miércoles, 27 de mayo de 2009

ELECCION EUROPEA, CRISIS ESPAÑOLA

EL debate televisado entre los cabezas de lista de PP y PSOE para el Parlamento Europeo demostró que las elecciones del 7 de junio tienen un inevitable carácter nacional, impuesto por la crisis económica. Lejos de ser una desnaturalización de esta cita electoral, la contraposición de visiones sobre la situación interna de España se corresponde justamente con la internacionalización de la crisis económica, argumento recurrente en los discursos del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Es éste quien más insiste en globalizar y abstraer en el éter mundial las causas de la recesión y el desempleo en España, al mismo tiempo que se remite de forma igualmente constante a las políticas de cooperación en los diversos foros a los que consigue ser invitado, como el G-20 o el G-8. Especialmente, la cooperación europea es una constante en la estrategia socialista de diluir las responsabilidades propias por los aspectos estrictamente nacionales de la crisis económica española, como el paro o la pérdida de competitividad. En este contexto, es razonable que los candidatos de Gobierno y oposición para el Parlamento Europeo hablen de una crisis que los socialistas no cejan en «europeízar». No hay nada más europeo, siguiendo la lógica de Zapatero, que hablar de la crisis.

Jaime Mayor Oreja comprendió esta asociación entre crisis y Europa mejor que Juan Fernando López Aguilar. Los argumentos del candidato del PP fueron directos a las consecuencias de la crisis económica y dejaron en evidencia las fuertes dificultades que tienen los socialistas para elaborar un discurso electoral que los exima de responsabilidad tras cinco años de gobierno sin cortapisas de la oposición. Europa no es una excusa para Rodríguez Zapatero porque los datos económicos no se lo permiten. En cambio, es la ocasión que legítimamente se le presenta al PP para afianzar su labor de oposición, como sucede en todas las democracias cuando se convocan elecciones, del carácter que sea. Además, el PSOE emplea en sus críticas al PP un doble lenguaje, porque le reprocha que no hable de Europa al mismo tiempo que dedica sus vídeos de propaganda a temas tan de escasa actualidad europea como Aznar, Bush o Irak, pero además lo hace de forma incongruente. Si Rodríguez Zapatero quiere ser coherente con estas críticas al PP, debería empezar por retirar su apoyo al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, anfitrión de la «foto de las Azores», o al nuevo secretario general de la OTAN, Andres Fogh Rasmussen, quien como primer ministro de Dinamarca desplegó tropas de combate en suelo iraquí, integradas en la coalición liderada por Estados Unidos.

La falta de discurso en el PSOE es la causa de su evidente nerviosismo ante los resultados del 7 de junio. Los datos económicos no acompañan al Gobierno en sus ataques al PP, tampoco termina de cuajar entre los electores la acusación contra la derecha por la «codicia y el mercado» -que le ha sido tan rentable al Gobierno socialista hasta ahora- y la teoría de los «brotes verdes» no ha superado la prueba del realismo. Las previsiones para este año y el que viene mantienen a España en el liderato del desempleo y, puestos a hablar de Europa, harán que la tasa de paro bajo el Gobierno de Zapatero siga doblando la media de los países de la UE.

ABC - Editorial

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