más unido en torno a su liderazgo que hace un año, y hay pocas dudas de que será candidato a la Presidencia del Gobierno en 2012. Las sombras internas se van difuminando y quizá por ello Rajoy quiere que Gallardón repita en las próximas municipales. Es dudoso que al alcalde madrileño le haga ilusión la idea.


El diagnóstico que Rajoy realiza a propósito de la situación del país y de la crisis económica coincide básicamente con lo que ha venido sosteniendo este periódico. Desde que el presidente Zapatero «no tiene proyecto y gobierna a base de improvisaciones y ocurrencias» hasta que el presidente «vive preso de sus prejucios y sus modernidades antiguas»; desde que «Zapatero cree que la economía es algo ideológico y no quiere llegar a acuerdos» hasta que «la soberbia es mala consejera» y el líder socialista «ha demostrado que no tiene ninguna voluntad de cambiar» después de su derrota en las elecciones europeas. Especialmente certera es la observación de Rajoy acerca de que el Gobierno ha vuelto a hacer lo que ya hizo en las generales con la crisis. «El cuento de los brotes verdes ha durado lo que ha durado la campaña». Cinco días después del 7-J, Zapatero ha subido los impuestos y ha reconocido que la situación pinta muy mal de cara al futuro. Aunque el Gobierno aplica una política económica que es justo la contraria de las reformas que el país necesita para sentar las bases de un crecimiento estable y sostenido.

El líder de la oposición asegura que es capaz de sacar a España de «la ruina a la que la lleva» el actual presidente. La proclama de Rajoy, sin ninguna duda, es hoy más creíble que antes del 7-J porque su victoria le da posibilidades efectivas de ganar las próximas generales. Aunque la entrevista no destila euforia ni triunfalismo, tal vez sea un poco prematuro hablar de un «cambio de ciclo» teniendo en cuenta lo ajustado del resultado del 7-J. La crisis económica es lo más importante, pero no lo es todo. Y, por ejemplo, la respuesta de Rajoy acerca del caso Gürtel no es satisfactoria. Un juez superior va a dirigirse al Supremo pidiendo que se investigue al tesorero del PP por presuntos delitos fiscales y de cohecho. Ello debería bastar para que Rajoy tomara la decisión de apartar a Bárcenas de su cargo. La contundencia en los casos propios le dará mucha más autoridad para denunciar la corrupción ajena, como el escándalo de la hija del vicepresidente Chaves, sobre el que, con todo fundamento, se compromete a «llegar hasta el final».

El Mundo - Editorial

CORRUPCION Y POLITICA

«La imparable andadura del 'caso Gürtel' exige del PP decisiones sobre sus militantes aforados.»

Apenas una semana después de las elecciones europeas, el Partido Popular vuelve a enfrentarse a los problemas de corrupción. La fiscalía ha solicitado el traslado del sumario Gürtel desde el Tribunal Superior de Justicia de Madrid al Supremo, al entender que son relevantes los nuevos indicios contra el tesorero del partido y senador por Cantabria Luis Bárcenas. Y el juez instructor ha corroborado la posición de la fiscalía, desbaratando la estrategia seguida por los populares.


La trama de corrupción que empezó investigando la Audiencia Nacional no era un ataque político, como se aseguró desde la dirección del PP. Ni tampoco cabe achacar a la fiscalía y al Tribunal Superior de Madrid un comportamiento dictado por intereses espurios, como hizo Federico Trillo esta misma semana. Jueces y fiscales han cumplido escrupulosamente su función adoptando decisiones según se conocían nuevos datos relacionados con la trama, y sólo el PP parece empeñado en olvidar que ganar elecciones y responder por presuntos delitos son cosas diferentes.

El desarrollo de la campaña de las elecciones europeas sirvió, sin duda, para propagar una cortina de humo que ha disipado la remisión de la instrucción al Supremo, prevista para mañana. El PP no dejó de insinuar que una victoria equivaldría a una absolución, una falacia reiterada abiertamente por el presidente valenciano Francisco Camps. Y el partido socialista abundó de manera indirecta en ese error al plantear el grueso de su campaña como un plebiscito sobre los casos de corrupción que afectan a los populares, en lugar de exponer sus propuestas para Europa.

