viernes, 2 de noviembre de 2007

Sentencia 11M : la prensa dos días después

Reflexionemos
Leo por ahí que el Muy Ilustre Colegio de Plumillas del Carmelo Tapadito con Lonas, el Sí Señor a la Cofradía del Tres por Ciento y el Besamanos al CAC, ha pergeñado un comunicado tremendo contra la manipulación de la realidad en la prensa.
José García Domínguez
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De nuevo, la agitación socialistaZapatero quería liberarse de esa verdad incómoda, pero con esta sentencia no lo va a poder conseguir, simplemente porque el principal interrogante no se resuelve: no se conoce al autor intelectual de los atentados.
Ignacio Villa
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La resaca del 11-M
No importa lo que diga la sentencia. Lo decisivo es lo que ellos le hacen decir.
Agapito Maestre
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Preguntas sobre una sentencia
a) ¿Qué organización terrorista actuó? ¿Fue Al Qaida? En caso de ser esta, ¿ha tenido o tiene alguna relación con la ETA? Y, ya un poco al margen de la sentencia, ¿por qué premió políticamente el gobierno a los terroristas retirando las tropas de Irak ? (había puesto Líbano, por un lapsus, y dos amables blogueros me han corregido).
Pío Moa
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Más artículos y editoriales:


La vergüenza del día después

Dos políticos han aguantado el tipo hasta el extremo, con un coraje y tenacidad inusitados: Ángel Acebes y Eduardo Zaplana. Desde la trágica matanza del 11-M, ambos han sido un objetivo a batir sin disimulo. El entonces ministro de Interior sufrió en sus carnes el juego sucio de unas mafias policiales que mandaban información a la sede del PSOE mucho antes que al propio ministerio. Y quienes en aquellos días aciagos le acusaban de mentir, sabían perfectamente cómo se practicaba el engaño por los llamados «escuadrones» de algunos servicios de seguridad y espionaje. Ningún país democrático puede cerrar página a una masacre que deja intacta la autoría intelectual de su diseño.

Eduardo Zaplana ejerció como un «jabato» sobre la investigación y se batió el cobre en la comisión parlamentaria, que cerró sus trabajos con las mismas lagunas que al inicio. Fustigado por sus adversarios políticos y por algunos de su propia casa, pues ya se sabe que no hay peor cuña que la de la misma madera, Zaplana perseveró con sus iniciativas para no detener las pesquisas sobre los atentados. Todos los políticos cometen errores, pero la mayoría de los hoy condenados fueron detenidos bajo un gobierno del PP y sin la insistencia de Zaplana, el 11-M habría dormido en el hemiciclo el Congreso. Ahora, el PSOE despliega su ofensiva. Imputar a Aznar la autoría intelectual de lo que Pepiño Blanco llama «engaño masivo» del 11-M, con la colaboración «necesaria» de Rajoy, Acebes y Zaplana, es una bajeza moral y una mediocridad política. Algo impensable en Nueva York o Londres, que vivieron tragedias similares y donde sus dirigentes no se tiraron a degüello. La sentencia del tribunal condena la «mano de obra» de los atentados, pero no desvela su «mano negra». Aquí tiene toda la razón el Partido Popular al no dar el caso por cerrado. Es la clave de un juicio como éste. Lanzar el dardo electoral a los dirigentes del PP es una vergüenza, una manera de hacer política con minúsculas.

Ni los muertos se merecen tan poco respeto, ni la democracia tal asalto.

Pilar Ferrer, La Razón, 2-11-2007


EL TERROR INTACTO

Vista con cierto detalle, y aunque haya apartados que precisan un doctorado en Onceemeología para entenderlos (supongo que nuestro periódico nos hará la caridad de explicarnos, por ejemplo, todo lo relativo a las tarjetas y los móviles), lo cierto es que en los aspectos policiales, judiciales y políticos la sentencia del 11-M arroja más sombras que luces sobre la mayor masacre terrorista de la Historia de Europa occidental.
Al absolver o no condenar como pedía la fiscal a los presuntos autores intelectuales de la masacre; al presentar, por tanto, descabezada y sin dirección ni organización a toda una estructura criminal tan compleja como la que fue capaz de volar cuatro trenes a la vez y engranar la masacre con el mecanismo de las elecciones generales, para echar al PP del poder, los jueces de la Audiencia han dejado a los únicos tres condenados como autores materiales o cooperadores necesarios en la masacre como una especie de náufragos en el Triángulo de las Bermudas. Unos criminales actuando en el vacío. Unos confidentes de la Policía actuando a espaldas de la Policía en una inverosímil campana neumática.

