miércoles, 6 de mayo de 2009

LOS COMPLEJOS DE LOPEZ. Por M. Martín Ferrand

JUAN José Ibarretxe, en su día, fue investido lehendakari con menos votos de los que ayer respaldaron para el cargo a Patxi López. A pesar de ello, y en uso de la condición excluyente que caracteriza a los nacionalismos, tan díscolo personaje se ha permitido afirmar que el nuevo Gobierno no representa a la mayoría de la sociedad vasca. Es un buen síntoma de un modo escasamente democrático, de cercanías, de entender la democracia y, al tiempo, un aviso de las dificultades que le aguardan al nuevo Ejecutivo de Vitoria. Dos décadas sin alternancia de poder deben de haber esclerotizado las instituciones vascas.

Otra señal de lo que nos espera se evidencia en el discurso de investidura del lehendakari López. Todos tenemos el almario lleno de complejos y prejuicios y uno de los más comunes entre la grey socialista es un sentimiento de inferioridad frente a los supuesto de libertad y progreso que definen a la derecha en su conducta histórica y que tratan de anular con una postura de superioridad. En esa línea, López, bilingüe y vizcaitarra, cuajó su discurso de recuerdos y agradecimientos a grandes socialistas del pasado, a su padre, a sus abuelos... pero olvidó el detalle de agradecerle al PP que Antonio Basagoiti lidera en el País Vasco el apoyo sin el que no hubiera pronunciado tan poco generosas palabras.

«Mi primer empeño -dijo- será poner fin al terrorismo de ETA».

Incluso, con un pie apoyado en el buenismo y el otro puesto en el olvido, López expresó su deseo de ser «digno heredero» de los lehendakaris que le han precedido. Ibarretxe entre ellos. La cortesía parlamentaria es exigible, pero también lo son el respeto a los electores y el compromiso con la verdad. El olvido del PP, y de sus electores, puede justificarse, aunque difícilmente, por el complejo socialista frente a la derecha, pero proclamarse «heredero» de Ibarretxe va más allá. Es el quítate tu que me pongo yo que permite dudar de un cambio auténtico en la política vasca. El frentismo no es el de la nueva mayoría. Lo fue el de las precedentes y de ello y sus excesos no es preciso poner ejemplos.

Por lo demás, el discurso de López fue impecable. «Mi primer empeño -dijo- será poner fin al terrorismo de ETA». Así debe de ser, aunque en función de la experiencia habida no hubiera estado de más la exclusión rotunda de la hipótesis de las negociaciones con tales asesinos; pero tampoco se le puede pedir a nadie lo que no puede dar: generosidad y sutileza.

ABC - Opinión

LIBERTAD PARA EL PAIS VASCO. Por Agapito Mestre

Nuevo Gobierno

«Mientras que el PSOE y el PP hacen genuina política, o sea, postulan, dicho con lenguaje de Ortega, la unidad de los contrarios, el PNV no quiere ya negociar con nadie y estigmatiza a sus adversarios.»

La claridad, transparencia y precisión de los discursos de Patxi López y Antonio Basagoiti no son adornos de una retórica falsa. Son la principal muestra para evaluar un pacto político que trasciende no sólo el sectarismo nacionalista sino también el partidismo antinacional. Hoy la nación española ha vuelto a ser la carne y el espíritu de un Estado estrictamente instrumental. El pacto político de PSOE y PP no excluye a nadie. Es un pacto de inclusión de todos los vascos de España. De la nación española. Es un pacto para traer libertad "desde el Estado en una nación". Es un pacto de alta política. Un modelo para el resto de España. Quien traicione este pacto, sepa que no sólo estará traicionando al País Vasco sino al resto de España.


Hacía tiempo que no asistíamos a un acto político de esta envergadura. La política no es otra cosa que tener una idea clara, transparente y precisa a la disposición de todos los ciudadanos. Esa idea se ha puesto en acción en el debate de investidura del próximo lehendakari. El Estado ha sido considerado en su sentido estrictamente instrumental. Lo decisivo no era el Estado sino que éste no ahogue a la nación española. No hay pueblo vasco, por un lado, y ciudadanos españoles, por otro, sino ciudadanos libres e iguales ante la ley. Ahí estaba la grandeza del discurso de Patxi López. Ahí residía la seriedad, la prudencia y la magnanimidad del discurso de Patxi López. Ese era el lugar común que compartían socialistas y populares.

Por otro lado, los discursos de López y Basagoiti se han hecho aún más grandes al lado de la faramalla nacionalista, pusilánime y vil de Ibarretxe. Su intervención ha sido una síntesis de su "pequeña" política: exclusión del adversario político e integración a palos, es decir, usando los medios del Estado como fines de un partido, el PNV. Ibarretxe se ha retratado otra vez. Más aún, el epílogo puesto por Ibarretxe a su desalmada política de exclusión le ha llevado a no reconocer "legitimidad" a la nueva mayoría alcanzada por López. Aquí hay algo más que torpeza. Hay maldad. Además, pone definitivamente en cuestión el realismo que, alguna vez, acompañó la historia del PNV. Ese empecinamiento, o mejor, esa "patrimonialización" del País Vasco convierte al PNV en un partido casi asilvestrado. Salvaje y secesionista.