El debate político no puede continuar secuestrado por un simple juego de acusaciones cruzadas entre partidos. La dirección de los populares no puede seguir concediéndose nuevos plazos para adoptar decisiones en relación con sus militantes investigados por la justicia. Y el partido socialista, por su parte, reincidiría en el error que cometió en las elecciones europeas si considera que la denuncia de los casos de corrupción en el PP le exime de formular propuestas políticas. Según se ha demostrado, la corrupción no tiene coste electoral. Pero los partidos no pueden abordar este hecho como si fuera un dato estadístico, sino como una grave deficiencia que tarde o temprano pasará factura al sistema democrático.

El País - Editorial

¿DEMOCRACIA EN IRAN?

LOS iraníes acudieron masivamente a las elecciones presidenciales del viernes, lo que significa que ni el peor totalitarismo teocrático es capaz de anular los anhelos naturales del ser humano hacia la libertad. Y lo único que ha quedado claro es que el régimen de la revolución islámica ya no es un sistema de gobierno que recoja el consentimiento de toda la sociedad, sino que bien al contrario, tal como se ha visto en el rechazo de los resultados oficiales de la votación, la gestión agresiva y desafiante de Mahmoud Ahmadineyad no cuenta con el consenso general que él presupone. El apoyo social que ha recibido la candidatura del moderado reformista Husein Musavi ha sido lo bastante relevante como para que quepa una duda razonable de que los resultados oficiales sean fiel reflejo de la votación.

A estas elecciones no han podido concurrir más que los candidatos autorizados por el régimen, no ha habido libertad para difundir las ideas alternativas y no ha sido posible un control independiente del recuento. Es muy difícil considerar que se haya tratado de elecciones democráticas, puesto que aun cuando sea muy importante, la democracia no consiste solamente en el ejercicio regular de depositar un voto en las urnas. Eso es, en efecto, la expresión externa de un mecanismo que no puede funcionar si los ciudadanos no pueden organizarse según sus ideas políticas, si no las pueden expresar sin limitación y si no existe libertad de prensa para que toda la sociedad pueda ejercer un escrutinio directo de la gestión de los dirigentes. En Irán, como se ha visto, se puede votar, pero el régimen teocrático no permite prácticamente ninguno de los demás ejercicios democráticos, que son tanto o más importantes. Sería de lamentar que a causa de ese comportamiento irregular del régimen, la desesperación de los iraníes desembocase en situaciones de grave violencia. Las potencias occidentales que llevan años tratando de llegar a un acuerdo con el régimen iraní para impedir que se convierta en una potencia nuclear y, en concreto, la administración Obama que le ha abierto la puerta de la negociación, deberían tomar nota de lo que ha pasado este fin de semana. Las verdaderas elecciones democráticas son aquellas en las que los ciudadanos libres puedan cambiar a los gobernantes de una manera efectiva en caso de que no aprueben su gestión, y no para legitimar la permanencia en el poder de aquellos que las utilizan solo como fachada.

ABC - Editorial

ELECCION BAJO SOSPECHA

El abrumador y protestado triunfo del presidente Ahmadineyad abre una incierta etapa en Irán.

La arrasadora victoria del fundamentalista Mahmud Ahmadineyad en las elecciones presidenciales iraníes y el aparente fraude que la ha hecho posible abren una nueva e incierta etapa en Irán 30 años después de la revolución islámica. Las multitudinarias protestas ayer en Teherán de los seguidores del moderado Mir Hosein Musaví, reprimidas sin contemplaciones por la policía, dibujan un escenario que podría acabar siendo saludable si la frustración acumulada por los reformistas se transforma finalmente en organizada oposición política contra el Gobierno.


Son muchos los iraníes que parecen no creer en los resultados de unos comicios con participación masiva y calificados de farsa peligrosa por el derrotado Musaví, alguien que no es precisamente un deslenguado. Y que sugieren, en el momento decisivo, una concertación del núcleo duro del poder -ese Estado dentro del Estado que conforman un puñado de instituciones y cuerpos opacos- en favor de Ahmadineyad. La campaña electoral, notable por su vigor en el último tramo, ha puesto de manifiesto serias divergencias en el establishment entre quienes apoyan al ultraconservador presidente reelegido y quienes buscan un cambio social y político que Irán, con un 70% de su población por debajo de los 30 años y tocado económicamente por la bajada del petróleo, necesita desesperadamente.