De creer esta sentencia, la masacre no ha sido cosa de Al Qaeda, ni causada por la Guerra de Irak, ni siquiera participada por ETA, aunque eso nunca se haya investigado en serio. Entonces, lo único que nos queda es explicar como simple casualidad que unos cuantos confidentes de la Policía, la Guardia Civil y el CNI se compincharan para provocar esa masacre con finalidad política, lo cual implicaría una negligencia criminal en los policías, guardias civiles y agentes que pudieron evitarla y no lo hicieron.

Ahora bien, si, como acredita la Historia de la Humanidad, la casualidad puede existir en casi todo, salvo en el crimen, la sentencia retrata una red terrorista que, después de tres años y medio, sigue intacta y que puede repetir la masacre del 11-M en las próximas elecciones de marzo o en cualquier otro momento políticamente sensible. Si todo lo que tiene que hacer esa organización terrorista es reemplazar a Trashorras, Zougam y Gnaoui para alcanzar plena operatividad criminal, en dos días puede estar preparada para volver a matar de cien en cien y de mil en mil, según precise su objetivo político.

No existe una organización terrorista sin cabeza, sin autoría intelectual. Y al reconocer la sentencia que no hay siquiera una aproximación a la identificación de la autoría intelectual del 11-M, los condenados quedan como un raquítico monumento a la impotencia o a la hipocresía, y, sobre todo, la masacre como algo que puede repetirse en cualquier momento. Blanco ha vuelto al 13-M y a echarle la culpa de todo a Aznar, señal de que en tres años largos el Gobierno de 'ZP' no ha hecho nada por aclarar el 11-M. Peor; si no sabemos quién es el autor intelectual, volvemos a la pregunta básica: Qui prodest?

Federico Jiménez Losantos
El Mundo, 2-11-2007


¿CONSPIRA TAMBIEN LA GRAN PRENSA MUNDIAL CONTRA LA VERSION OFICIAL DEL 11-M?

Hay que ver lo rápido que se les ha pasado al Gobierno y al PSOE la serenidad y la solidez mostradas por el presidente Zapatero tras conocerse la sentencia del 11-M. Que José Blanco iba a recurrir a la demagogia y a la artimaña política, entraba dentro de lo previsible, dado que es el terreno en el que se mueve habitualmente. No sorprende, por ello, que ayer recurriese a la macabra gracieta de que Aznar fue «el autor intelectual del engaño masivo del 11 de marzo»; Acebes, «el autor material»; y Rajoy y Zaplana, «los colaboradores necesarios». Con ello, de cualquier forma, se retrata y viene a admitir lo evidente: que es fundamental conocer quién está en lo alto de la pirámide para dar una explicación satisfactoria de los hechos.
Pero si lo del secretario de Organización del PSOE estaba descontado, más arriesgado era aventurar la reacción del ministro del Interior, que ayer impelía al líder del PP, Mariano Rajoy, a que repita con él: «ETA no ha sido». Quizá debería por empezar él mismo repitiendo: «Al Qaeda no ha sido». Más que en el papel institucional que como ministro le corresponde, Alfredo Pérez Rubalcaba ha vuelto a ejercer de látigo del PP. Tanto él como Blanco parecen haber entendido de una forma muy reduccionista el «hay que mirar hacia adelante» del presidente: poniendo la vista en las elecciones inmediatas. No anda desencaminado Eduardo Zaplana, el portavoz del PP en el Congreso, que ayer afirmó que los socialistas «utilizaron el atentado para ganar las últimas elecciones y vuelven a utilizarlo para no perder las próximas». Lo cierto es que la sentencia, lejos de apaciguar los ánimos, ha devuelto la bronca política a un primer plano.

Si lo que el PSOE pretende ahora es insistir en que el Gobierno de Aznar mintió para señalar a ETA como autora de los atentados, vuelve a equivocarse. Si así hubiera sido, no se habría producido la detención de Jamal Zougam en la víspera de las votaciones ni se hubiera ido facilitando en tiempo real información sobre la pista islámica. Es indiscutible que el Ejecutivo gestionó mal la crisis y se precipitó al culpar a ETA, pero es ir demasiado lejos afirmar que lo hiciera de forma deliberada.

