viernes, 26 de enero de 2007

Nazis No


El ayuntamiento de Ciempozuelos, socialista, ha sustituido este año las conmemoraciones del Día Mundial del Holocausto (que coinciden con el aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz) por una serie de actos de conmemoración de lo que ellos denominan "Genocidio Palestino". El camino de la izquierda española hacia el revisionismo y el antisemitismo continúa imparable.

En el fondo, este repugnante detalle no difiere mucho de lo que comentábamos ayer. La izquierda española ha hecho una apuesta por la alianza no con los países musulmanes, sino con aquellos países y grupos musulmanes que tengan un carácter antiamericano, antioccidental y, por supuesto, antijudío. Y si eso requiere tapar la memoria histórica de los campos de concentración, pues se tapa. Igual que se intenta tapar a las víctimas del terrorismo de ETA en España en vista de que el acuerdo ETA-PSOE es irrenunciable.

¿Éstos son los que se permiten acusar al PP de ser la "extrema derecha"? ¿Éstos, que están dispuestos a insultar a los judíos el dia en que se conmemora su Holocausto a manos del Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores, el partido nazi? ¿Éstos, que mantienen alianzas con grupos de ideología claramente xenófoba en Cataluña? ¿Éstos, que defienden a asesinos múltiples que matan en nombre de un nacionalismo fundado por un sujeto racista, xenófobo, machista y paranoico llamado Sabino Arana?

La alianza en España entre nacionalistas y socialistas, es decir, la alianza nacional-socialista, avanza a paso de carga. ¿Cómo era aquello, José Luis? ¡Ah, sí! Ein Volk! Ein Reich! Ein Führer! Heil, Zapatero!

¡Vaya estado al que ha quedado reducido la izquierda española! ¡Vivir para ver! Aunque cada cual tiene los líderes que se merece, claro.

Luís del Pino
Libertad Digital, 26-01-2007

Menos mal


Puede resultar sorprendente la contundencia casi aplastante de la votación en la Audiencia Nacional ordenando que el asesino De Juana siga en la cárcel. Doce a cuatro no es el resultado que se presumía posible o probable, especialmente tras la campaña del PSOE y PRISA, o sea, el PRISOE para que al final el Gobierno se rindiera como si no lo hiciera y para que los jueces quedasen no sólo en ridículo, sino sumidos en la execración popular.

(Ilustración: Janario )

Pero el hecho de que sólo en el último minuto se haya llegado a impedir la vil claudicación de la mismísima Audiencia Nacional ante el burdo chantaje del etarra más manchado de sangre de cuantos pueblan las cárceles, demuestra el nivel de miseria moral que ha alcanzado la Fiscalía con Cándido y los extremos de sumisión y entrega a ETA en los se ha encenagado su amigo el presidente del Gobierno, el gran responsable de tanta indignidad, de tanta iniquidad y de tanto y tan sañudo desprecio a las víctimas del terrorismo, uno de los rasgos más permanentes y despreciables en sus casi tres años de Gobierno.

Al final, los jueces de la Audiencia han acudido al rescate de la Justicia y también de sí mismos, porque si la Audiencia, que sólo existe por la pervivencia del terrorismo etarra, se convierte en una pieza más del proceso de rendición del Gobierno y del Estado ante ETA, sobra la Audiencia Nacional y sobran todos sus magistrados. Pero como es típico de Zapatero, también ha producido una pequeña guerra civil en la Audiencia, porque no hay institución, tribunal, instancia o referencia legal que el presidente por accidente no la aboque al conflicto, a la división, al bloqueo y a la ruina.

Dice Pedro Ruiz que Zapatero es el hombre que tiene un problema para cada solución. Nada más cierto. Pero desde que se puso en manos de ETA para cambiar de régimen y perpetuarse en el poder, el problema que plantea siempre Zapatero es a vida o muerte. Lo que impidió ayer la Audiencia fue su eutanasia activa. Lo que no sabemos si logrará impedir el Tribunal Constitucional es su eutanasia pasiva. El caso es que desde que este Azuceno juega al tenis, vivimos un match-ball tras otro, y no siempre Rafa Nadal va a estar en la forma física necesaria para resolverlos todos. España no gana un solo juego, los etarras ya han ganado dos sets y están a punto de ganar partido y eliminatoria.

La eliminada, claro está, es la España constitucional, a la que Zapatero quiere dar garrote vil. De momento, el reo se resiste, pero empieza a estar, como en la copla, preocupao. Lo coherente ahora es que en solidaridad con el asesino etarra y en coherencia con sus manifestaciones previas, se pongan en huelga de hambre Chaves y Patxi López. Ah, y el politijuez Baltasar Garzón, que ahora va de periodista de cámara de Zetapé. Si no se mueren dignamente, que no creo, la dieta les vendrá bien. Sobre todo al juez del bórico.

Federico Jiménez Losantos, Comentarios liberales
El Mundo, 26-01-2007

Un triunfo del estado de derecho y una inyección de moral

Decíamos ayer que, tras el indigno informe de la Fiscalía, el futuro del Estado de Derecho había quedado en manos de los 16 magistrados de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional. Supieron estar a la altura del reto y acordaron mantener la prisión del etarra De Juana Chaos por una clara mayoría de doce a cuatro.

