martes, 17 de febrero de 2009

Alevosía. Por Juan Carlos Girauta

«Lo suyo sería exigirlo en todos los foros, no dejar pasar una sola ocasión de denunciar esta incalificable operación que resulta letal para la imagen y credibilidad de una Justicia que no puede presumir de contar con una gran estima ciudadana.»

Garzón ha dejado al PP en una situación de indefensión tan palmaria que la aberración sólo puede escapar a quien carezca de cualquier sentido de la juridicidad. Conociendo los antecedentes, no es ninguna sorpresa que el juez no accediera a la personación de parte tan claramente perjudicada, ni que se permitiera recordar que contra su resolución no cabía recurso alguno. Con todo, parece que el indefenso prefiere no darse por enterado y presenta un nuevo escrito exigiendo que se identifique a los aforados. Es este, como se sabe, un punto clave, pues si hubiere aforados (como Garzón da por hecho) se impondría la inhibición del instructor de la Audiencia.


El juez estrella debería considerar una gentileza que el PP utilice esa vía para reclamar las identidades escamoteadas. Siendo como es el segundo partido de España en representación parlamentaria y el primero en militancia, lo suyo sería exigirlo en todos los foros, exigirlo cada día y a todas horas, no dejar pasar una sola ocasión de denunciar esta incalificable operación, que resulta letal para la imagen y credibilidad de una Justicia que no puede presumir precisamente de contar con una gran estima ciudadana.

A la Justicia se la respeta porque es preceptivo, pero, en las democracias sanas, a la legalidad se suma la legitimidad. La montaña de sentencias sin ejecutar, la legión de gentes sin la adecuada formación que entraron a impartir justicia sin pasar por unas oposiciones, el caos judicial (con el que algo tendrán que ver jueces y magistrados, ¿no?) y, sobre todo, la politización de la justicia han hecho estragos en ese pilar del Estado de Derecho al que nadie tiene ya por independiente.
Para acabar de arreglarlo, la colusión antidemocrática de la cacería y las decisiones de un juez pagado de sí mismo e ideologizado hasta la médula van acompañadas de la pirueta insostenible de anunciar que existen aforados y a la vez que no se sabe quienes son (pues si se supiera, Garzón se inhibiría; o, dicho a su manera, cuando se sepa, Garzón se inhibirá). A este asegurarse del daño perpetrado se le llama en Derecho alevosía.

Libertad Digital - Opinión

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