jueves, 26 de noviembre de 2009

¡Que vienen los turcos!. Por M. Martín Ferrand

DOY por hecho que José Antonio Pérez Tapias, socialista y diputado por Granada en el Congreso de los Diputados, es un honrado padre de familia y un profesor competente en la Universidad de la que fue capital del viejo Reino Nazarí. Otra cosa es que el profesor Pérez Tapias no padezca alguna confusión en lo que respecta al análisis de la Historia y a los contenidos básicos de una política social en el Parlamento español entrado ya el siglo XXI. El profesor granadino pretende, y sus mayores en el PSOE no le desautorizan, que el Estado compense, aunque sea simbólicamente, a los descendientes de los moriscos que fueron expulsados de España por Felipe III, hace justamente cuatro siglos. ¿Se les pedirá previamente una compensación a los sucesores de los moriscos que, en tiempos de Felipe II y a las órdenes de Aben Omeya -Fernando de Córdoba y Válor-Táboas por nombre cristiano- protagonizara la Rebelión de las Alpujarras, el enfrentamiento civil más sangriento de los producidos en España hasta 1936 y que tanto perturbó, por la disponibilidad de los tropas, la guerra en los Países Bajos?

Este tipo de proposiciones parlamentarias, si es que tienen algún fundamento más allá del afán de notoriedad de quienes las presentan, será el de la pura distracción de los ciudadanos para que no atiendan asuntos más fundamentales que evidencian la torpeza operativa del Gobierno. Arrastran el mal añadido de presentar ante la opinión pública, tan mal instruida en el conocimiento de la Historia, un juicio al pasado que repugna a la historicidad, quiebra la justeza y, al sacar los acontecimientos de su contexto ético, social y político, confunde y desvirtúa la interpretación de lo que aconteció y las razones de Estado que los produjeron.

La expulsión de los moriscos fue una desgracia económica para Valencia y Aragón y una merma tecnológica importante en el desarrollo agropecuario de toda España; pero con un criterio de Estado que bien pudieran imitar nuestros gobernantes actuales, Felipe III antepuso el interés general de la Nación al particular de alguna de sus porciones y sectores económicos. El Imperio Otomano era un peligro real, tanto como pueda serlo hoy el islamismo que trata de sustituir, en todo o en parte, nuestros valores cristianos y tradicionales. La fe mueve montañas. Cualquier fe. ¿Habrá que conectar la iniciativa de Pérez Tapias con la Alianza de Civilizaciones?


ABC - Opinión

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