martes, 12 de mayo de 2009

"MENOS LADRILLO Y MAS ORDENADORES". Por José García Domínguez


Zapatero

«Cuando el tipo con la cabeza llena de nada resulta ser un político de izquierdas, el latiguillo canónico impone que su perorata remita a la perentoria, ineludible, imperiosa urgencia de afrontar cuanto antes un "cambio del modelo productivo".»

"Vamos a un modelo de crecimiento radicalmente diferente al actual: menos ladrillos y más ordenadores", acaba de fantasear Zapatero ante veinte mil eufóricos altermodelistas. Electrizante, la consigna retumbó como aquel legendario "Menos latín y más deporte" del camarada Pepe Solís. A partir de ya, pues, le sobran motivos para temblar a Bill Gates: por inapelable mandato de La Moncloa, los promotores inmobiliarios de Torremolinos se pondrán a competir con Microsoft e IBM en dura lid por la hegemonía en los mercados globales del soft y del hard. Seguro. Nadie lo dude.


Es sabido, cuando un político de derechas no tienen nada que decir echa mano de las célebres "reformas estructurales". Es entonces cuando el rutinario canto a las virtudes de la economía de mercado se ve sazonado con la perentoria, ineludible, imperiosa urgencia de afrontar cuanto antes ciertas reformas estructurales que, por lo demás, ni siquiera requieren ser especificadas. Basta simplemente con mentar ese sintagma fetiche, "reformas estructurales", mirando con sentido gesto de honda preocupación hacia la cámara, y ya está, expediente resuelto.

Por el contrario, cuando el tipo con la cabeza llena de nada resulta ser un político de izquierdas, el latiguillo canónico impone que su perorata remita a la perentoria, ineludible, imperiosa urgencia de afrontar cuanto antes un "cambio del modelo productivo". Y es que si al personal de la derecha se le aplaca con el sonajero de las reformas estructurales, la tropa de izquierda exige el firme compromiso de un inminente cambio del modelo productivo, cualquier cosa que ello signifique, antes de echarse a dormir.

En fin, que se vaya preparando Steve Jobs: más pronto que tarde se verá eclipsado por los deudores de Caja Castilla-La Mancha. ¿Y qué decir de Hewlett-Packard, Toshiba o de los pobres de Dell? No les quedará más remedio que morder el polvo ante cualquier orondo presidente de club de fútbol español puro en ristre y subvención en mano. Por lo demás, el nuevo modelo será compatible con la muy progresista pedagogía de la plastilina, ésa que aspira a la plácida felicidad de nuestros jóvenes desde la guardería hasta la universidad. Así que nada de exámenes ni de traumáticos filtros académicos hasta que nos diseñen el primer ordenador profesional. Faltaría más.

Y ahora, a fundar por Real Decreto otro Silicon Valley, a ser posible, en la sede de la UGT.

Libertad Digital - Opinión

1 comentarios:

Anónimo dijo...

los ladrillos se hacían en España, los ordenadores no.

Otro país estará aplaudiendo a ZP, le estará sacando de la crisis.