domingo, 7 de diciembre de 2008

Nuestro vecino del quinto. Por Arturo Pérez-Reverte

Lo ha sido todo. Fue Castrillo, alelado contable de Atraco a las tres, y entrañable Paco el Bajo en Los santos inocentes, y malhumoradísimo amigo del protagonista en Ninette y un señor de Murcia, y duro detective privado Germán Areta en El Crack. Fue, entre docenas de personajes, monje, sargento republicano, pícaro del Siglo de Oro, vampiro, gángster, vaquero, mayordomo, compañero de Don Quijote, maestro de escuela, gasolinero, recluta con y sin niño, bandido forestal y mariquita ful. Eso, por citar algo. Ha tocado todos los registros de la interpretación. Su vida es la historia de medio intenso siglo de teatro y cine español. Y su rostro y su voz, sus ingenuidades y cabreos carpetovetónicos, encarnaron en la pantalla, como nadie, el rostro y la voz del español de infantería: lo cutre y lo sublime, lo casposo y lo conmovedor, lo cómico y lo heroico.

Alfredo Landa, entre otras muchas cosas, es el único caso en la historia del cine mundial en que un actor da su nombre a un género cinematográfico: el landismo. Un cine, ése, pésimo en cuanto a virtudes formales pero fascinante como documento sociológico, que define con involuntario rigor documental cierto tiempo que aquí nos tocó vivir. Y aun así, hasta en los más infames subproductos de ese momento concreto –«Había que comer», dice Alfredo, filosófico y profesional–, brilla siempre, por encima de todo, su inmenso talento como actor. Hay que irse a Italia, con Alberto Sordi, o a Francia con el muy inferior Louis de Funes, para encontrar fenómenos semejantes. Con la diferencia, en el caso de Funes, de que éste era un actor exclusivamente cómico, de un solo registro caricaturesco, mientras que Alfredo Landa cocinó siempre, con idéntica solvencia, lo mismo un cocido que un estofado. Por eso aludo a Alberto Sordi como pariente más cercano. Alfredo lo mismo hace llorar de risa obligándole a comer, navaja en mano, un pollo crudo a José Sacristán, que pone un nudo en la garganta cojeando junto al señorito Juan Diego, o te acojona diciéndole en voz baja a José Manuel Cervino, sin descomponer el gesto, «Bareta, deja el mechero o te vuelo los huevos».

Y lo quieren. El suyo es uno de los pocos casos –casi inexplicable, todo hay que decirlo– en los que España no se ha mostrado mezquina o infame con los grandes. La gente lo aprecia y se lo demuestra a diario, por la calle. Lo he visto. Ése es su premio, me dijo una vez. El de tantos años de trabajo, intentando siempre hacer las cosas, tocase lo que tocase, lo mejor posible. Ahora, Marcos Ordóñez ha escrito su vida, y yo tecleo esta página para contárselo a ustedes, porque en cierto modo me siento un poco partícipe de ello. Alfredo lo ha hecho todo, lo tiene todo y no necesita más que sentarse con los amigos y charlar de lo mucho que sabe y lo mucho que la vida le ha metido en las alforjas. Y una noche que cenábamos juntos le dije: oye, venerable, es una lástima que todo eso, tu experiencia, esa historia viva del teatro y el cine español, desaparezca contigo cuando hagas mutis final, sin que los demás podamos gozar de ella en detalle. Metiéndonos en la trastienda. Podrías escribir tu vida, le dije. Y publicarla. «Vete a tomar por saco», me dijo, con esa delicadeza que reserva para los amigos. Pero luego lo pensó despacio. Y lo hizo. Contó su vida al hombre adecuado: Marcos Ordóñez. Al enterarme, supe que todo saldría bien. Yo no conocía a Ordóñez más que de haberlo llamado un vez por teléfono para decirle que acababa de leer una biografía suya de Ava Gardner, Beberse la vida, y que éste era una de los mejores libros de ese género que había leído nunca. Perfecto como una gran película, le dije. Apasionante como una gran novela. De modo que, al saber que aceptaba intervenir en el asunto, sonreí y respiré tranquilo. Alfredo estaba en las mejores manos del mundo.

