La economía española decrece al 2,9%, hay 4.010.000 parados (el 17,4%), el consumo se ha detraído un 4,2% en el primer trimestre de este año, la caída de los ingresos del Estado alcanza el 12% y la previsión de déficit público para finales de año se sitúa en el 8,6% según las previsiones del Banco de España. A pesar de que son datos que no dejan lugar a ningún tipo de interpretación optimista, Zapatero sigue empeñado en esperar a que escampe y en mantener el discurso de que lo único que el Gobierno puede y debe hacer es mantener las prestaciones sociales. El presidente es inmune a las peticiones de reformas -en el mercado laboral, en las pensiones, en la educación, en política energética- que le llegan de numerosas y autorizadas voces, algunas de ellas procedentes de su entorno ideológico e incluso de su propio partido.
Zapatero quiere vadear la crisis a base de iniciativas que puedan satisfacer a los votantes más a la izquierda, y como muestra, un botón. Ayer, víspera del debate, la ministra de Sanidad anunció que la llamada píldora del día después se venderá en farmacias sin receta y a mujeres sin límite de edad. Sin entrar en el fondo de la cuestión con el que en líneas generales podríamos estar de acuerdo, la intencionalidad política y propagandística de este anuncio es tan evidente que casi da reparo comentarla. Una vez más, el Gobierno pone un señuelo en una cuestión delicada desde el punto de vista moral y social para que los sectores que no comulgan con la izquierda entren al trapo y así presentarse ante la opinión pública como la quintaesencia del progresismo. Y de paso, si consigue que se hable menos de la crisis y del paro, mejor que mejor.
El Debate del estado de la Nación fue fijado por Zapatero para antes de las europeas del 7-J y ello quiere decir que la sesión será utilizada por el presidente, por Rajoy y por el resto de los grupos como un escenario más de campaña electoral. Con unas elecciones a la vista, está claro que el presidente no tiene intención alguna de liderar lo que, según las encuestas, pide a gritos una mayoría de la sociedad española: un gran pacto de Estado -que se puede llamar de La Moncloa o de otra forma- para sacar a España de la crisis. Es previsible que el encasillamiento de Zapatero sea respondido de forma muy dura por el líder de la oposición Mariano Rajoy, quien también afronta un reto importante ante el debate de hoy: demostrar que además de críticas, tiene un proyecto detallado en materia económica para hacer frente a la gravedad de la situación.
El Mundo - Editorial
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