El estruendoso casi dos a uno del vencedor de los comicios, por inverosímil a tenor de los datos manejados, podría acabar poniendo en duda no sólo la legitimidad del jefe del Estado de la República Islámica, sino la del conjunto del régimen teocrático. La solemne advertencia ayer del ayatolá Alí Jamenei -el no elegido jefe supremo, detentador de todo el poder, teóricamente neutral, pero que ha arrojado su peso detrás de Ahmadineyad- en el sentido de que los resultados oficiales de las elecciones deben ser acatados sin rechistar, tiene mucho que ver con impedir que esa airada protesta expresada en Teherán, la mayor en 30 años, adquiera cuerpo. El sistema político iraní no está dispuesto a tolerar una disidencia que vaya más allá de lo testimonial.

En el exterior, la reelección de Ahmadineyad por cuatro años es, sobre todo, un nuevo jarro de agua fría en la estrategia de Barack Obama y sus expectativas de diálogo, no sólo nuclear, con Irán. Y un acicate añadido para quienes en Israel propugnan una política de hechos consumados hacia el régimen islámico que sigue enriqueciendo uranio. Nadie podía esperar cambios sustanciales en la política exterior iraní ni en sus designios atómicos si hubiera ganado Musaví, entre otros argumentos porque el presidente carece de poderes decisorios en las cuestiones verdaderamente relevantes, competencia exclusiva de Jamenei. Pero resulta indudable que un rostro nuevo y moderado y un cambio de estilo habrían ayudado al progresivo deshielo entre Teherán y Occidente. Un deshielo ahora mucho más difícil e improbable.

El País - Editorial

LOS AYATOLAS NO VOTAN A OBAMA

«El enroque de Irán constituye el primer fracaso de la política exterior del presidente norteamericano, cuya retórica meliflua ha sido incapaz de conseguir un cambio positivo en la política del Gobierno de Irán.»

Pese a las esperanzas creadas por el candidato llamado reformista a la presidencia de Irán, que al contrario de lo que se afirma en algunos medios de comunicación y en ciertos libros de texto de Educación para la Ciudadanía no es la mayor democracia de Oriente Medio, sino una cruel teocracia, el Gobierno de aquel país ha dado como vencedor de las elecciones presidenciales al candidato oficialista, Mahmoud Ahmadinejad.


Los disturbios protagonizados por la reacción airada de miles de personas que, hartas de la falta de libertad que vive su país, han atacado la sede del Ministerio del Interior y a las fuerzas de la temida policía secreta, se han saldado con el cierre de un diario opositor y el bloqueo de las páginas web de varios medios de comunicación extranjeros. Una vez más, la dictadura iraní recurre a la censura para evitar que los ciudadanos accedan a informaciones y opiniones que no hayan pasado por el filtro estatal. Obviamente, nada de esto puede ser llamado democrático por mucho que la izquierda se empeñe en hacernos creer lo contrario.

Por otra parte, la reelección de Ahamadinejad demuestra que ni el Líder Supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, ni su Consejo de Guardianes parecen haber escuchado los mensajes de diálogo y apaciguamiento lanzados desde Washington y El Cairo por Barack Obama. El enroque de Irán constituye el primer fracaso de la política exterior del presidente norteamericano, cuya retórica meliflua ha sido incapaz hasta ahora de conseguir un cambio positivo en la política del Gobierno de Irán, que ha hecho de la guerra contra Occidente y de la destrucción de Israel su principal razón de ser.

De poco servirán las protestas y las acusaciones de fraude electoral, una constante en Irán a la que las autoridades han respondido con más violencia y represión, a menos que la comunidad internacional, y especialmente potencias como Rusia y la Unión Europea, adopten de una vez una postura firme y clara respecto a un régimen cuyo objetivo manifiesto es la desestabilización de Oriente Medio mediante el apoyo a grupos terroristas y un programa nuclear ante el que la táctica diplomática se ha mostrado impotente.

Votar a favor de tibias sanciones económicas mientras se envían delegaciones comerciales a Teherán y se despliegan soldados para garantizar la seguridad de Hezbolá en el sur del Líbano es una incoherencia que ni siquera sirve para apaciguar a la bestia que hasta ahora ha sabido sacar el máximo beneficio a la duplicidad rusa, la complacencia china y la inanidad europea. Sólo faltaba que Estados Unidos cambiase su posición para que los ayatolás se envalentonasen.