Ahora, un año después, tengo el libro sobre la mesa, junto al teclado del ordenador. Se titula Alfredo el Grande: 368 páginas que me he calzado a gusto, disfrutándolas como un gorrino en un maizal. Horas de lectura gozosa e instructiva, porque también es la novela de una vida cuyo discurrir está vinculado, escenario a escenario, película a película, a nuestra reciente Historia. En cuanto a Alfredo, nada más adecuado para situar su vida y su obra, su genio de actor extraordinario, que la cita de David Mamet a la que Marcos Ordóñez recurre como revelador epígrafe del libro y el protagonista: «Las mejores interpretaciones raramente son reconocidas, porque no atraen la atención hacia su excelencia. Como cualquier heroísmo real, son sencillas y sin pretensiones, y parecen brotar de una manera natural e inevitable. Están tan fusionadas con el actor, que demasiada gente tiende a pensar que no tiene nada que ver con el arte».

Así que ya lo saben, señoras y señores. Con todos ustedes, Alfredo Landa. El grande. Asómbrense después de haber reído.

XL Semanal

Multan a la SGAE con más de 60.000 euros por grabar una boda sin permiso

Libertad Digital: Multan a la SGAE con más de 60.000 euros por grabar una boda sin permiso

Protección de Datos ha multado con 60.101 euros a la SGAE por grabar sin permiso una boda y aportar el vídeo a un juicio para multar al salón, lo que es "una clara violación de la intimidad y la propia imagen". La organización de Bautista ya tiene otro juicio abierto de esta naturaleza.

Protección de Datos, en una resolución a la que ha tenido acceso EFE, considera que la SGAE incurrió en una infracción "muy grave", pues grabó un acto privado como es un banquete de bodas, sin la "autorización inequívoca" de los interesados, como exige la ley.


La SGAE, en el contexto de su política para cobrar derechos de autor, contrató a un detective, que se coló en una boda en el restaurante "La Doma" de San Juan de Aznalfarache (Sevilla) y grabó a los invitados bailando al ritmo de canciones protegidas.

El salón de bodas fue condenado a pagar 43.179 euros de canon musical en base a otras pruebas periféricas, ya que la sentencia del juzgado de lo Mercantil sevillano declaró nulo el vídeo porque constituía "una clara violación del derecho constitucional a la intimidad y a la propia imagen", al ser la boda un "acto privado y reservado", y más aún cuando la grabación se ejecutó "a escondidas, cuando la celebración estaba ya avanzada".

Al conocer la sentencia, la Asociación para la Protección de Datos de los Consumidores (Consudato) denunció los hechos a la Agencia de Protección de Datos, que ha sancionado a la SGAE con una multa de 60.101 euros. La resolución dice además que la actuación del detective vulneró la Ley de Seguridad Privada, que prohíbe a esos profesionales usar en sus investigaciones "medios técnicos que atenten contra el derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen".

En su defensa, la SGAE alegó que se limitó a contratar al detective sin decidir sobre los medios que debía utilizar para conseguir pruebas, y que la filmación no pretendía generar un fichero de datos personales, que es el aspecto protegido por la ley. La resolución recuerda que los contrayentes declararon no haber autorizado a la SGAE a filmar su boda y que, pese a ello, la novia aparece en varios momentos de la grabación.

La ley, según la resolución, exige el "consentimiento inequívoco del afectado" para la captación o tratamiento de sus datos personales, definidos como "toda información numérica, alfabética, gráfica, fotográfica, acústica o de cualquier otro tipo, susceptible de recogida, tratamiento o transmisión y concerniente a una persona física identificada o identificable".

Por su parte, el abogado Joaquín Moeckel ha indicado que Consudato ha elevado otra denuncia similar ante Protección de Datos porque la SGAE ha vuelto a presentar una demanda judicial contra otro salón de bodas, en este caso "El Vizir" de Espartinas (Sevilla) con el apoyo del vídeo de un detective.

El detective "se introdujo en la boda simulando ser invitados y ocultando la cámara de vídeo" ya que dicho recinto "no estaba abierto al público sino solo a unas personas determinadas".

Consudato afirma que se trata de una infracción "muy grave" pues la prueba se consiguió "de forma engañosa y fraudulenta" y además constituye "una reiteración en una actuación ya sancionada por Protección de Datos".


ABC: Multan a la SGAE con más de 60.000 euros por grabar una boda sin permiso

La Agencia Española de Protección de Datos ha multado con 60.101 euros a la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) por grabar sin permiso una boda en Sevilla y aportar el vídeo a un juicio, lo que constituye "una clara violación del derecho constitucional a la intimidad y a la propia imagen".

