domingo, 28 de septiembre de 2008

No es país para perdedores

Las Vegas bate el récord de viviendas recuperadas por los bancos

Cuál es la diferencia entre Wall Street y Las Vegas? Respuesta: que en los casinos no hay regalos para los perdedores. El chiste resume la rabia impotente de la mayoría de la gente consultada en esta meca del juego del azar situada en el corazón de Nevada acerca del polémico plan de ayudas multimillonarias a la banca. "Están sacando las castañas del fuego por sus amiguetes en Wall Street", dice George Smith, jubilado de California, que hace apuestas de caballo en el nuevo casino South Point en medio del zumbido de 2.400 maquinas tragaperras. "El zorro está guardando la casa de las gallinas", añade en referencia al secretario del Tesoro y arquitecto del plan, Henry Paulson, ex presidente del banco Goldman Sachs.

Jake Willie, un afroamericano de 74 años, limpia zapatos en el mismo casino. "¡Si aquellos banqueros perdiesen 1.000 dólares en esta partida - afirma señalando una mesa donde un grupo tira los dados-, luego irían al ayuntamiento para que se les devolviera el dinero!".

Otros jugadores, hipnotizados por máquinas tragaperras con nombres como Bolsillos Profundos o Tesoros Orientales, dicen lo mismo. La reacción tiene consecuencias políticas no sólo porque Nevada - estado republicano en las elecciones del 2000 y 2004- es también objetivo de la campaña de Obama, sino también porque, con cuarenta millones de visitantes al año, Las Vegas es en realidad un microcosmos del país.

Curiosamente, en los casinos de Las Vegas se ejerce una disciplina financiera desconocida en Wall Street. "La gente juega con sus ahorros, no con los créditos; sabe exactamente cuánto va a perder", explica Steve Frishman, funcionario del estado de Nevada.

No ocurre lo mismo en el mercado de la vivienda. En el mar de chalets que se extiende por el desierto de Mojave se engendró la gran crisis que ahora sitúa el sistema financiero al borde del abismo. Bancos locales como el Silver State, que quebró este verano, financiaban la construcción de decenas de miles de nuevas viviendas en una ciudad cuya población crecía a ritmos del 5% al año. Para venderlas hacía falta ofrecer hipotecas atractivas - a más del 100% del valor de la vivienda- con tipos de interés muy bajos, al menos, durante el primer año.

Todo ello posible gracias a la nueva alquimia de Wall Street, con bancos que compraban la deuda hipotecaria para convertirla en instrumentos de alto rendimiento en el mercado global. Llegaron inversores de California que compraban tres o cuatro casas y hacían una compraventa relámpago para así rentabilizar unos precios que llegaron a subir hasta un 50% en el año 2005.

Ahora, tras caídas de precios de la misma cuantía desde el 2006, sólo hace falta alejarse un kilómetro de la fantasía temática del centro de Las Vegas para adentrarse velozmente en un mundo de sueños rotos, de casas vacías con carteles que rezan "Foreclosure:propiedad del banco".

Hay más retornos de viviendas per cápita en Las Vegas que en ninguna otra ciudad de EE. UU. Los bancos han iniciado la toma de posesión de casi 40.000 casas en el primer semestre de este año; según Realtytrac. com, el 140% más que el año anterior. En cada calle de 30 viviendas, una ya pertenece al banco. Y ya no se trata sólo de los bungalows grises de los barrios pobres. Ahora se embargan también las llamadas McMansion (viviendas enormes pero estandarizadas, como las cadenas de comida rápida) en urbanizaciones valladas cercanas al campo de golf en Sumerlin y Anthem: 87 de las viviendas que han quedado en posesión del banco en el 2008 son inmuebles comprados por más de un millón de dólares. "Compraron esas casas y ahora quieren subvenciones. Pero yo digo: si yo mantuve limpia mi casa, ¿dónde está mi parte?", dice Ralph McCracken, trabajador del sindicato de camioneros en Las Vegas.

Poco después del pinchazo de la burbuja de la vivienda, llegó el año pasado el parón de la construcción de casinos hoteles. "Wall Street de repente dejó de llamar a la puerta de los casinos con sus créditos irresistibles", dice Keith Schwer, economista de la Universidad de Nevada. Boyd Holdings ha tenido que paralizar la construcción del hotel casino Echelon con 3.000 habitaciones. En esta ciudad, que depende de la hostelería y el juego en el 60% de sus ingresos, el paro ya asciende al 7%, un punto más de la media de Estados Unidos. Y Nevada arroja un déficit público por valor de 1.000 millones de dólares. Ya se preparan recortes draconianos en la enseñanza: "Claro, si el Gobierno federal puede subvencionar a los bancos, ¿por qué no pedimos algo para la universidad?", ironiza Schwer.

La Vanguardia

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