En fin, mientras que el PSOE y el PP hacen genuina política, o sea, postulan, dicho con lenguaje de Ortega, la unidad de los contrarios, el PNV no quiere ya negociar con nadie y estigmatiza a sus adversarios.

Libertad Digital

VASCOS SIN EPOPEYA. Por Gabriel Albiac

NO nos viene el error de enrevesados laberintos lógicos. Nos engaña el entusiasmo. Casi siempre. La dulzura de dar sentido a lo que pasa, el resignado empeño en fingir que todo sirvió de algo. Raras veces la equivocación nos viene de la ausencia de datos que permitan componer un cuadro de la vida, este trivial rompecabezas del deseo. Es nuestro tenaz anhelo de imponer que todo cuadre y que todo conduzca a alguna final meta el que nos lleva a perdernos en tantas deslumbrantes fantasías, que acaban siempre por hacer imposible la seca tarea de vivir. Fingimos épica a aquello -lo real- que no la tiene. Porque, por ser real, no puede tenerla. Épica es el recurso artístico, mediante cuyo rodeo alcanza su dosis de consuelo esta pobre alma humana, yonki de finalidades últimas, de grandiosos destinos, de progreso o sentido; yonki de la Providencia aquella que ejercieron ciertos Dioses benévolos, a los cuales vio Hölderlin desertar nuestro áspero territorio en los inicios del siglo diecinueve: «Y la gran voz del destino, ¿dónde suena?... Llegamos tarde, amigo».

Me viene a la memoria ahora, cuando quizá termina, aquel fingido monstruo que el soñar epopeyas proyectó, desde el final de los años sesenta, sobre la pobre tierra vasca. Constato la agotadora devastación que vino de ello. Me pregunto si será aún tiempo de poner cura a aquel delirio que fue nuestro. Pero, para el dolor ya sucedido, no hay remedio. Yeats, poeta de la devastación que sigue al entusiasmo, da la cristalina imagen de esa irremediable culpa: «El largo sacrificio,/ trueca en piedra el corazón». Es preciso entender la tragedia del País Vasco. Y el corazón es demasiado piedra ya para poder conmoverse.

En el último decenio del franquismo -el que coincide con mis años jóvenes-, un vendaval de sueños arrancaba a Europa del dormitar convaleciente que vino tras la gran tragedia de los años treinta y cuarenta. Era irreal y hermoso, aquel vendaval. Y nadie pudo pensar -o nadie supo- que, en todo aquel exceso de lo mejor, germinaba la semilla de lo más terrible. Floreció deprisa. Y casi nadie de los de mi edad supo entender, cuando resquebrajó nuestros espejos, que era criatura nuestra. Que, de aquel soñar la consumación de la historia a esta infernal pesadilla del terror envileciendo todo, no existe siquiera un paso. Que el terror es la épica activa del progreso, la imposición del deber ser sobre aquel que se resiste a su medida. A precio sin límite monstruoso. Porque nada limita a aquel que sacrifica ante el altar del absoluto.

¿Será posible alzar un País Vasco exento de esa larga tentación épica; una aburrida sociedad común, que sepa desplazar -como hacen todas- sus excesos de anhelo sobre la sabia escena de pintura, cine, música, literatura..., todo aquello en lo cual la epopeya no paga su conmoción a precio inaceptable; que se avenga a vivir sin dioses como si hubiera dioses (los hay, en nuestros libros, en el quebrarse asesino de un solo de Miles Davis, en el minúsculo encaje de un haiku de Jiménez Lozano, en el grave desarraigo de la voz de Faithfull...)? Ser libre es vivir sin dioses como si los hubiera. Y sin héroes, sus huérfanas criaturas. Y saber, sin embargo, que no habrá día en el cual el alma no se nos estrelle en una nebulosa de infinitos, cada vez que evocamos en Homero las pesadas lágrimas ardientes que caballos inmortales dejan caer sobre el polvo ante el joven cadáver de Patroclo. Vale vivir por esos tenues calambres de teología. Por lo que no es real. Sólo por eso. La épica salva en los libros. Y en el arte. Condena a quienes la hacen materia de la historia: se llama entonces muerte.

ABC - Opinión

LA FELIZ ESQUIZOFRENIA SOCIALISTA. Por José García Domínguez


Montilla y López

«El miembro del Comité Federal José Montilla, alopécica belle de jour, ha acuñado todas las boñigas retóricas que lanzan incansables Arzalluz e Ibarretche contra el lehendakari López ahora mismo.»

Quien quiera comprender la almendra ideológica del Partido Socialista no debería perder el tiempo con tediosos tratados de ciencia política que nada le aclararán. Olvide el curioso al ya de por sí obviable Pettit. Adéntrese, por el contrario, en la escatología cristiana de Tomás de Aquino, Agustín de Hipona o Anselmo de Canterbury. Y es que, a imagen y semejanza de la Divinidad, el PSOE actual se quiere uno y trino a la vez.


De ahí, entre otros prodigios lógicos, que el Partido Socialista de Euskadi haya accedido al poder prometiendo acabar con el mismo tribalismo identirario que promueve a diario el Partido Socialista de Cataluña. Un exceso sólo imaginario a decir del tercero en discordia, el Partido Socialista Obrero Español propiamente nominado, razón de que jamás lo haya denunciado. O sea, la esquizofrenia clínica elevada a suprema virtud política. Exhaustivos, los síntomas todos del trastorno bipolar convertidos en solemne declaración de principios doctrinales. Las tres cabezas del perro de Hades devorando furiosas al puño y la rosa.

Así, el miembro del Comité Federal José Montilla, alopécica belle de jour, ha acuñado todas las boñigas retóricas que lanzan incansables Arzalluz e Ibarretche contra el lehendakari López ahora mismo. Todas. Empezando por tildar de "anticalanes" a los dirigentes de ese Partido Popular que ya preside la Cámara vasca. Continuando por las nada veladas amenazas a quien se desvíe un milímetro de la pequeña y maloliente ortodoxia nacionalista, trátese de un magistrado del Tribunal Constitucional o del más modesto tendero que ose rotular en español.

Y terminando por el párrafo sobre la lengua a proscribir en los colegios vascos que Ibarretche le acaba de robar al propio Montilla: "El euskera es la lengua propia y singular de Euskadi y constituye el elemento más distintivo y sobresaliente de la identidad vasca en el concierto cultural mundial (...) Apostamos por un modelo educativo que tenga al euskera como lengua vehicular en el ámbito escolar". Clamoroso corta y pega con remite en Barcelona. Así, basta escribir "Cataluña" allí donde esos desolados gudaris cesantes gimen "Euskadi" e idéntico surtido de coces contra la democracia liberal retumba en la sede del PSC. El mismo, sin necesidad de mover ni una coma.

Por algo, ni al mismísimo Doctor Jekyll se le ocurrió jamás firmar el Pacto del Tinell con los separatistas y los comunistas con tal de expulsar de las instituciones a Mister Hyde.

Libertad Digital

LOPEZ. Por Ignacio Camacho

HAY un negro en la Casa Blanca y un López en Ajuriaenea: la democracia a veces se mueve despacio, pero no se para nunca. En el País Vasco la Transición ha tardado treinta años en cerrarse, y todavía no existe completa libertad, ni la habrá hasta que los no nacionalistas puedan salir sin escolta a bajar la basura o comprar el periódico. Pero ayer se ha acabado la discriminación efectiva que había convertido el poder político en una reserva de exclusión donde la mitad de los ciudadanos tenían prohibida la entrada. La falta de normalidad queda testimoniada aún por dos detalles nada insignificantes: la dificultad del nuevo presidente para encontrar a ciudadanos relevantes dispuestos a afrontar el riesgo de entrar en su Gobierno y la fatal, forzosa ausencia de tanta gente asesinada por haber simplemente soñado con un momento como éste.

Incluso es perceptible una cierta autolimitación moral de los propios protagonistas del vuelco histórico, una cautela que acota su legítimo orgullo de hacerse cargo de la victoria que han merecido, una voluntad como de pasar inadvertidos para no levantar sospechas. Ésa es aún la herencia de la coacción y del chantaje: una atmósfera de intimidación que intenta levantar un sentimiento de culpa, un remordimiento usurpador sobre lo que no es más que un simple, natural relevo democrático. Es sólo el principio: ahora vendrá una pesada estrategia de presión soterrada, una venenosa zapa obstructiva, una corrosiva y persistente resistencia destinada a forzar un pacto que mantenga el statu quo de la hegemonía social del nacionalismo.

López es un vasco libre, un español libre: sin culpa primigenia ni vicio de origen

Ése es el verdadero desafío de Patxi López, el hijo del sindicalista de la Naval que organizaba huelgas cuando muchos nacionalistas trataban de acomodarse a la dictadura. Gobernar sin pedir perdón, sin acomplejarse por no pertenecer a una casta que se autoconsidera investida de la esencia de la tribu. Ser el presidente de todos los vascos sin sentirse en deuda con ninguno. Evitar la tentación de competir en nacionalismo con los nacionalistas para borrar un pecado original inexistente. López es un vasco libre, un español libre: sin culpa primigenia ni vicio de origen. Y su triunfo es el de quienes se han negado a aceptar la dominancia de un ficticio privilegio de la identidad o de la sangre.

Por eso el de ayer fue un día de esperanza. Tiene la política vasca unas características tan excepcionales que ha hecho posible el pacto que tantos españoles añoran por encima de ideologías y banderismos. Una alianza que obliga a no fallar a los principios que la han hecho posible: los de la unión fundacional para ensanchar una libertad restringida. Ahora es al nuevo lendakari al que le toca olvidar aquel triste presagio de la madre de Joseba Pagazaurtundúa: ojalá no haga nunca nada que vuelva a helar la sangre derramada.

ABC - Opinión

'Hackean' la nueva web del PP y cuelgan la fechoría en YouTube

Tantos meses de trabajo para que, sólo unas horas después de su estreno, unos hackers agüen la fiesta a los populares. El PP celebró el pasado lunes por todo lo alto la puesta de largo de su nueva página web (que mantiene la dirección antigua, www.pp.es) y de su red social (www.popular.es).