Protección de Datos, en una resolución a la que ha tenido acceso EFE, considera que la SGAE incurrió en una infracción "muy grave", pues grabó un acto privado como es un banquete de bodas, sin la "autorización inequívoca" de los interesados, como exige la ley.


La SGAE, en el contexto de su política para cobrar derechos de autor, contrató a un detective, que se coló en una boda en el restaurante "La Doma" de San Juan de Aznalfarache (Sevilla) y grabó a los invitados bailando al ritmo de canciones protegidas.

El salón de bodas fue condenado a pagar 43.179 euros de canon musical en base a otras pruebas periféricas, ya que la sentencia del juzgado de lo Mercantil sevillano declaró nulo el vídeo porque constituía "una clara violación del derecho constitucional a la intimidad y a la propia imagen", al ser la boda un "acto privado y reservado", y más aún cuando la grabación se ejecutó "a escondidas, cuando la celebración estaba ya avanzada".

En su defensa, la SGAE alegó que se limitó a contratar al detective sin decidir sobre los medios que debía utilizar para conseguir pruebas

Al conocer la sentencia, la Asociación para la Protección de Datos de los Consumidores (Consudato) denunció los hechos a la Agencia de Protección de Datos, que ha sancionado a la SGAE con una multa de 60.101 euros. La resolución dice además que la actuación del detective vulneró la Ley de Seguridad Privada, que prohíbe a esos profesionales usar en sus investigaciones "medios técnicos que atenten contra el derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen".

La defensa de la SGAEEn su defensa, la SGAE alegó que se limitó a contratar al detective sin decidir sobre los medios que debía utilizar para conseguir pruebas, y que la filmación no pretendía generar un fichero de datos personales, que es el aspecto protegido por la ley.

La resolución recuerda que los contrayentes declararon no haber autorizado a la SGAE a filmar su boda y que, pese a ello, la novia aparece en varios momentos de la grabación. La ley, según la resolución, exige el "consentimiento inequívoco del afectado" para la captación o tratamiento de sus datos personales, definidos como "toda información numérica, alfabética, gráfica, fotográfica, acústica o de cualquier otro tipo, susceptible de recogida, tratamiento o transmisión y concerniente a una persona física identificada o identificable".

Por su parte, el abogado Joaquín Moeckel han indicado a EFE que Consudato ha elevado otra denuncia similar ante Protección de Datos porque la SGAE ha vuelto a presentar una demanda judicial contra otro salón de bodas, en este caso "El Vizir" de Espartinas (Sevilla) con el apoyo del vídeo de un detective.

El detective "se introdujo en la boda simulando ser invitados y ocultando la cámara de vídeo" ya que dicho recinto "no estaba abierto al público sino solo a unas personas determinadas". Consudato afirma que se trata de una infracción "muy grave" pues la prueba se consiguió "de forma engañosa y fraudulenta" y además constituye "una reiteración en una actuación ya sancionada por Protección de Datos".


La Razón: Multan a la SGAE con 60.101 euros por grabar una boda sin permiso

La Agencia Española de Protección de Datos ha multado con 60.101 euros a la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) por grabar sin permiso una boda en Sevilla y aportar el vídeo a un juicio, lo que constituye «una clara violación del derecho constitucional a la intimidad y a la propia imagen».

Protección de Datos, en una resolución a la que ha tenido acceso EFE, considera que la SGAE incurrió en una infracción "muy grave", pues grabó un acto privado como es un banquete de bodas, sin la "autorización inequívoca" de los interesados, como exige la ley.

La SGAE, en el contexto de su política para cobrar derechos de autor, contrató a un detective, que se coló en una boda en el restaurante "La Doma" de San Juan de Aznalfarache (Sevilla) y grabó a los invitados bailando al ritmo de canciones protegidas.

El salón de bodas fue condenado a pagar 43.179 euros de canon musical en base a otras pruebas periféricas, ya que la sentencia del juzgado de lo Mercantil sevillano declaró nulo el vídeo porque constituía "una clara violación del derecho constitucional a la intimidad y a la propia imagen", al ser la boda un "acto privado y reservado", y más aún cuando la grabación se ejecutó "a escondidas, cuando la celebración estaba ya avanzada".

Al conocer la sentencia, la Asociación para la Protección de Datos de los Consumidores (Consudato) denunció los hechos a la Agencia de Protección de Datos, que ha sancionado a la SGAE con una multa de 60.101 euros.
La resolución dice además que la actuación del detective vulneró la Ley de Seguridad Privada, que prohíbe a esos profesionales usar en sus investigaciones "medios técnicos que atenten contra el derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen".

