viernes, 23 de febrero de 2007

Ambivalencias de los españoles ante la política en el último barómetro del CIS

En el recién publicado barómetro de enero del CIS se encuentran algunas preguntas sobre la posición de los ciudadanos ante la política. Son interesantes de ver en conjunto, pues muestran un tono general de desapego hacia la política, con alguna pista de que el desapego no es tan grande.

La importancia de la política en la vida de la gente parece baja, con una media del 4,02 (en una escala del 0 al 10), muy por detrás de la familia (9,55), el trabajo (8,37), los amigos (8,06) o el tiempo libre (7,93), aunque más cerca de la religión (4,90) o las actividades asociativas (5,16).


Tampoco es tema de conversación muy habitual. Sólo un 13,6% dice hablar de ella a menudo con sus amigos (un 12,5% con sus familiares), a lo que, quizá, habría que añadir el 26,2% (28,6%) que dice hacerlo algunas veces. Tampoco son muchos los que leen las noticias políticas de los periódicos, ni las escuchan en la radio, aunque sí son muchos los que ven o escuchan noticias (y, por ende, también las políticas, se supone) en radio y televisión. Son muy pocos los que ven o escuchan en estos medios otros programas sobre política distintos de las "noticias".

El desapego o distanciamiento de la política se ve también en la cantidad de gente que está de acuerdo con ideas como las siguientes:
--los políticos no se preocupan mucho de lo que piensa la gente como yo (70,0%)
--esté quien esté en el poder, siempre busca sus intereses personales (68,9%)
--es mejor no meterse en política (53%, 28,3% en desacuerdo)

Y se comprueba en los sentimientos que inspira la política. A un 54,9% le inspira desconfianza, a un 31,7% le inspira indiferencia, a un 31,7% aburrimiento y a un 24,4% irritación. Los sentimientos positivos se ven menos inspirados: entusiasmo (4,0%), compromiso (13,8%), interés (21,5%).

Según esos sentimientos, no cabe esperar una amplia militancia en partidos políticos. Un 4%, de todos modos, dice pertenecer (1,3% participando activamente, 2,7% sin participar activamente), el porcentaje más bajo de pertenencia a la serie de asociaciones por las que se pregunta, quitando, claro, las juveniles o estudiantiles.

La prueba "definitiva" de la falta de interés en la política la tenemos con el nivel de conocimiento que muestran los encuestados acerca de los políticos que no son de primera fila, los ministros del gobierno, por ejemplo. Vean el siguiente cuadro.


Lo valora No conoce NS NC No
conoce
+ NS + NC
M. T. Fernández dlV
69,2 15,7 13 2,1 30,8
Alfredo Pérez R. 60,2 21,7 15,6 2,5 39,8
M. Á. Moratinos 55,7 24,7 17,2 2,4 44,3
Pedro Solbes 51,7 29,9 16,1 2,4 48,4
Jesús Caldera 47,5 33,1 17,1 2,3 52,5
Cristina Narbona 44,6 36,8 15,8 2,8 55,4
J. F. López Aguilar 37,9 42,8 16,6 2,8 62,2
José Antonio Alonso 38,7 43,5 15,4 2,4 61,3
Joan Clos 32,1 44,7 20,3 2,9 67,9
Mª Antonia Trujillo 35,0 44,7 17,5 2,8 65,0
Carmen Calvo 35,7 44,8 16,7 2,8 64,3
Elena Salgado 33,4 47,7 16,3 2,5 66,5
Jordi Sevilla 29,4 50,2 17,8 2,7 70,7
Magdalena Álvarez 29,9 50,6 17,2 2,3 70,1
Elena Espinosa 28,5 51,8 16,9 2,8 71,5
Mercedes Cabrera 23,9 57,3 16,1 2,8 76,2


No sólo son desconocidos ministros o ministras de nombramiento relativamente reciente, como Mercedes Cabrera, sino miembros del Consejo de Ministros que llevan ocupando su puesto desde 2004, como Magdalena Álvarez, Jordi Sevilla o Carmen Calvo.

Parecería que a la gente, esto de la política ni le va ni le viene. Obviamente, no es así. Votan en las elecciones y, en encuestas como ésta, reconocen el peso que tiene la política en nuestras vidas. Un 62,2% está de acuerdo con que "la política tiene una gran influencia en la vida de cualquier ciudadano", un juicio, por otra parte, bastante acertado, si tenemos en cuenta la gran cantidad de regulaciones de esa vida procedentes de instancias estatales.