Los populares estaban orgullosos de haber abierto esta última a cualquier persona que deseara formar parte de su familia virtual. Bastaba con introducir una dirección de correo electrónico. Y no como la que inauguró hace un par de semanas el PSOE (www.activistaspse.net), reservada exclusivamente a los militantes. De hecho, para registrarse en ella es necesario el DNI como forma de que los administradores comprueben que efectivamente el solicitante está afiliado al PSOE, según informa El Semanal Digital.

Cara le ha salido al PP su manga ancha, que ha pecado de ingenuo. Los piratas informáticos le han dado la primera en la frente. Este martes por la mañana, varios hackers asaltaron www.popular.es e hicieron un buen estropicio: un error de seguridad permitió que cualquiera pudiera entrar en el perfil de otro y modificar los datos de la víctima sin ningún pudor.

Los intrusos se cebaron con los de Mariano Rajoy y Jaime Mayor Oreja e incluso pusieron al descubierto la dirección de correo con la que el candidato del PP a las elecciones europeas se había registrado. Los responsables de la red social del PP explicaron este martes a El País que los hechos se produjeron el lunes y que el contratiempo ya está solventado. Pero las fechas no coinciden, puesto que varios pantallazos de las fechorías que circulan por Internet muestran claramente que se efectuaron el martes.



Periodista Digital

El frenazo del paro es una ilusión: se debe a puestos de trabajo generados con dinero público

La sangría de parados era a borbotones. Y de pronto, frenazo. El dato del paro de abril muestra una relentización en el número de parados, y el Gobierno lo ha aprovechado para hablar de "luz al final del túnel". Los 39.478 nuevos parados suponen una destrucción de empleo inferior a lo que ya estamos acostumbrados. ¿Pero es ésto un indicador de cambio de ritmo o es un espejismo? Aunque ZP y su Ejecutivo no quieran de nuevo ver la verdad, es simplemente una ilusión de realidad.

Por desgracia, los casi 40.000 puestos de trabajo han sido generados con dinero público, proveniente del PlanE. No es algo para frotarse las manos, ya que se trata de una menor destrucción de empleo debida a que Zapatero ha comprado puestos de trabajo. Ha puesto dinero para que se recoloque la gente, pero el empleo real nace de la creación de riqueza, no del subsidio. "Esta situación no es sostenible en absoluto", sostiene el diario económico Negocio.
"Cuando se deje de aportar capital público, adiós puestos de trabajo".
Con dinero público no se van a arreglar los problemas, ya que con tasas de paro que apuntan al 20% sólo el sector privado puede revitalizar al país. Por desgracia, este no es el discurso oficial imperante.

Para el diario Expansión, "un fiable termómetro para pulsar la capacidad de generar empleo de una economía es la afiliación a la Seguridad Social, y ésta ha perdido 24.000 cotizantes en abril, lo cual no es muy esperanzador. ¿Cuántos Planes E serían necesarios para lograr una recuperación laboral real e intensa?"
"Estamos ante un parche, muy caro y de limitados beneficios, que testimonia la inconveniencia de volver a intentar adecentar las cifras del paro a golpe de gasto público, más aún cuando al presupuesto le han saltado todas las costuras, con un déficit público que tiende peligrosamente al 10%".
El intento de combatir la crisis con prejuicios y desde una óptica ideologizada es infructuoso y contraproducente. Al Gobierno le queda por explorar el camino de las reformas, pero es rehén de tantos compromisos y tiene pendientes tantas facturas que es improbable se atreva a transitarlo.

Concluye Expansión, pesimista: "Así, que España sea el último país de la UE en salir de la crisis, con cinco millones de parados, no será una “opinión” de la Comisión Europea, como relativiza Salgado, sino una dramática realidad".

Periodista Digital

LOPEZ, NO NACIONALISTA Y LENDAKARI

CON el telón de fondo del previsible adiós político de Juan José Ibarretxe, el discurso de investidura del nuevo lendakari marcó ayer las directrices de su gobierno y, si se cumplen lealmente, darán lugar a una transformación radical del País Vasco. Los mensajes de López no eran nuevos en su contenido, porque son los que el PP vasco y el Partido Socialista de Euskadi -éste de forma discontinua e incompatible en más ocasiones de las disculpables- ya defendieron en 2001 y alimentaron el Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo de diciembre de 2000. En este sentido, el homenaje que ayer rindió José María Aznar a Jaime Mayor Oreja y Nicolás Redondo Terreros no era en vano. La gran novedad de ese discurso es que no fue el de la resistencia al nacionalismo y a ETA, sino el programa de gobierno para los próximos cuatro años. No fue pronunciado por un nacionalista resignado fatalmente a permanecer en la oposición, sino por quien hoy es el primer lendakari no nacionalista, aupado al cargo, además, por un pacto político de alto nivel con el PP. Por tanto, no puede haber continuidad tras casi treinta años de hegemonía nacionalista, porque no es políticamente posible, ni éticamente admisible. El lendakari López pronunció el discurso que muchos vascos querían oír como advenimiento de una nueva etapa y por el que tantas víctimas perdieron su vida a manos de ETA. PP y PSE ofrecieron ayer al unísono una alternativa moral a una sociedad alienada por la imposición nacionalista y por el terror de la violencia. Ahora también los vascos tienen la responsabilidad de demostrar que la indiferencia ante ETA, la insolidaridad con las víctimas y el silencio cómplice son cosa del pasado.