Manipulación socialista

Pero si lo que el PSOE intenta es acusar al PP -o a este periódico- de haber sostenido que el autor de los atentados fue ETA, no sólo se equivoca, además manipula e intenta confundir a la opinión pública. Lo que EL MUNDO ha defendido y en lo que nos mantenemos -y es una opinión que hicieron suya dirigentes del PP como muchos otros ciudadanos- es que había pistas que vinculaban a los autores de la masacre con ETA, pistas que no hubo interés en investigar, cuando no fueron erradicadas de forma presuntamente delictiva, como en el caso de los peritos y el bórico. Naturalmente, el tribunal del 11-M no podía elaborar una versión alternativa a la que le presentó la instrucción, y de ahí que, con las pruebas aportadas, no pueda establecerse relación alguna con un terrorismo que no fuera el yihadista.

Pero estas disputas no pueden hacer olvidar lo sustancial: los tres acusados a los que la instrucción señalaba como cerebros de los atentados, que eran los que daban sentido a una operación que utilizó como mano de obra a unos «raterillos» -así los denominaba ayer The Times- incapaces de organizar por sí solos el mayor atentado jamás cometido en Europa, han sido absueltos de esa imputación, con lo que se derrumba la versión oficial. Para Rubalcaba, quien pone el acento en este hecho contribuye a la estrategia de «desviar» la atención de otros asuntos que sí ha aclarado la sentencia. Pues bien, a partir de ahora, el ministro deberá incluir en esa estrategia a los grandes rotativos de la prensa mundial, porque no es nuestro periódico, ni mucho menos, el único que subraya la absolución de los autores intelectuales. The New York Times titulaba ayer: «Absuelto el cerebro de los atentados de Madrid». El ya mencionado The Times, a diez columnas y doble página, aseveraba: «191 muertos, miles de víctimas, pero el cerebro es absuelto». El francés Libération se pronunciaba de esta manera: «Veredicto ambiguo en el megaproceso de los atentados de Madrid», para destacar que de los ocho presuntos principales terroristas, «sólo tres han sido condenados a la pena máxima». Y así, la mayor parte de la prensa internacional, que no parece sospechosa de guiarse por prejuicios en este asunto.

Batalla mediática

No deja de ser curioso, por otro lado, que las reacciones de algunos medios de comunicación ante una de las sentencias más relevantes de la historia de España haya sido empeñarse en dilucidar en qué aspectos el tribunal ha podido disentir con las tesis que ha mantenido EL MUNDO, en lugar de centrarse en las cuestiones sustanciales del dictamen. Asistimos a una batalla de opinión pública sobre la interpretación de la sentencia, en la que el Gobierno parte con la ventaja de tener muchos compañeros de viaje. Pero igual que sabemos que, cuantitativamente, estamos en minoría, tenemos la fuerza de saber, por experiencia, que hacer más ruido no es lo mismo que tener más razón. Por ello vamos a seguir analizando con serenidad tanto los aspectos esenciales de la sentencia con los que estamos de acuerdo como otros también importantes de los que discrepamos.

Es un sarcasmo que quien más hable de sensacionalismo estos días sea precisamente el medio más identificado con la estrategia del Gobierno y la Fiscalía de presentar los atentados como una respuesta a la decisión de Aznar de respaldar la Guerra de Irak. Pese a todos los esfuerzos de ese rotativo por hacer pasar a Rabei Osman, El Egipcio, por el paradigma del cerebro del terrorismo islamista -llegando al extremo de presentar una marca en su frente como la prueba de su implicación en el 11-M-, no ha habido manera de troquelar esa interpretación política. Lo sorprendente es que, pese a ello, el Gobierno, la Fiscalía y los medios progubernamentales se felicitan, sin reparar siquiera en que, quienes debieran ser los auténticos vencedores -las víctimas- son los más decepcionados con el dictamen.

Editorial de El Mundo, 2-11-2007


PERO, ¿QUIÉN COÑO ORDENÓ LA MATANZA?

