jueves, 30 de abril de 2009

LIDERAZGO Y EMOCION. Por Hermann Tertsch

PESE al título, queridos amigos, desengáñense. No vamos a hablar de Carla Bruni. Vamos a reflexionar un poquito sobre la responsabilidad y el liderazgo, dos cosas que a muchos de ustedes ya les parezcan remotos conceptos históricos perfectamente arcaicos. Hubo gente en este país, en España, que en regímenes muy diferentes creían y sentían su vocación por servir a una serie de gentes que no tenían con ellos nada más en común que la pertenencia a una patria. Hubo mucha gente, aquí en España, que luchó, mató y murió creyendo firmemente que lo hacía por mejorar España. En todas las trincheras. En todos los frentes. Este país ha tenido obviamente una sobredosis de patria y de historia. Y una inmensa caterva de personajes del tres al cuatro que no sólo pretendieron ser líderes. Que lastimosamente acabaron siéndolo. Con todo el respeto para sus familiares y descendientes. A sus calles y apellidos. Como comprenderán, yo prefiero una calle dedicada a Merry Gordon, gran e ilustre general, que a la madre de Javier Bardem.

Para valorar el liderazgo, para valorar el servicio al bien común, para valorar la vocación de servicio, hay que tener ante todo un sentido que unifique dignidad personal con proyección histórica. Esto puede parecerles muy cursi a unos. Y muy borde a otros. Pero no hay otra forma de conseguir la fuerza que requiere el ser humano para acudir a un estado de emergencia colectivo. Los estados de emergencia privados los resolvemos por el acuerdo o la violencia, por la fuerza de la concordia o la intimidación. La profundidad en la asunción de un liderazgo tiene muy diversas formas. Los ha habido de toda suerte y calidad. Muchos de ellos con consecuencias muy trágicas para las naciones lideradas.

Nadie accede al liderazgo, querido presidente Sarkozy, consorte de Bruni, por muchas elecciones que gane.

Pero lo que es evidente es que aquellos que son petimetres, por muchas elecciones que ganen, seguirán siendo petimetres. Nadie accede al liderazgo, querido presidente Sarkozy, consorte de Bruni, por muchas elecciones que gane. Muchos pueden hundir a su país en catástrofes que eran imprevisibles y evitables y en pocos años pueden hacer daños que sufran generaciones. La vida es muy caprichosa. Y el determinismo histórico de la secta inflamada es siempre falso. Aunque engañe cien veces y sirva a gente sencillamente inverosímil como son tantos de los que hoy vemos en cargos públicos. El liderazgo sea bueno o malo, nada tiene que ver con pataterismo o zapaterismo. El presidente de Colombia, Álvaro Uribe, dio una lección de liderazgo el martes en el Hotel Ritz. Por supuesto no acudió nadie del Gobierno socialista de Zapatero para ver si aprendía algo. Si no se leen siquiera los papeles que nos afectan al mal o buen vivir de los españoles es absurdo pensar que ninguno de ellos acuda a un sitio donde puede mejorar, como persona y líder. Sarkozy es un líder. Ya se verá si para bien. Uribe ha demostrado ser un líder que ha sacado a Colombia de una sima y la ha convertido en ejemplo para Iberoamérica. Por aquí, por lo demás, poco que contar al respecto.

ABC - Opinión

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