López hizo un discurso en sí mismo histórico, pero que debe ser plasmado en acciones políticas concretas. En todo caso, Patxi López demostró lealtad con los compromisos adquiridos con el PP, a quien agradeció el acuerdo de investidura, e inauguró su mandato con una declaración de principios inéditos en la Cámara vasca. Se habló de España sin resentimiento; no hubo mención alguna al «conflicto con el Estado»; de ETA sólo se dijo que es una banda de asesinos y que la paz no tendrá precio político; se proclamó la libertad y los derechos de los vascos como prioridad frente a la violencia y la exclusión identitaria; y defendió la Constitución y el Estatuto de Guernica como únicas fuentes de legitimación del autogobierno. También para el PSE el discurso de ayer canceló sus aventuras filosoberanistas fracasadas. Lo importante es que nunca antes un lendakari, desde 1981, había situado al País Vasco ante un futuro tan esperanzador y digno. La democracia española será desde hoy distinta si sus instituciones vascas realmente se ponen al servicio de la derrota de ETA, el honor de las víctimas y la convivencia entre vascos. La alianza entre PP y PSE ha de superar cualquier adversidad mientras estos objetivos -verdadera transición constitucional en el País Vasco- sean la prioridad del nuevo Gobierno.

Era lógico que el candidato del PNV, Juan José Ibarretxe, no entendiera nada de lo que dijo el lendakari López, porque el lenguaje y la ética nacionalistas llevan décadas adaptado a la ambigüedad moral y el aprovechamiento del terrorismo, a la deslealtad con el Estado. Pero ya importa poco lo que diga Ibarretxe en su adiós a la vida política, porque el lendakari se llama López y no es nacionalista.

ABC - Editorial

LA DEMOCRACIA ES ESTO

La investidura escenifica que Ibarretxe carece de la mayoría para gobernar que sí tiene Patxi López

La sesión de investidura de un lehendakari socialista, tras tres décadas de Gobiernos presididos por candidatos del PNV, transcurrió ayer con plena normalidad democrática: de acuerdo con los procedimientos establecidos y con respeto a las reglas del sistema parlamentario. Una jornada que fue histórica en un sentido no banal del término, fue también excepcional por esa normalidad. Sólo es de lamentar que el lehendakari saliente, Ibarretxe, no estuviera a la altura de su significación institucional en el que, según reveló luego, sería su último discurso antes de su retirada.


Su empeño en presentar su candidatura tuvo, sin embargo, la virtud de escenificar las razones por las que deberá desalojar Ajuria Enea: gobernará Patxi López porque el partido más votado, el PNV, fracasó en su intento de conformar una mayoría; mientras que el candidato socialista sí lo consiguió. Legitimado por esa mayoría, Patxi López hizo un discurso tranquilo basado en unas ideas sencillas y hasta obvias, pero que sonaron a agua fresca en comparación con la estancada del reiterativo discurso de Ibarretxe. Iniciativas que unan y no que dividan, mano tendida, especialmente al PNV, diálogo social, reconocimiento del otro sin asimilacionismos, pluralidad, gobernar para todos... Y tres prioridades: deslegitimar al terrorismo para acabar con ETA; crisis y empleo; igualdad de derechos de los ciudadanos.

El nuevo lehendakari expresó su reconocimiento a quienes le precedieron, incluyendo a Ramón Rubial, que presidió un Gobierno de concentración en la preautonomía, y a quien los nacionalistas omiten sistemáticamente; hizo también López una respetuosa mención a Ibarretxe, que sin embargo respondió acusando a los socialistas de "falta de consideración" hacia su persona, y que de nuevo olvidó referirse a la expresa amenaza de ETA al nuevo Gobierno.

Quien ha sido lehendakari desde 1999 presentó un relato en clave conspiratoria del proceso por el que ha dejado de serlo: los españolistas habrían utilizado la Ley de Partidos para intentar sacarle a él de Ajuria Enea: en 2005, dejando participar a EHAK para evitar que el tripartito más Aralar sumaran mayoría absoluta; y en 2009, evitando que participara, para que sí la alcanzaran PSE y PP. Con lo que, se haga una cosa o la contraria, siempre será por un interés político. Cuando lo que tuvo una motivación más claramente política fue mantener en la legalidad hasta 2003 a HB, pese a las evidencias de su dependencia de ETA, con la esperanza de que ello permitiera repetir un proceso de disolución como el de ETA (p-m) por influencia de Euskadiko Ezkerra.

Según Ibarretxe, la frase de Zapatero de que el acuerdo PSE-PP responde al "interés general de España" significa la "anulación de nuestra propia identidad nacional". Contraposición sumarísima que prescinde de la amplia mayoría, más del 60%, según cientos de encuestas, que considera compatible su identidad vasca y española. Tampoco fue afortunada la identificación que hizo de la mayoría que suman PSE y PP como "votos para destruir", con el argumento de que "no están de acuerdo en nada". ¿Acaso es menor la distancia entre el PP y el PNV, lo que no impidió al segundo ofrecer un pacto al primero para seguir gobernando?