Me llamó Jesús María Zuloaga, el gran experto en información sobre Eta. Tenía yo entonces la máxima responsabilidad de 'La Razón', el periódico que fundé, contra viento y galernas, en 1998. El 11 de marzo de 2004, desde Moncloa, Aznar incluido, me reiteraban que la banda Eta era la autora del atentado. Decidí avalar, sin embargo, la tesis de Zuloaga de que correspondía a los islamistas la salvajada. En aquella mañana del 11 de marzo, los diarios españoles, en sus ediciones especiales, con 'El País' a la cabeza, subrayaron la autoría etarra del atentado. 'La Razón', apuntó claramente al terrorismo islámico. Ahí están las hemerotecas para testificar el acierto de Zulo.
Con entusiasmo descriptible me sumo a los elogios al juez Bermúdez, a la seriedad con que ha llevado el juicio y a la moderada rapidez con que ha dictado sentencia. Sobre los autores materiales de la matanza que quedan vivos han recaído un total de más de 120.000 años de cárcel. Han resultado absueltos, sin embargo, aquellos que estaban imputados por la Fiscalía como inductores de la atrocidad.

Entonces, ¿quién coño ordenó la matanza? Esa es la incógnita que la opinión pública exige que se despeje. Nadie en su sano juicio puede creer que los autores materiales del crimen fueron los que lo decidieron. No es de recibo aceptar que se reunieron varios hombrecitos sin relieve y se pusieron de acuerdo para perpetrar una matanza de tan colosales proporciones. Y lo que es más significativo, tres días antes de elecciones generales.

La sentencia deja claro que, con las pruebas aducidas, Eta no participó en la salvajada, que los autores materiales del crimen fueron islamistas y que el origen de los explosivos utilizados está localizado. Pero, al absolver a los presuntos inductores, la sentencia del juez Bermúdez se queda coja y abre la gran incógnita de la autoría final del atentado.

¿Quién o quiénes ordenaron que se perpetrara en España una acción criminal de tamaña envergadura? ¿Quién o quiénes decidieron que se produjera tres días antes de elecciones generales? ¿Quién o quiénes, qué organización terrorista, proporcionaron la información para llevar adelante la compleja acción del atentado? ¿Se eligió la fecha del 11 de marzo de forma deliberada para hacer saltar al Gobierno del PP? ¿A quién, en fin, debemos los españoles los dos centenares de muertos, los millares de heridos y afectados, la convulsión nacional que el atentado supuso?

Valen todos los elogios que se quieran para el juez y su sentencia. Gracias a ella sabemos ahora con certeza lo que sabíamos con dudas. Pero seguimos sin conocer lo que políticamente tiene mayor importancia: quién ordenó la matanza. Eso es lo que hay que investigar a fondo a partir de ahora. Los ejecutores del crimen están condenados. Los que lo decidieron y ordenaron siguen en sus casas. Y de rositas.

Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española

Luís María Ansón
El Mundo, 2-11-2007


EL PSOE VUELVE AL 13-M

Los dirigentes socialistas usan la sentencia para radicalizar su dircurso contra el PP

La salida en tromba contra el PP del número dos del PSOE,José Blanco, y del ministro del Interior, Pérez Rubalcaba, a propósito de la sentencia del 11-M es tan desmesurada que ni siquiera se explica por las dotes de agitadores que distinguen a ambos políticos. Expresiones como la de Blanco («Aznar es el autor intelectual del engaño masivo del 11-M) o la de Rubalcaba («Le pido a Rajoy que diga conmigo: ETA no ha sido»)retrotrae al PSOE a las horas aciagas en
las que, mientras toda España lloraba a las víctimas de Atocha, sus dirigentes manipulaban a la opinión pública para sacar tajada en las urnas, hasta el punto de violar la normativa electoral. Sólo hay que recordar que mientras los sms socialistas movilizaban a sus militantes con mentiras para que acosaran a la sedes del PP, el Gobierno de Aznar, con Acebes en Interior, detenía a la gran mayoría de los condenados anteayer por el juez. Esos fueron los hechos y resulta inaceptable que, cuatro años después, los dirigentes socialistas sigan utilizando electoralmente el dolor y la frustración de las víctimas. Si el este Gobierno hubiera sido la mitad de diligente que el del PP para esclarecer todo lo sucedido el 11-M, las víctimas no estarían tan insatisfechas. Pero Blanco, Rubalcaba o López Garrido prefieren volver al 13-M y oscurecer con la demagogia lo que no pueden explicar con la verdad.

Editorial de La Razón, 2-11-2007

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