Irán necesita las inversiones y el saber hacer occidentales tanto o más que nosotros su crudo. La paulatina reducción de su producción y el aumento de la demanda interna, que amenazan con reducir los beneficios del petróleo a cero en pocos años, deberían aprovecharse para poner al régimen contra las cuerdas. Ha llegado el momento de que la Unión Europea se plantee de forma seria la posibilidad de ir más allá de las resoluciones de la ONU y de las sucesivas rondas de negociaciones y hablar a las autoridades iraníes en el único lenguaje que parecen entender.

Libertad Digital - Editorial

CRISIS TERRITORIAL EN EL PSOE

EL análisis territorial de los últimos resultados electorales demuestra que el PSOE sufre graves problemas para mantener el apoyo de los ciudadanos y confirma la probabilidad de un cambio de ciclo en la política española. Como es notorio, los socialistas cuentan con sus «agujeros negros» como son Madrid y la Comunidad Valenciana, donde Esperanza Aguirre y Francisco Camps trituran uno tras otro a los líderes efímeros que promueve el aparato de Ferraz. La derrota en Galicia ha dejado al PSG en manos de un dirigente con escaso arraigo, lastrado por la herencia del bipartito que presidía Emilio Pérez Touriño. Castilla-La Mancha, feudo tradicional tras el largo mandato de José Bono, parece inclinarse con claridad a favor del PP. Tampoco en Canarias pintaron bien las cosas el 7-J, a pesar de que Juan Fernando López Aguilar era el cabeza de lista para el Parlamento europeo. Todavía más preocupante debería ser para los estrategas socialistas el lento pero imparable declive de su hegemonía en Andalucía y el distanciamiento del proyecto que lidera Rodríguez Zapatero por parte del PSC, una formación política autónoma que crea continuos problemas al presidente. Tampoco se perciben indicios de recuperación del voto socialista en las regiones con fuerte mayoría popular, como Castilla y León o Murcia. Así las cosas, la única buena noticia desde hace tiempo ha sido el acceso a la presidencia de Patxi López en el País Vasco, con el matiz que deriva del peculiar contexto en aquella comunidad autónoma tras el pacto PSE-PP.

A la vista de los datos concluyentes, sorprende -todavía más- que nadie en Ferraz o en La Moncloa promueva una autocrítica seria y rigurosa, confiando toda la estrategia a las ocurrencias del día a día y una campaña de descrédito contra el adversario a base de maniobras oportunistas. Está claro que los ciudadanos otorgan escaso crédito a los planteamientos que dan por hecho la identificación entre el PP y la corrupción, entre otros motivos porque intentan extraer conclusiones definitivas donde sólo existen procesos judiciales abiertos.

Tampoco el giro a la izquierda en el terreno ideológico resulta eficaz en una sociedad madura y seriamente preocupada por las secuelas de la crisis económica. Solo un análisis tosco y superficial puede imaginar -que a estas alturas- la opinión pública se dejara influir por mensajes obsoletos contra la energía nuclear o por guiños a los sectores extremistas en relación con el aborto y otras cuestiones sensibles en el plano moral. El PSOE ha perdido la sintonía con la gran mayoría social, mientras el presidente del Gobierno agota su crédito entre medidas incoherentes y promesas sin fundamento. El Ejecutivo ya no goza de la confianza de una sociedad irritada y, en estas condiciones, es casi imposible superar una legislatura llena de obstáculos a base de equilibrios parlamentarios cada vez más inestables y de imágenes para la galería que ya no engañan a nadie. Con el mapa de España en la mano, el PSOE debería hacer examen de conciencia y exigir a los aparatos territoriales un nuevo impulso político a base de trabajo, coherencia y sentido de la responsabilidad.

Muy al contrario, Rodríguez Zapatero parece dispuesto a vivir al día, ignorando las voces de alarma que provienen de líderes históricos tan relevantes como Javier Solana, Joaquín Almunia, Jesús Leguina o el propio Felipe González, e incluso ahora Alfonso Guerra. Lo peor es que todos los españoles pagamos la consecuencias del autismo presidencial.

ABC - Editorial