La insistencia de Ibarretxe en contraponer a la mayoría parlamentaria una "mayoría sociológica abertzale" da por supuesta una homogeneidad inexistente. Pues es muy posible que muchos votantes del PNV se consideren más próximos del PSE (o del PP) que de Batasuna. Ahí reside una de las causas de la retirada anunciada ayer por Ibarretxe: condujo a su partido a tres victorias electorales pero también a un callejón sin salida: porque, en contra de lo que le dice Otegi, en Euskadi no hay una mayoría soberanista.

El País - Editorial

BIEN POR LO QUE NACE... Y POR LO QUE MUERE

El pleno del Parlamento vasco celebrado ayer es trascendental por la histórica elección de Patxi López, que pone fin a 30 años de gobiernos nacionalistas, y la marcha de Ibarretxe.

EL PLENO del Parlamento vasco celebrado ayer fue trascendental y hasta emocionante por partida doble. A la histórica elección de Patxi López lehendakari con 39 votos del PSOE, PP y UPyD, poniendo fin así a 30 años de poder nacionalista, se unió el adiós de Ibarretxe, que deja la política después de más de 10 años liderando sucesivos desafíos al Estado desde Ajuria Enea. El lehendakari saliente se despidió con la misma teatralidad presuntamente solemne que ha utilizado para defender sus planes. Esperó al último segundo de su última intervención, lo cual significó el final efectivo del debate. Cabe subrayar, como primera consecuencia de la sesión, la satisfacción que nos produce esta doble carambola democrática: un socialista gobernará por primera vez el País Vasco, al tiempo que se va el dirigente que más ha contribuido a la división de la sociedad vasca y al fortalecimiento político y moral del entorno de la banda terrorista ETA. Y con él, se van también sus planes. Antes de que el anuncio de Ibarretxe rompiera la sesión, el debate había alcanzado una gran altura desde el punto de vista de la dialéctica parlamentaria, tanto por la intervención de Patxi López como por los discursos de Basagoiti y José Antonio Pastor, así como por la confrontación de ideas con las fuerzas nacionalistas que ahora van a pasar a la oposición. La excepción la puso Ibarretxe, que no quiso despedirse con un discurso generoso, sino con amargura y frustración, aunque sí hay que reconocerle que facilita las cosas a su partido. Su renuncia permite al PNV hacer la transición de forma más cómoda que si él se hubiera aferrado al sillón.


El gran protagonista de la sesión, sin embargo, fue Patxi López, que en tono a la vez firme y conciliador hizo un buen discurso, en el que estableció como prioridad el combate diario contra ETA y la búsqueda de una paz «con generosidad, pero sin precio político», utilizando las palabras del asesinado Fernando Buesa. Especialmente intenso y brillante resultó el pasaje en el que se comprometió a la rehumanización de la sociedad vasca para que las víctimas sean reconocidas y los terroristas no consigan «petrificar los corazones» de los vascos que no se conmueven con los asesinatos.

Frente a la grandeza y la altura de miras tanto del candidato a lehendakari como del portavoz del PP, que ofreció a López la máxima lealtad con el Gobierno vasco, se situó la bajeza del portavoz nacionalista, Joseba Egibar, que sacó toda su artillería de barra de batzoki contra el pacto PSOE-PP, presentando a López como el político que quiere «dar la vuelta al ruedo de la Plaza de Las Ventas de Madrid llevando la cabeza del vasco que tanto aprecia España». Las duras descalificaciones de Egibar fueron respondidas con implacable contundencia por Patxi López: «Somos tan vascos como ustedes, pero buscamos el entendimiento y renunciamos a imponer nuestras posiciones». Tanto López como Basagoiti rechazaron las críticas del PNV sobre «el oportunismo» del pacto de gobierno -«la antorcha la lleva Mayor Oreja», dijo Egibar- y, como señalaron algunos de los intervinientes, el discurso del PNV demostró por sí mismo que el acuerdo PSOE-PP era imprescindible. Es indudable que el PNV tiene que hacer su reflexión interna sobre hasta dónde les ha llevado la deriva soberanista iniciada en Lizarra.

Más allá de la comprensible euforia con la que fue recibida la elección del lehendakari López por parte de socialistas y populares -Rajoy y Blanco asistieron a la sesión para subrayar su trascendencia-, al Gobierno vasco le espera la tarea de desmontar sin revanchismos 30 años de régimen nacionalista. Y no será fácil, sobre todo si los pactos de Vitoria no se contagian a Madrid.

El Mundo - Editorial

UN CAMBIO HISTORICO

«La salida del PNV es condición necesaria, pero no garantía suficiente de que se vayan acometer las profundas y numerosas reformas que son necesarias para desmantelar el régimen que durante treinta años ha implantado el nacionalismo en el País Vasco.»

