lunes, 7 de diciembre de 2009

Carta abierta de un nuevo parado. Por José A. Sanchidrián

Debido a la falta de actividad, este mes que comienza he pasado a engrosar las nutridas filas del paro. Quisiera aprovechar esta plataforma, en la que participo regularmente, para dirigirme a todas las personas que llevan un tiempo en esta desesperante situación, acaban de verse atrapadas en ella o están a punto de serlo.



No dañéis vuestra autoestima pensando que vosotros mismos sois merecedores, ni enteramente responsables, de estar desempleados. Pero tampoco creáis que habéis acabado así por una suerte de mal fario, ni como víctimas anónimas del ciclo económico y los desmanes financieros del extranjero. Sabed que un elevado nivel de desempleo, que se dispara en épocas de crisis, es la consecuencia inevitable de las decisiones de economía política emprendidas en el posfranquismo, que finiquitaron el desarrollo nacional en beneficio de unos pocos. Treintaiún años después puede apreciarse el resultado: las clases asalariadas son entre un tercio y la mitad de pobres, eso si tienen la suerte de conservar su empleo; y, de continuar así la cosa, no podrán jubilarse; las nuevas generaciones carecen siquiera de oportunidades; la clase política consigue un patrimonio pudiente, acumulando sueldos, complementos y pensiones por los que apenas tributan, que como poco duplican la renta de una familia normal; y los favorecidos del Régimen ganan millones con sus corporaciones multinacionales construidas a costa de las antiguas empresas estatales, regaladas por los partidos que financiaron para crear la componenda -orquestada en la camarilla de Juan Carlos I, heredero de Franco- de la Constitución de 1978. Los partidos de izquierda son una mentira, y los sindicatos, después de traicionar a la clase obrera, continúan medrando a costa de contener los conflictos sociales.

La forma de revertir esta situación pasa, irremisiblemente, por acabar con el engendro de la Monarquía de Partidos. Y esto solamente puede venir desde la sociedad civil. Urge que todos los damnificados del antidemocrático posfranquismo -Internet es el único modo de ponernos en comunicación- nos unamos para constituir un nuevo orden político en el que nuestros verdaderos representantes, y no los delegados de los serviles jefes de partido, se sienten en el Congreso. Sabed que esta es la singular esperanza que nos queda.

República Constitucional

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