Los magistrados sostienen en su resolución que De Juana es «el único responsable» de su situación al ponerse «en peligro de forma libre y voluntaria», por lo que no cabe ni la libertad provisional ni la prisión atenuada, que se concede por grave enfermedad o un hecho sobrevenido.

La decisión supone no sólo un triunfo de ese Estado de Derecho y de la legalidad vigente sino que además representa una inyección moral para todos aquéllos que se resisten a plegarse al chantaje de ETA.

Lo que estaba en juego ayer no era la catadura moral de De Juana, ni su sentencia por amenazas, ni su condición de preso preventivo ni lo que pueda acordar el Supremo sobre su recurso. Lo que verdaderamente decidían esos 16 magistrados de la Audiencia era si las resoluciones judiciales tienen que plegarse a las presiones del justiciable y de su entorno o deben ser tomadas en base a criterios estrictamente jurídicos. Afortunadamente primó este segundo criterio y ETA no logró imponer la excarcelación de De Juana.

Tristemente, se ha podido constatar estos días que la banda tiene fuerza para doblegar a la Fiscalía, cuya conducta ha sido ignominiosa, pero no para torcer la voluntad de los jueces.

El fallo de la Audiencia fue acogido con unánime respaldo por el PP y con respeto en las filas del PSOE, pero los nacionalistas arremetieron contra los jueces, a los que intentaron presentar como marionetas del PP. Iñaki Anasagasti afirmó que «si De Juana fallece, los jueces habrán optado por la pena de muerte» mientras que otros destacados líderes nacionalistas hablaron de «venganza». Batasuna fue más lejos y calificó la resolución de «estrategia de guerra desde las cloacas judiciales». Y Askatasuna resaltó que el proceso de paz entra en «el tiempo de descuento».

Estos mensajes de la izquierda abertzale coinciden con una información publicada ayer por el diario Gara, que subrayaba que ETA considera que el Gobierno español ha incumplido sus acuerdos. Zapatero siempre lo ha negado, pero todo indica que la banda había llegado a creer que el Gobierno estaba adquiriendo compromisos a pesar de que no existían representantes formales del Ejecutivo en las reuniones con ETA.

La reciente sentencia contra Jarrai, la decisión de no excarcelar a De Juana y la detención ayer de un etarra que al parecer pretendía organizar un comando en el Mediterráneo son hechos que no han gustado nada a la banda y sus cómplices. Pero para un Estado democrático siempre serán preferibles los daños que se deriven de una nueva ofensiva de ETA que una claudicación ante sus exigencias.

Editorial de El Mundo, 26-01-2007

Adolfo Suárez, el consenso era él

El hombre del consenso pactó hasta con el diablo. ¿Existe una prueba mayor de sujeción a la concordia?, podrían aducir, 30 años después, los nostálgicos de la Transición.

Ignacio Zabala firma un reportaje en la revista Época de esta semana, en el que recuerda que el 9 de abril de 1977, dos meses antes de las primeras elecciones democráticas en España desde el final de la Guerra Civil, Adolfo Suárez González, el hombre elegido por Juan Carlos I para presidir el segundo Gobierno de la monarquía borbónica, desató la tormenta.

Aquel sábado santo rojo, término acuñado por el periodista Joaquín Bardavío, el presidente del Ejecutivo “cogió el toro por los cuernos”, como él mismo dijo. El “toro” no era otro que el PCE, la bestia negra de una de las dos Españas; y los “cuernos”, los de su entonces líder, Santiago Carrillo.

La legalización del PCE se produjo en plena Semana Santa, cuando los españoles estaban de vacaciones. Los Reyes se encontraban en Francia, en visita privada. Acompañado entonces sólo por Rodolfo Martín Villa (ministro de la Gobernación), el general Gutiérrez Mellado (vicepresidente primero para Asuntos de la Defensa), y Landelino Lavilla (ministro de Justicia), Suárez tomó la decisión más comprometida de la Transición. El impacto fue tremendo, especialmente, entre los militares.

Adolfo Suárez (Cebreros, Ávila, 1932) se apresuró entonces a cubrir la fulminante dimisión del indignado ministro de Marina, almirante Pita da Veiga, con la de su homólogo Pery Junquera; al mismo tiempo, requirió a Carrillo para que hiciese un gesto público de reconocimiento de la unidad de la patria, la bandera y la monarquía. Y el 14 de abril, aniversario de la II República, el PCE avaló nada menos que ¡la monarquía!

¿Qué dádivas obtuvo Carrillo a cambio de semejante claudicación? Dos, principalmente: la legalización de su partido y la amnistía vitalicia para los crímenes de Paracuellos del Jarama. Desde entonces, Carrillo se convirtió en uno de los protagonistas de la Transición, en el amigo del Rey y de Suárez. Surgió el mito.

Lea al reportaje completo en la revista Época.


Reportaje completo en Epoca.es
Periodista Digital (26/01/07)