Otra pregunta hace sospechar que las grandes reticencias (y desapegos) hacia la política no impiden que los ciudadanos españoles le hagan un huequito más bien grande en sus vidas. Puestos a definir qué entienden por "derechos de la gente", la puntuación (de 0 a 10) más alta se le da, aparentemente, a la definición siguiente: "que todos los ciudadanos tengan un nivel de vida adecuado" (9,21). De considerar esto como un derecho a solicitar la intervención estatal, esto es, política, que asegure ese nivel de vida adecuado no debe de haber ni dos pasos.

Miren, por otra parte, lo "poco" que valoramos otra definición, la de que "los ciudadanos puedan participar en actos de desobediencia civil cuando se opongan a las acciones del gobierno", un 6,63.

Por cierto, en la encuesta también hay cifras sobre participación en manifestaciones, que puede ser interesante cruzar por recuerdo de voto o ideología. Échenles un vistazo.

Wonkapistas (23/02/07)

Félix Ovejero, presenta su nuevo libro en Madrid

El profesor de la Universidad de Barcelona Félix Ovejero declaró hoy que, 'desde el punto de vista intelectual, el nacionalismo no tiene ni media torta' y lo calificó como un 'pensamiento desvertebrado, lleno de costuras y con supuestos absolutamente cochambrosos'.

Ovejero realizó estas declaraciones durante la presentación en el Círculo de Bellas Artes de Madrid de su último libro; 'Contra cromagnon. Nacionalismo, ciudadanía, democracia' (Montesinos Ensayo, 2007), a la que también acudieron el catedrático Antonio Elorza y el diputado socialista Joaquín Leguina.

Frente a los nacionalismos, el autor destacó que existe 'cierta cobardía a la hora de discrepar' dentro de la sociedad y, acompañado de escuetas risas entre la audiencia, recordó que el apellido más frecuente en las provincias catalanas 'es García', o que el segundo equipo con más aficionados en la comunidad es 'el Real Madrid'.

Además, Ovejero subrayó la 'inmoralidad de los principios' nacionalistas, especialmente al referirse a los derechos históricos que se utilizan 'para invocar reclamos políticos' y que comparó con el 'feudalismo', en el que unos tienen 'unos privilegios que están negados a otros que han nacido en otra parte'.

En 'Contra cromagnon. Nacionalismo, ciudadanía, democracia', el profesor catalán reflexiona sobre las relaciones entre la izquierda española y los nacionalismos periféricos para preguntarse si ambos términos pueden ir de la mano, y establece la paradoja de una izquierda que se declara no nacionalista pero que defiende todo lo que los nacionalistas defienden.

En este sentido, el autor señala en el libro que la izquierda española no parece haber comprendido que la obligación de proteger el derecho a la libre expresión no tiene que ir siempre unida a defender las opiniones que se vierten.

Joaquín Leguina explicó que el libro es 'necesario, racionalista y clarificador', pero destacó que 'ante todo y sobre todo es un libro catalán', ya que recoge, según él, 'el pensamiento, la sensación del complejo vivir de un catalán ni nacionalista, ni catalanista'.

El diputado socialista comentó que esta situación es 'una especie de tragedia colectiva de aquellos que se han quedado huérfanos políticamente' y reconoció que se había sentido 'desengañado' al vivir de cerca el proceso de ratificación del nuevo Estatuto de Cataluña.

Por su parte, Antonio Elorza aseguró estar 'hasta las narices' de lo que definió como 'hegemonía perversa' y apostó por 'el republicanismo' como ideal democrático frente a los 'nacionalismos existentes'.

Elorza lamentó que 'los que deberían leerlo -el libro de Ovejero-

no lo van a leer' y subrayó que en Cataluña y en el País Vasco se están desarrollando programas políticos 'de naturaleza excluyente'.

Además de profesor en la Universidad de Barcelona, Félix Ovejero es Doctor en Ciencias Económicas por la misma, y es autor, entre otros textos, de 'Libertad inhóspita' (Paidós, 2002); 'El compromiso del método' (Montesinos, 2004) o 'Proceso abierto. El socialismo después del socialismo' (Tusquets, 2005).

Además, el escritor catalán es uno de los firmantes del manifiesto de la plataforma de intelectuales Ciutadans de Catalunya, que dio origen a la formación política Ciutadans-Partido de la Ciudadanía.

Terra actualidad (23/02/07)