A partir de su nombramiento como primer lehendakari no nacionalista de nuestra democracia, Patxi López se enfrenta a una responsabilidad histórica de cara a lograr que el País Vasco consume una transición a la libertad que, en buena parte, ha sido secuestrada por el nacionalismo vasco. El propio López ha asegurado que comparecía ante la cámara, "no sólo para ser elegido lehendakari, no sólo para formar un nuevo gobierno y presidirlo, sino para abrir un nuevo tiempo político". Hacer una referencia a un "nuevo tiempo político", dadas las circunstancias, es obligado pero no es garantía suficiente, como no lo ha sido parte de su discurso de que se vayan acometer las profundas y numerosas reformas que son necesarias para desmantelar el régimen que, durante treinta años, ha implantado el nacionalismo en el País Vasco.


Patxi López debe repudiar un pasado de diálogo con ETA y con su entorno, que no se disipa con una voluntad de lograr "una paz con generosidad, pero sin precio político". Patxi López debe lograr también que el euskera deje de ser una imposición en la escuela, pero no ya porque ese imperativo "no respeta la Ley de la Escuela Pública" o "por haber surgido fuera de los consensos necesarios para hacer avanzar la política lingüística", sino porque es un atentado a la libertad individual de los vascos. Asimismo, la posibilidad de que los vascos puedan educarse en castellano no es tampoco suficiente para acabar con las falsificaciones nacionalistas que imperan en la enseñanza.

Ofrecer "un amplio consenso con todos los grupos para llevar a cabo reformas en la radiotelevisión pública en orden a hacer de EiTB un servicio público plural y de calidad, y de convertir a ETB 1 en instrumento útil y eficaz de desarrollo de una cultura en euskera moderna y plural", puede ser, pero no parece, una muestra suficientemente decidida de querer acabar con una televisión política ocupada por los nacionalistas y dedicada a la "construcción nacional".

Por el contrario, la clara reivindicación hecha por López de la vigencia y potencialidad del actual estatuto de autonomía reduce, ciertamente, la posibilidad de aventuras de ruptura constitucional vía reforma estatutaria que entrañaba el olvidado "Plan López". Sin embargo, no estaría de más que el nuevo lehendakari, además de agradecer el apoyo recibido, hubiera hecho referencia al acuerdo político con el PP que ha hecho posible su investidura. Eso, por no decir que su principal oferta de consenso hubiera sido con este partido y no "especialmente con el que ahora va a ser principal partido de la oposición".

Aunque tampoco habría estado de más una reivindicación expresa a los miles de exiliados vascos, la intervención de López ha tenido también muy esperanzadores pasajes como el de que "si queremos que el terrorismo desaparezca no sólo tendremos que detener a terroristas; también deberemos reaccionar ante sus expresiones públicas y conseguir su deslegitimación social, especialmente en los ámbitos de la enseñanza, el asociacionismo y los medios de comunicación".

Mucho se podría criticar también de su oferta de política económica, caracterizada por el recurso al endeudamiento y que incluye medidas tan disparatadas como un "plan vasco de lucha contra el cambio climático". Pero ni es el momento de hacerlo ni, desgraciadamente, suponen una "anormalidad" con lo que ocurre en el resto de España.

Sólo queda confiar en que la acción del Gobierno de López, que tampoco puede vislumbrarse en su totalidad en un discurso de investidura, sirva para llevar de manera estimulante al País Vasco la libertad, la igualdad y el respeto al imperio de la Ley que ha abortado el nacionalismo en estas tres décadas. La salida del PNV es para ello condición necesaria, pero no suficiente. Esperemos, pues, que la bienvenida de López se base en algo más que en el adiós de Ibarretxe.

Libertad Digital - Editorial

CIUDADANOS VASCOS. Por Benigno Pendás

Treinta largos años después que los demás... Nacionalismo como religión política; secta homogénea (al menos, la clase dominante); distinción identitaria entre «nosotros» y «ellos»; irrendentismo, intolerancia, «totalismo» como versión suave del terror totalitario. De acuerdo en que Patxi Lopez no era la fórmula soñada para salir del agujero, pero la política -espejo de la vida- nos enseña una y otra vez que los mejores no siempre tienen éxito. Los recuerdos se agolpan. Primero, las víctimas. Hablo de personas de carne y hueso, de (casi) todos los partidos y de (casi) todas las profesiones, valedores de la causa cívica o ajenos a la disputa interminable. No pienso en organizaciones, ni en estrategias partidistas o maniobras tácticas. Es el homenaje uno por uno a los seres humanos cuyo proyecto de vida, único e irrepetible, fue truncado por los asesinos. Basagoiti los puso ayer en el primer plano de la memoria de la gente decente. Homenaje también a tantos héroes de la libertad en el País Vasco (socialistas, populares, indiferentes al partidismo) dispuestos a vivir en estado de sitio para dar testimonio de la razón frente a la barbarie. Reconocimiento también a los amigos del exilio y su añoranza legítima y a los políticos sacrificados en el camino: ¿cómo no recordar a Jaime Mayor y a Nicolás Redondo? Fueron las imágenes de una utopía que ahora nos exige que aceptemos simplemente lo posible.

