domingo, 24 de agosto de 2008

El accidente de las incógnitas. Por Luis María Anson

Son tantos los puntos oscuros, tantas las contradicciones técnicas, tantas las informaciones sin contrastar que se comprende la irritación de los familiares de las víctimas del accidente de Barajas.

La compañía Spanair no ha dicho toda la verdad. El Gobierno actúa a la deriva. Los medios de comunicación desbrozan cada día nuevas incógnitas. Todo o casi todo está en duda en un accidente producido a unos metros de la terminal 4 de Barajas y con 19 supervivientes
.

Los familiares de las víctimas no se fían de la empresa, no quieren saber nada de los políticos, aspiran a conocer la verdad. ¿Fue un accidente puro y duro? ¿O existe negligencia de alguien y en qué medida? Esos son los interrogantes que deben despejarse. No sólo lo exigen los familiares. También la opinión pública.

La catástrofe aérea ha dejado huellas precisas. El etiam periere ruinae de César ante los despojos de Troya no se puede aplicar en esta ocasión. Por intrincada que sea la madeja terminará por desenredarse. A mucha gente le da la sensación de que se está ocultando algo y de que el avión estrellado no debió emprender nunca el viaje hacia Canarias.

Seguramente tendrá justificación el secreto del sumario, dictado por el juez, pero la opinión pública reclama transparencia, información veraz, celeridad en la investigación. Se trata de un accidente peculiar en el que incluso la aeronave siniestrada regresó al edificio del aeropuerto para ser revisada porque algo fallaba. Luz y taquígrafos y que se aclaren las dudas que todos tenemos.

El Imparcial - Opinión - 24/08/2008

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