domingo, 24 de mayo de 2009

ESPAÑA FRENTE A PLOTINO. Por Joan Valls

Comunicación

«¿Qué empuja al liberal conservadurismo español a fracasar, una y otra vez, en materia de comunicación? Una de las causas principales sería el desprecio por los artistas y por el arte, sobre todo en una sociedad tan expresiva y visceral como la nuestra.»

Para adentrarnos en los misteriosos senderos de la incompetencia del Partido Popular en materia de comunicación, he intentado analizar en otro artículo el concepto de presunción de relevancia. Por esta presunción entendemos el mecanismo por el que la audiencia no considera como absurdos mensajes que lo son manifiestamente, precisamente por la presunción de relevancia que el espectador otorga a dichos mensajes al asumir que se encuentra inmerso en un contexto publicitario.


Resumido este concepto, deberíamos preguntarnos cómo podría el Partido Popular combatir directamente el imaginario progre que se ha adueñado de buena parte de los hogares españoles. Si asumimos la presunción de relevancia como uno de los mecanismos principales que explican el éxito de la progresía, una forma eficaz de combatirlo podría basarse en la metacomunicación, una de las muchas estrategias utilizadas en el mundo de la publicidad. Así, en algunos anuncios, la propia relación entre el consumidor y el texto o voz del anuncio se configura como el objetivo central. De esta manera, ya no se habla del producto en sí, sino del proceso de mirar el anuncio y de la propia campaña publicitaria de la compañía. Trasladado al ámbito de la propaganda política, la metacomunicación invitaría al ciudadano a que se sintiera parte de la creación de la campaña y del discurso del partido. En publicidad, en muchos casos, estos anuncios adoptan la forma de anti-anuncio con códigos hiperrealistas, con la clara intención de apelar a la curiosidad del espectador. La metacomunicación en el ámbito de la propaganda política incluiría al público objetivo en el proceso mismo. Traducido a nuestro lenguaje cotidiano: que el PP baje a la calle; que se empape de calle y logre que la ciudadanía se sienta partícipe de cuanto acontece en ese partido.

¿Por qué, entonces, no se hace lo que parece fácil? ¿Qué empuja al liberal conservadurismo español a fracasar, una y otra vez, en materia de comunicación? Una de las causas principales sería el desprecio por los artistas y por el arte, sobre todo en una sociedad tan expresiva y visceral como la nuestra. Craso error. Porque la izquierda siempre lo ha tenido muy claro. La izquierda española es un Plotino con dieciocho siglos de retraso. Para el padre del neoplatonismo, las artes y los artistas eran poseedores de la belleza y complementaban las carencias de la naturaleza. En Plotino, además, la materia tiene raíces negativas, por ser un obstáculo a la forma, al arte, a la creación del artista, en definitiva. Se trata de modelar. El artista representa el principio creador y es superior a su obra. De esta forma, a Pedro Almodóvar le basta simplemente con anunciar que va a rodar una película sobre la Guerra Civil. Su éxito se comprueba en las reacciones instantáneas que provoca en sus adversarios y, de hecho, crea un mensaje publicitario plenamente metacomunicacional, en el que toda una cadena COPE baraja, por mucho humor que utilice, los temas y el guión de una película que no existe. Aprenda de Almodóvar, señor Rajoy, y empápese de toda la intertextualidad que este asunto implica y requiere.

Almodóvar nos ha dado una lección sobre cómo dirigir una película sin ni tan siquiera haber escrito el guión. Ése es el poder de la izquierda y la pobreza de la derecha.

Libertad Digital - Opinión

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