domingo, 17 de mayo de 2009

TOCOMOCHO ELECTORAL. Por M. Martín Ferrand

DEL mismo modo que solemos escandalizarnos ante la noticia de una estafa de naturaleza económica, cosa frecuente, el conocimiento de un fraude en el orden político, algo más frecuente todavía, suele dejarnos fríos, impasibles. Ignoro si será consecuencia de varios siglos de costumbre o de una laxa y colectiva conciencia democrática. Lo cierto es que nuestra convivencia, prendida con alfileres constitucionales, no se afianza con el perfeccionamiento de los modos representativos y que, cuando se convocan unos comicios, el escepticismo encuentra nuevos y más sólidos fundamentos. España es, por doloroso que sea reconocerlo, una democracia imperfecta que, lejos de depurarse, abunda en los errores y fracasos que venimos arrastrando durante los últimos treinta años.

Cristina de la Hoz denunciaba ayer en estas páginas algo que puede soliviantar a la más encallecida sensibilidad democrática y que está más cerca de argumentos como los que Miguel Martín concibió para Los tramposos, una película que ahora cumple medio siglo, que de la ciencia y el rigor políticos. En las elecciones para el Parlamento Europeo, las únicas que aquí cursan con circunscripción nacional, el PSOE presentará en Cataluña una papeleta encabezada -¡no faltaba más!- por Juan Fernando López Aguilar; pero, para no herir susceptibilidades, ocultará en ella a Ramón Jáuregui, Magdalena Álvarez, Carmen Romero y otros candidatos demasiado carpetovetónicos. En esa versión catalana, la lista del PSC(PSOE) destacará en un falso número dos a María Badía, cuarto nombre en la lista no falsificada, a Raimon Obiols, número trece para el resto de España, y a otros cuantos nombres de identidad regional.

Es una mixtificación al amparo de la Ley Orgánica de Régimen Local; pero, ¿es éticamente admisible someter a los electores una lista en la que figuran personas a las que nunca votarían y aparezcan otras sin la más mínima posibilidad de resultar elegidas? Quienes perpetran estos timos, no muy diferentes al tocomocho, pasan por astutos; pero debieran ser expulsados del seno de un partido que quiere parecer decente. Merecen también la reprobación de la ciudadanía. Es la expresión de una mala praxis política en las filas de José Luis Rodríguez Zapatero. ¿Por qué se incluye en una lista cerrada un nombre -Magdalena Álvarez, por ejemplo- cuya presencia en Cataluña avergüenza a sus mentores?

ABC - Opinión

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