sábado, 23 de agosto de 2008

Tensa reunión de la Vicepresidenta con las familias de las víctimas

"Hubo una negligencia en el accidente. Sabemos que muchos quisieron bajar"

Los parientes de los fallecidos expresan a De la Vega sus sospechas sobre la tragedia - "Las identificaciones tardan. No queremos hacerlo rápido y mal", dice la ministra.

Más medios para la investigación. Más apoyo para las víctimas. Pero, sobre todo, respuestas. Los familiares de muchos de los 153 fallecidos del accidente del vuelo de Spanair exigieron ayer a la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, más información sobre las causas del siniestro.


En un hotel se reunieron durante más de dos horas padres, hermanos e hijos de los pasajeros del vuelo con la número dos del Ejecutivo. Con la tensión lógica de las pérdidas violentas le reclamaron una y otra vez justicia.

De la Vega llegó al hotel Auditórium de Madrid, donde se alojan muchos de los familiares, acompañada de Pilar Gallego, directora de Protección Civil, y del presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Pérez. La sala estaba casi llena. Más de 200 personas esperaban a que llegara la hora en la que pensaban mantener la reunión para constituir una asociación de víctimas. La vicepresidenta se acercó a muchos de ellos. Al final, terminó sentándose enfrente, flanqueada por la directora de Protección Civil. "Estamos aquí para atenderles", afirmó. Las familias comenzaron entonces su emotivo discurso.

"Hubo negligencia. Tenemos testigos. Muchos de nosotros recibimos llamadas de nuestros familiares o mensajes que decían que algo raro pasaba", asegura un hombre empuñando un micrófono que los voluntarios que atienden a las familias se afanan en pasar de un orador a otro. "Todo se está investigando. Hay una investigación en curso para determinar qué sucedió", intenta tranquilizar la vicepresidenta.

A pocos metros, un hombre de unos 50 años alza la voz: "Le pido como ciudadano que el Gobierno al que hemos votado nos proteja. Tenemos mensajes que muestran que hubo una especie de mitin o discusión a bordo para que el vuelo no saliera. Ustedes tienen que protegernos de tiburones económicos como los bancos o las compañías, como ésta, que han asesinado a los nuestros". Muchos aplauden, algunos gritan justicia. La vicepresidenta intenta, micrófono en mano y con gestos, calmar la situación. No lo consigue. Algunas personas salen de la sala entre lloros. "A ver, esta señora es la máxima responsable del Gobierno y ella nos va a proteger y ayudar", manifiesta una mujer casi a gritos.

La vicepresidenta interrumpe la discusión. "El Gobierno va a exigir todas las responsabilidades. Se va a determinar de quién son esas responsabilidades". Y explica que el Ejecutivo va a montar una oficina de atención a las víctimas en Madrid y otra en Canarias, aunque los familiares no se muestran muy convencidos. "Si me decís cómo queréis que lo hagamos, lo hacemos", señala De la Vega. Una chica de unos 30 años apunta que "hay muchos casos y muy distintos". Otros hablan de que para eso se había pensado crear la asociación de víctimas. "En esta oficina se atenderá a todos individualmente. Además, apoyaremos para que os constituyáis en asociación. El Gobierno va a estar muy pendiente de vosotros", contesta la vicepresidenta en una reunión cada vez más tensa. "No somos estúpidos y se nos trata como si lo fuéramos. Muchos somos familias humildes, pero muy legales", dice una mujer entre llantos mientras sale de la sala. "Cabrones", musita su acompañante.

Uno de los psicólogos que atiende a las familias intenta poner orden y tranquilidad. "No podemos hacer a todo el mundo responsable de lo que ha sucedido", explica. "El problema es que no aparecen. Ninguno se hace responsable", reclama una voz. La vicepresidenta les explica el funcionamiento de las revisiones a las compañías. "Existen mecanismos de control y una agencia europea de seguridad que investiga a todas las compañías. Incluida ésta. Esta aerolínea ha pasado muchas inspecciones para ver que todo era correcto. El Gobierno al final lo supervisa todo. Esto no tenía que haber sucedido. Se está investigando todo", repite.

"Necesitamos respuestas. Y que las identificaciones vayan más rápido", insiste una mujer. La vicepresidenta intenta tranquilizar: "Se están haciendo las pruebas. Pero el proceso tarda. Lo haremos lo más rápido que podamos. Creemos que en unas 48 o 52 horas ya se habrán hecho la mayoría. Ahora mismo se han identificado y entregado 50 cuerpos. Pero son identificaciones complicadas y no vamos a hacerlo deprisa y mal. No hay una versión oficial del Gobierno. Cuando la haya, la haremos saber".

"¡Pero sabemos que se quisieron bajar!", grita una mujer. "Además, en el avión había niños. Niños que debieron pasar mucho miedo en la espera para reparar el avión". "Debería crearse un protocolo para que quien quiera bajarse del avión pueda hacerlo", propone un hombre. Las familias reclaman que un técnico ajeno a la compañía revise todos los aviones antes de despegar. "Ése no es el problema", contesta De la Vega. "No hay consuelo, pero sí va a haber justicia. Vamos a buscar respuestas hasta el final. Vamos a poner los mecanismos para que salgan de esta angustia. Estamos compartiendo su dolor", añade.

Tras la conversación con la vicepresidenta los familiares se reúnen para decidir qué preguntas harán a Spanair. Un representante de la compañía comparecerá ante ellos a media tarde. Todos buscan respuestas. Sin embargo, algunos no quieren ver a nadie de la línea aérea. "Como venga le mato. ¡No quiero que nos mientan!", grita un hombre. "He perdido a toda mi familia y nos están tratando como gilipollas", dice otro. Pero hay quien no está de acuerdo. "Queremos escucharles. Deben venir a dar la cara. Al menos que pasen el mal rato", opina una mujer.

Los ánimos se caldean. Dos de los familiares discuten. Casi llegan a las manos. Los psicólogos y los voluntarios intentan tranquilizarles. Tres policías entran y les separan. La tirantez se traslada a la reunión con la aerolínea. Las familias no están contentas con la designación de Héctor Sandoval, director de Recursos Humanos, como interlocutor. "Han traído a alguien que sabe hablar y despedir a la gente pero sin respuestas concretas. No queremos un psicólogo sino técnicos que nos expliquen qué ha pasado", protesta el primo de un fallecido.

"Mi hermana era azafata y ha muerto en el accidente. Ella me contó que en Spanair hay muchas irregularidades, que los aviones son alquilados y que una vez se les cayó un motor", cuenta con serenidad un chico joven.

Sandoval escucha. Asegura que anotará todas las preguntas, pero da pocas respuestas. "¿Hay alguna normativa para que quien quiera bajarse del avión pueda hacerlo?", inquiere un joven. Sandoval sostiene que es el comandante quien decide eso. "Nos consta, y así nos lo habéis transmitido, que había gente que quería salir del avión", dice. Mañana, le asegura, tendrán la respuesta. Las familias no le creen.

El País

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