En su defensa, la SGAE alegó que se limitó a contratar al detective sin decidir sobre los medios que debía utilizar para conseguir pruebas, y que la filmación no pretendía generar un fichero de datos personales, que es el aspecto protegido por la ley.

La resolución recuerda que los contrayentes declararon no haber autorizado a la SGAE a filmar su boda y que, pese a ello, la novia aparece en varios momentos de la grabación.

La ley, según la resolución, exige el "consentimiento inequívoco del afectado" para la captación o tratamiento de sus datos personales, definidos como "toda información numérica, alfabética, gráfica, fotográfica, acústica o de cualquier otro tipo, susceptible de recogida, tratamiento o transmisión y concerniente a una persona física identificada o identificable".

Por su parte, el abogado Joaquín Moeckel han indicado a EFE que Consudato ha elevado otra denuncia similar ante Protección de Datos porque la SGAE ha vuelto a presentar una demanda judicial contra otro salón de bodas, en este caso "El Vizir" de Espartinas (Sevilla) con el apoyo del vídeo de un detective.

El detective "se introdujo en la boda simulando ser invitados y ocultando la cámara de vídeo" ya que dicho recinto "no estaba abierto al público sino solo a unas personas determinadas".

Consudato afirma que se trata de una infracción "muy grave" pues la prueba se consiguió "de forma engañosa y fraudulenta" y además constituye "una reiteración en una actuación ya sancionada por Protección de Datos".

Los efectos relajantes del Tute. Por Pablo Molina

A los excarlistones burgueses del PNV parece no importarles que el proyecto político de los radicales vascos sea la creación de una república marxista-leninista. Ante todo la autodeterminación. Después ya se verá.

Con su amigo en el suelo, la cabeza reventada de dos disparos y los servicios médicos realizándole un último masaje cardíaco, la partida se reanudó y la conversación volvió a los temas habituales: el tiempo y la racha del Athletic y la Real en la liga. Como siempre, a pesar de que los pistoleros asesinaron a su amigo a plena luz del día y a las puertas de un restaurante concurrido, nadie vio nada, ni las caras de los asesinos, ni la matrícula del coche en que huyeron. Nada. Todos estaban demasiado concentrados en la mano de cartas, actitud habitual cuando se oyen disparos y un amigo cae reventado a unos pocos metros de distancia. La fotografía que mostró el periódico El Mundo al día siguiente del asesinato es la perfecta radiografía de una sociedad que lleva cuarenta años jugando al tute, mientras una parte de sus vecinos va siendo asesinada meticulosamente en un ambiente de impunidad moral, que es mucho peor que la de tipo legal.


Y si alguien organiza una protesta, las ursulinas del nacionalismo llamado –vaya usted a saber por qué– democrático elaboran un documento lo suficientemente ambiguo para poder dar cabida a los argumentos de quienes dan por buena la situación, siempre que los que caigan sean "los otros". Porque no hay agallas para denunciar directamente a la ETA sin incluir oscuras referencias a la existencia de un conflicto que conviene resolver por procedimientos políticos, como si después de casi mil seres humanos asesinados a sangre fría, civiles, mujeres y niños incluidos, no hubiera quedado suficientemente claro cuál es el objetivo político de los terroristas.

Siempre la equidistancia. Como la del amigo de la víctima que al día siguiente llamó en directo a un programa de Telemadrid para decir que los de la ETA son criminales, pero Franco también (¿?) y acusar de franquista a una de las periodistas presentes en la tertulia. Esa fue la reflexión que le sugirió el cuerpo de su amigo ensangrentado por los disparos no precisamente de Franco. A esta gente les molesta la presencia de ETA, pero también la de la Guardia Civil y otras "fuerzas represoras" del Estado español. Quieren que desaparezca el terrorismo, una vez recogida la cosecha de nueces ensangrentadas, pero a cambio de hacer realidad su delirio de una Euskal Herría independiente que jamás existió. A los excarlistones burgueses del PNV parece no importarles que el proyecto político de los radicales vascos, los que empuñan las pistolas a riesgo de pasar veinte años en la cárcel, sea la creación de una república marxista-leninista. Ante todo la autodeterminación. Después ya se verá.