Un par de generaciones de españoles hemos dejado lo mejor de nosotros mismos (con el discurso, con la pluma, con el ejemplo diario) para que la Transición, orgullo legítimo de la España contemporánea, llegara también al País Vasco. Llega, claro, de forma imperfecta, pero la realidad no admite dudas. Una joven dirigente del PP preside el Parlamento de Vitoria, un soplo de aire fresco cuando se abre la ventana de la libertad. Un candidato del PSE que dice sociedad plural, lucha contra ETA sin precio político, inserción en España y en Europa... ¿Sospechas? Quizá. Pero no lean ustedes la letra pequeña para encontrar apoyo a ciertos prejuicios arraigados. Vamos a ser generosos, por ahora. También exigentes, muy exigentes. Patxi Lopez tiene ante sí una inmensa responsabilidad y ojala esté preparado para asumir una tarea que sólo está al alcance de los grandes políticos. No puede fallar, por complejos y por oportunismos. Sea como fuere, hoy tenemos que ser optimistas en nombre de la libertad, de muchos años de lucha por el derecho, de tantas veces como hemos dicho y sentido que somos más y somos mejores.
¿Problemas? Infinitos. ¿Suspicacias? Unas cuantas. En todo caso, un éxito colectivo que por una vez los españoles de bien tenemos que celebrar juntos y sin sectarismo. Hoy empiezan los trabajos de Hércules para desmontar una red de complicidades y servidumbres. Con algún objetivo directo: policía autonómica, televisión vasca, sistema educativo desde la escuela a la facultad universitaria. Desactivar el mito nacionalista en nombre de una democracia de ciudadanos. Lo principal: vencer el miedo y ayudar a que la gente lo venza. Se vive bien en el País Vasco cuando no toca ejercer el papel de víctima. Está, claro, la infamia terrorista. Ahí sigue y -por desgracia- ahí seguirá, ojalá que sea a la baja. Los culpables son ETA y sus secuaces. La democracia tiene que acabar con ellos, lejos de la política de apaciguamiento y la perversión del lenguaje. No sé si Zapatero ha aprendido la lección moral o sólo le mueve, como es frecuente, el posibilismo electoral. La verdad es que apenas importa. Los hechos están ahí: los terroristas y su disfraz político ya no están en el lugar reservado a las personas honorables, aunque la tarea está incompleta en el ámbito municipal. Parece difícil para el PSOE recuperar el apoyo del PNV en el Congreso: rebus sic stantibus, esto es, si se mantienen las circunstancias actuales. La tentación es oficio natural del diablo y nada es descartable en asuntos tan complejos. Pero seamos justos aquí y ahora para valorar los datos reales. El PP sale muy bien parado de una estrategia limpia en la negociación y la investidura. La excepción vasca justifica un modelo singular de relación con los socialistas y exige también limitar los efectos favorables del eventual apoyo nacionalista a las iniciativas contra Zapatero a escala nacional. Es lo más justo de acuerdo con el contexto. Si cambia, ya se verá.
Usted, querido lector, ha escuchado como yo que el nuevo lendakari tiende la mano al PNV. Si es una pieza retórica para facilitar un cambio digno, bien está. Si es un anuncio de componendas, habrá que replantear muchas cosas. El Estado constitucional es fruto de la Ilustración, hijo de las revoluciones atlánticas enriquecidas por la democracia y los derechos fundamentales. No hay lugar para las pasiones irracionales traducidas en ideologías orgánicas o historicistas, que tienden a sumergirse en el mito y la sinrazón. La «tenebrosa fragua» del Espíritu del Pueblo, refugio de tribus y de clanes, ha causado estragos y crueldades sin fin. El PNV tiene a día de hoy una posibilidad única para enviar el delirio sabiniano al desván de los malos sueños. Hay un lugar en el País Vasco para un nacionalismo sensato y moderado. ¿Existe tal cosa? Si no es por convicción, sea por utilidad. Si no es por virtud, nos vale la hipocresía. Si pierden la oportunidad, tal vez será la última, porque la era global ha venido para quedarse. ¿Pronóstico? Reservado, tirando a mal... Patético ayer Ibarretxe con su «frentismo» y su «cruzada», refugiado en un discurso aldeano y perverso. Menos mal que se despide para siempre.
Decía Montesquieu que el absolutismo causa un daño irreversible a la constitución social de manera que la libertad se hace imposible para siempre. Espero que se equivoque, y ejemplos hay al respecto. ¿Será capaz de reaccionar la sociedad vasca? Miedo, disimulo, mediocridad y perfidia conviven allí con dignidad, valentía, honor y sacrificio. Ha llegado la hora de recuperar a ciertas mayorías amorfas. Recuerdo las palabras de Martin Luther King, un referente para Barack Obama, entonces desconocido. Con ellas terminaba hace años una Tercera, con motivo -¡qué asco!- de algún asesinato de ETA. Decía el líder de los derechos civiles que «lo peor de nuestro tiempo no es la crueldad de los malvados sino la fría indiferencia de los buenos». Sabemos por experiencia que la Transición supone sufrimiento e incertidumbre. La experiencia de todos los españoles está a disposición de nuestros compatriotas vascos. El esfuerzo merece la pena. Ha llegado la hora de construir una democracia para los ciudadanos y no una cárcel para la libertad envuelta en un equívoco ropaje. El PSOE y el PSE no pueden fallar. Tampoco el PP. Sería imperdonable. Un poco tarde, pero todavía a tiempo, también los vascos -como los demás españoles- serán ciudadanos y no simples súbditos.

ABC - Opinión