martes, 30 de septiembre de 2008

¿Es Ibarretxe un legítimo representante del Estado ó un sedicioso?

Varios partidos políticos separatistas –todos legales- llevan años persiguiendo la liquidación del fundamento de nuestra constitución y la partición en añicos del marco democrático.

Han pasado dos días desde que Ibarretxe diera en el Parlamento Vasco su respuesta al Tribunal Constitucional como informó El Semanal Digital. A saber: la consulta o pre-referéndum de secesión se celebrará algún día, ya que el lendakari –máximo representante del Estado en la CAV- no cree en la soberanía nacional española. Y su partido, el PNV, que muchos querían ver camino de la moderación e imaginaban soltando el lastre radical y separatista que representa Ibarretxe, ya ha dicho lo que hay. Ibarretxe repetirá como candidato en 2009. Todos, pues, con Ibarretxe.

Recordemos que Ibarretxe pretendía consultar a lo ciudadanos de una comunidad por su relación con el resto de los españoles, y que el TC, máximo intérprete de la ley fundamental, le ha recordado con bastante nitidez su incompetencia para tal materia. Léase: la deliberación con urnas acerca de la unidad de la nación española, o sobre la integración de las distintas partes en un todo que es constitucionalmente indivisible.

El problema, ciertamente, es grave. No es que Ibarretxe pretenda usurpar una competencia que constitucionalmente solo puede corresponder a instituciones nacionales. Ni siquiera se trata de que pretenda alterar o burlar la redacción de una parte de la Constitución de 1978. Es aún mucho más grave: lo que en último término pretende Ibarretxe y el PNV es dividir la nación y acabar con la constitución misma atacando su fundamento, su base política, sus axiomas previos, su esencia. El artículo dos de nuestra carta magna es claro al decir que "la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles".

Sin ese fundamento, no hay Constitución española que valga ni marco democrático (demos) que haga viable la vida colectiva. Porque el marco democrático constitucional no es posible sin una unidad nacional previa que lo haga sólido, intangible, perdurable y estable.

Por eso, una vez constatada la tozudez de Ibarretxe con sus intenciones incalificables, una vez que hemos oído al ínclito Olabarria llamar a la rebelión de los vascos en todos los frentes. ¿Cómo hemos de interpretar la intención de Ibarretxe y – no lo olvidemos- del indivisible Partido Nacionalista Vasco? ¿Nos presentan un proyecto político más o menos acorde a la legalidad y que pretende –legítimamente- cambiarla? ó ¿nos amenazan todos los días con su voluntad declarada de sedición? Si queremos defendernos de Ibarretxe, tengámoslo claro.

el semanaldigital.com

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