domingo, 19 de abril de 2009

NUEVO GOLPE A ETA

LA detención en Perpiñán de Jurdan Martitegi -considerado por las Fuerzas de Seguridad del Estado como el cabecilla del aparato militar de ETA- en una brillante operación conjunta entre la Policía española y la Gendarmería judicial francesa es una excelente noticia que habría que poner en el contexto del nuevo escenario político surgido en el País Vasco. La importancia de esta operación, en la que también fueron detenidos otros terroristas, supone un duro golpe para la banda, obligada a ir ajustando su organigrama criminal a medida que la eficacia policial descabeza la «dirección» etarra. Tres máximos responsables de ETA han caído en seis meses. Martitegi había relevado como jefe de los pistoleros a Aitzol Iriondo, detenido a su vez el pasado 8 de diciembre. Éste, por su parte, relevó a «Txeroki», quien también había caído en una operación de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. No hay otro camino contra ETA que la eficacia policial y las leyes, instrumentos de un Estado de Derecho en el que, por primera vez, el nacionalismo no controla el poder de las instituciones vascas. Se abre pues un horizonte esperanzador, porque la derrota definitiva de ETA se veía dificultada por la acción política de un PNV contemporizador y equidistante, siempre dispuesto a tender puentes y a alimentar el mundo abertzale en una estrategia de frentismo permanente contra lo que representa el Estado.

Es por eso que su desalojo del poder supone una oportunidad histórica, porque puede dejar sin espacios a las terminales políticas de la banda asesina, que se enfrenta inexorablemente a la ruptura de su permanente interlocución con el nacionalismo gobernante. Si la acción política y la policial se complementan sin fisuras y se avanza progresivamente hacia una democracia plena en el País Vasco, el cambio en el código de valores de una sociedad moldeada a su antojo durante décadas por el régimen nacionalista será tan importante como la firmeza del Estado en la lucha contra el terror. Por eso, la detención de Jurdan Martitegi, la primera de un destacado cabecilla de ETA que se produce en un escenario de supremacía parlamentaria del constitucionalismo, adquiere un importancia que va más allá del indudable éxito policial.

ABC - Editorial

0 comentarios: