miércoles, 25 de noviembre de 2009

Nuevas energías, viejas mentiras. Por José María Carrascal

ALguien tendría que informar a Zapatero de que «la energía no se crea ni se destruye. Sólo se transforma», principio que estableció Lavoisier hace 300 años, aunque es posible que entre los 600 asesores de la Moncloa nadie lo conozca. Todas las energías son renovables. Lo único que cambia es la tecnología que la renueva. Pero para tener esa tecnología se necesitan técnicos, y para tener técnicos, se necesita prepararlos. Algo que no ha hecho España en estas décadas de jolgorio y bonanza, y que hoy puede hacer menos que nunca, con un presupuesto en el que se ha reducido la partida de investigación y no se ha hecho nada para mejorar la enseñanza. O sea que todo eso de las «energías renovables», el «cambio de modelo económico» y la «economía sostenible» (¿hay una economía insostenible?) es pura camelancia, bálsamos de Fierabrás, curalotodo milagroso, más digno de sacamuelas de feria que de un presidente de gobierno. Un cambio de modelo económico requiere un cambio de modelo educativo, de modelo productivo, de modelo social, que el Gobierno Zapatero no ha hecho, y a los que incluso se ha opuesto, alineándose decididamente con los sindicatos contra los empresarios en la reforma del mercado laboral, sin la que la economía española no se recuperará, según todos los expertos nacionales y extranjeros. Ahora, cuando ha visto las orejas al lobo de la crisis e incluso siente sus colmillos clavados en la carne, sugiere imitar las medidas alemanas en ese terreno. Tarde, como siempre, y, mucho nos tememos, mal, como acostumbra. Este es un gobierno que vende humo, que dice en cada momento y a cada interlocutor una cosa distinta, sin hacer realmente nada.

Para resumir, estamos ante otro de los conejos que Zapatero se saca de la chistera, como fue la negociación con ETA, que iba a traer la paz al País Vasco, o los nuevos estatutos de autonomía, que iban a estructurar definitivamente España. Ahora le toca a la economía, «que empieza a recuperarse», según el presidente. Que se lo cuente a los parados, a los que sólo puede ofrecer que su crecimiento será algo menor cada mes. ¡Menuda recuperación! E incluso si sus medidas tuvieran éxito, cosa como decimos más que dudosa, a bastantes de ellos les llegaría cuando estén ya jubilados.

En lo que de verdad confía Zapatero es en que los demás países se recuperen y tiren de nosotros, mientras él nos cuenta fábulas. Pero los demás se recuperarán, porque están haciendo sus deberes, mientras nosotros seguiremos en el foso, por no hacerlos. De estas crisis va a surgir un nuevo mapa económico mundial, donde España no estará entre los primeros. No sólo por la incapacidad, charlatanería e imprevisión de su Gobierno, sino también por nuestra disposición a creer fábulas. Son mucho más agradables que las realidades.


ABC - Opinión

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