Con su actitud corren el riesgo de que el proceso se invierta y que un día el resto de España decida autodeterminarse de una región cuya mayoría de habitantes, por acción u omisión, apoya el proyecto soberanista de Ibarreche y Otegui. Ya han obligado a exiliarse a casi el veinte por ciento de la población, así que cada vez irá siendo más fácil tomar una decisión histórica como esa, que colmaría los deseos de los que, cuando un vecino cae reventado de un disparo a unos metros de distancia, sufren una ceguera y sordera temporales que les impide denunciar al autor.
A lo peor llega el día en que, por mayoría aplastante, el resto de España se autodetermina de "los vascos y vascas", para que disfruten de su nueva realidad nacional dirigida por pistoleros sin escrúpulos bajo los principios del marxismo-leninismo más ortodoxo. Y a seguir jugando al Tute.

Libertad Digital - Opinión

El gran negrito. Por Emilio Campmany

«Creo saber cuál es la intención de Rajoy: que en junio de 2009 no quede en el partido un sólo "negrito" con capacidad de sucederle si, como es probable, el PP fracasa en las elecciones gallegas y europeas.»

Isabel San Sebastián terminaba su artículo del sábado pasado en El Mundo diciendo: "¿Recuerda el cuento de los 10 negritos? Rato, Mayor, Zaplana, Acebes, San Gil o Cascos ya están muertos. Próximo objetivo: Gallardón". Se refería la valiente periodista vasca a la pretensión de Rajoy de que Gallardón encabece la lista del PP en las elecciones europeas del próximo 9 de junio. Cree San Sebastián que cualquier resultado que cosechara el alcalde de Madrid supondría un éxito para el gallego, pues la victoria lo sería de la línea moderada que representa Rajoy y la derrota haría que el alcalde ya no fuera un rival.


Este parece ser el análisis que hacen en la planta séptima de Génova, 13. No estoy seguro de que sea correcto. Si Gallardón aceptara encabezar las europeas y ganara, el resultado podría ser interpretado como una victoria personal suya y no del partido. Y si perdiera, sería la derrota de la línea blanda que representa Rajoy.

El caso es que, antes de que una probable derrota en las europeas, con Gallardón o sin él, favorezca la puesta en tela de juicio de su liderazgo, Rajoy necesita acabar con todos los "negritos". El primero es Esperanza Aguirre. Algo le tendrá preparado, sin duda, para cuando se acerque junio. De momento, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha fortalecido su posición, pese a los ataques de Guardans y Blanco, gracias a su actitud durante el atentado de Bombay, pues allí demostró poseer dos cualidades que el electorado aprecia sobremanera: suerte y sangre fría.

¿Alguno más? El que queda, más que un "negrito" es un "negrazo". Me refiero a Aznar, que últimamente se deja ver por los actos de partido para recordarle a Rajoy que no es con condescendencia ni con melifluidad con lo que se ganan las elecciones. Sin embargo, curiosamente, es El País el que sin querer se está encargando de hacerle a Rajoy el trabajo sucio de liquidar al gran "negrito".

¿Sin querer? Los analistas dan por hecho que la munición con la que El País lleva bombardeando toda la semana al ex presidente está suministrada por el Gobierno. Discrepo.

Hace tiempo que se supo que tanta o más responsabilidad que Aznar en los vuelos de la CIA con destino a Guantánamo tiene Zapatero. ¿A qué sacar ahora el asunto? ¿Para debilitar a un Aznar que está supuestamente retirado de la política? ¿Para que acabe salpicando a Zapatero, como en efecto ha ocurrido? No puede ser una casualidad que esta avalancha de información anti-Aznar llegue después de haber empezado éste a criticar sin tapujos a Rajoy. Tampoco puede serlo que el grupo que atiza el fuego no sea el de Roures y Barroso, los amigos de Zapatero, sino el de Juan Luis Cebrián, ahogado por una deuda de cinco mil millones que el líder del PSOE no quiere aliviar y con el que Rajoy vive una luna de miel que él cree que durará hasta 2012.

No sé cuál será la verdadera intención de Aznar. Pero sí creo saber cuál es la intención de Rajoy: que en junio de 2009 no quede en el partido un sólo "negrito" con capacidad de sucederle si, como es probable, el PP fracasa en las elecciones gallegas y europeas.
Como novela policíaca no tendrá interés porque se sabe de antemano quién es el asesino. Ahora, como novela negra, será digna del mismísimo Dashiell Hammett.

Libertad Digital - Opinión