martes, 17 de marzo de 2009

El intermediario . Por Alfonso Ussía

Lo que no entiendo es que Garzón cobre doce mil euros y el intermediario tan sólo tres mil

Quiero ser el intermediario de Baltasar Garzón. Ahora se llama «agente». El intermediario tiene mala prensa, en tanto que al agente se le acepta incluso en cualquier local prestigioso. Ese conjunto formidable «Los Sabandeños», creado por el gran Elfidio Alonso, que fue alcalde de La Laguna, cantó al intermediario poniéndolo a parir. No al intermediario de Garzón, sino al platanero, que por el sólo hecho de que los plátanos pasaran por sus manos ganaba el triple que el agricultor y el frutero.


Los pedorros de los programas chismosos de las cadenas de televisión, también tienen agentes. Y abogados. Una barbaridad de abogados. Que así le amenazó un putón desorejado a una periodista con el hígado en la boca: «Voy a poner esta calumnia en manos de mis abogados». Pues ni los abogados de estas criaturas tan desinhibidas ganan lo que percibe el intermediario del Garzón conferenciante. Y escrito esto, me ofrezco. Tengo buenas relaciones. Cuando me dispongo a ello, doy la agradable apariencia de la buena educación. Y defiendo mis intereses y los de mi representado con firmeza invencible. Estoy cansado de escribir todos los días y a todas las horas, y me gustaría ser el intermediario, representante o agente de Baltasar Garzón. El representante o intermediario no está obligado a dar conferencias. Las organiza, pacta el precio, las condiciones del viaje, los hoteles, y ahí se termina su responsabilidad. Se puede hacer por teléfono sin moverse del tibio hogar. Y además no está obligado a oír la conferencia de su representado, porque en tal caso, y siendo Garzón el conferenciante, los porcentajes se me antojan excesivamente prudentes. Por ejemplo, el intermediario que pactó con la UGT la conferencia de Garzón en Avilés con el título «Libertad y seguridad. Los retos para una nueva ciudadanía», se llevó tres mil euros contantes y sonantes, sin estar obligado a oír la hora de tostón de su representado. El representado, Baltasar Garzón, cobró de la Unión General de Trabajadores, sindicato afín al PSOE, doce mil euros, más los gastos de viaje y la manutención de Garzón y sus guardaspaldas. Me parece bien que la UGT, que diariamente recibe la noticia de la pérdida del puesto de trabajo de miles de trabajadores, afiliados o no, disponga de sus fondos como mejor le parezca, y destine 16.000 euros a una conferencia de Garzón. Lo que no entiendo es que Garzón cobre doce mil euros y el intermediario tan sólo tres mil, porque conseguir que se pague esa cantidad a un rollo de orador que además habla de «Los retos para una nueva ciudadanía», sólo lo consigue un genio. Cuando se malgasta una hora de vida de los asistentes a una charla acerca de los retos para una nueva ciudadanía, no se cobra por hablar, se paga y se pide perdón. El intermediario, representante o agente de Garzón, capaz de engañar a la UGT con esos precios y condiciones, merece la admirada envidia de quien esto escribe, y se ofrece a formar sociedad con él. Para colmo, a la carísima conferencia de Avilés apenas asistió un centenar de personas -los organizadores y sus familias-, y el intermediario encajó la misma conferencia a unos mejicanos de Monterrey. Y el intermediario consiguió que en plena crisis económica, toda la plana mayor de la UGT en Asturias se reuniera en el restaurante más caro del Principado para agasajar al conferenciante. Me ofrezco sin reservas a ser el intermediario suplente de Garzón. Chimpón.

La Razón - Opinión

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