martes, 15 de diciembre de 2009

Una cumbre autonómica condenada al fracaso. Por Antonio Casado

La Conferencia de Presidentes estaba condenada al fracaso. Por inútil. Por poco creíble. Y por redundante. Al menos en el objetivo declarado prioritario: la cooperación entre el Gobierno y las Comunidades Autónomas para superar la crisis económica. El resto de los asuntos a tratar, como la Presidencia semestral de la Unión Europea o la violencia de género, eran las ‘marías’ de esta peculiar reunión celebrada en el Salón de Pasos Perdidos del Senado.

Reunión inútil, digo, porque inútil era buscar desde el Gobierno el consenso institucional con las Comunidades gobernadas por el PP, cuando la dirección nacional de este partido ha encontrado en la crisis económica su principal resorte para echar a Zapatero de la Moncloa. En todo caso, son los electores quienes tendrán que valorar la actitud de quienes ponen su condición institucional al servicio de la estrategia de su partido en la lucha por el poder. Lo cual sirve también para Zapatero si con esta convocatoria, cuyo balance podría reducirse a una foto de familia alrededor del Rey de España, estuviera buscando cómplices para disfrazar sus errores en política económica.

La Conferencia era además poco creíble, a juzgar por los antecedentes. Empezando por los incumplimientos fundacionales. Nació en 2004 con la vocación de celebrarse anualmente y convertir sus acuerdos en ley. Ni lo uno ni lo otro se ha cumplido. Y en cuanto a los acuerdos adoptados en las tres reuniones anteriores, todos se convirtieron en papel mojado, excepto el que consistía en poner el cazo para que las Comunidades recibieran del Estado más de 6.000 millones de euros destinados a la financiación de la Sanidad Pública.

Finalmente, era redundante. Su principal objetivo, la remada conjunta de las Administraciones (Central y Autonómica) contra la crisis, centrada en la lucha contra el desempleo y el déficit público, llegaba vinculado a la llamada Estrategia de Economía Sostenible, de larga y reiterada exposición. A saber: en el debate parlamentario sobre política económica, en el debate presupuestario del último trimestre de cada año, en un acto de partido celebrado en el Palacio de Congresos de Madrid, en un debate dedicado monográficamente en el Congreso a la futura Ley de Economía Sostenible y en la reciente presentación de la misma en el Palacio de la Moncloa, con invitados especiales de la Patronal y los Sindicatos.

Si no ha cuajado ya esta reorientación de la política económica de Zapatero, por un cambio del modelo productivo, era difícil que fuese a cuajar en una Conferencia de Presidentes Autonómicos donde tenía garantizada la enemiga de los barones del PP. Por no hablar de la redundancia del marco y los asistentes. No se entiende un formato que se solapa con el Senado, definido por la Constitución como Cámara territorial, y con el Consejo de Política Fiscal y Financiera, o las comisiones mixtas Gobierno-Comunidades, que son los órganos específicos de cooperación entre ambas administraciones. También era redundante la presencia de los presidentes de las dos Patronales y los dos Sindicatos ¿Eso no tiene su marco específico en el diálogo social por el que tanto apuesta Zapatero?

Todo lo cual no importaría si, finalmente, se hubiera conseguido una deseable colaboración del Gobierno con unas administraciones autonómicas que gestionan el 40% de los recursos públicos y ejercen en exclusiva la competencia en materia de políticas activas de empleo. Como palancas de lucha contra el déficit público y el paro, las Comunidades Autónomas son decisivas. Sin embargo, el grado de enconamiento en la lucha por el poder entre el titular, Zapatero, y el aspirante, Rajoy, bloquean esa cooperación. Uno de los barones del PP, Alberto Núñez Feijóo, hizo ayer la frase que resume perfectamente el cuadro: “El PP no puede acompañar a un Gobierno que no sabe adónde va”.


El confidencial - Opinión

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