sábado, 24 de noviembre de 2007

24-N manifestación de la AVT

"POR UN FUTURO EN LIBERTAD, DERROTEMOS A ETA"

La manifestación de AVT en la prensa:

Guía práctica de la manifestación.

El deber de estar con las víctimas, editorial de Libertad Digital.

Un gobierno sin norte y derrotado, Una riada de libertad, Ignacio Villa en LD.

La actitud de Rajoy, José María Marco en LD.

¿Qué votos restan las víctimas?

ISABEL SAN SEBASTIAN. El Mundo.

Mariano Rajoy ha anunciado que no asistirá a la manifestación de esta tarde en Madrid. Lo mismo ha dicho Ruiz Gallardón. Ambos subrayan el apoyo del PP a la causa de la AVT, pero alegan motivos de agenda para justificar su ausencia. Curiosa paradoja que alimenta la maledicencia de sus rivales políticos... No obstante, están en su derecho. Si no desean desfilar junto a sus compañeros de partido, junto a las víctimas del terrorismo, junto a millares de ciudadanos unidos para exigir al Gobierno que expulse a ETA de las instituciones a las que ha regresado merced a ZP, y se comprometa a derrotarla, no queda sino respetar y tomar nota.
Ahora bien, a otro perro con ese hueso de los «compromisos previos». La agenda es algo que se modifica al gusto del político y no al contrario. Si el líder de los populares y el principal aspirante a sucederle optan por no retratarse con la pancarta de las víctimas, a tres meses de las elecciones, es o bien porque reniegan de ella, cosa que me niego a creer, o bien porque piensan que esa foto les perjudica. Y yo pregunto: ¿qué votos restan al PP las víctimas del terrorismo? ¿Cómo se puede pensar que compartir cabecera con José Antonio Ortega Lara, Mari Mar Blanco o José Alcaraz puede mermar las expectativas de la formación que más sangre ha derramado en el empeño de combatir al terror?

Hay quien sostiene que Ortega Lara o Mari Mar no son equiparables a Alcaraz. Ya se han encargado el PSOE y los medios que le son afines de confeccionar un traje a la medida del presidente de la AVT, con el fin de presentarle como un ultra que se empeña en frustrar las esperanzas de paz. Hasta van a sentarle en el banquillo a ver si así consiguen neutralizarle. El es la pieza a batir, por el simple hecho de presidir a un colectivo que se niega a pasar por el aro del desistimiento y avalar con su silencio la negociación secreta con los asesinos. Hoy es él, pero mañana será cualquier otro. Por eso estar junto a él es acompañar a todas y cada una de las víctimas que dieron su vida por nuestra libertad y ahora nos exigen memoria, dignidad y justicia. ¿Alguien piensa que eso resta votos al PP, o es que ciertos peperos dan más importancia al elogio de quienes nunca votarán sus siglas que a la lealtad con su propio ideario, con su trayectoria y con sus muertos?

La política es cuestión de cálculo, sí, pero sobre todo de principios. El bolsillo mueve sufragios, pero muchos más el corazón, especialmente cuando quien vota no depende para vivir de que gobierne un partido u otro. Por el corazón y por los principios, que algunos procuramos mantener intactos, nos vemos esta tarde en la calle, a las cinco.


EDITORIAL DE LA RAZÓN

AVT: cuestión de principios

Para acabar con el terrorismo es indispensable escuchar, respetar y valorar a las víctimas.

El Gobierno debería preguntarse qué grado de responsabilidad tiene en el malestar de las víctimas.
Pese a los actuales éxitos antiterroristas, a ETA sólo se la puede derrotar desde la unidad de los demócratas.


La primera reacción que debe suscitar la manifestación convocada para hoy en Madrid por las víctimas del terrorismo agrupadas en la AVT es respeto, puesto que se trata de quienes más directamente han sufrido la violencia terrorista, quienes presentan las secuelas imborrables del acoso moral, la persecución política, el chantaje económico, los secuestros,el tiro en la nuca o el bombazo.
Ellos más que nadie saben de qué hablan cuando hablan de ETA y sus percepciones han de ser tenidas en cuenta ya sólo por el hecho de hablar en primera persona. De modo que, como mínimo, deberían recibir de la sociedad, y también de los miembros del Gobierno y de la dirección del PSOE, el mismo afecto, consideración y comprensión que otras víctimas, como las de la violencia doméstica o del tráfico. Dicho esto, debe quedar claro también que se puede discrepar de sus opiniones e incluso no atender a sus reclamaciones. El Ejecutivo que preside José Luis Rodríguez Zapatero es muy libre de no atender el clamor de la AVT en contra de que ANV y el PCTV hayan devuelto al brazo político de ETA su presencia institucional. También puede no atender al clamor en contra de soluciones dialogadas» y rechazar incluso las ventajas del consenso político y la unidad democrática para acabar con la violencia. Esas opciones gubernativas son tan legítimas como las que propone la oposición, ni una décima más, ni un centímetro menos.

Sin embargo, no hay precedentes de ningún acuerdo que haya logrado el fin del terrorismo que ignorase, despreciase o no hubiera atendido a las víctimas.
No existen precedentes tampoco de una paz duradera que no se asiente sobre principios jurídicos como la satisfacción moral, política y asistencial de los afectados más directos del terrorismo. Ante esos hechos objetivos, harían bien el Gobierno y el partido que lo sustenta en recomponer sus relaciones con las víctimas de ETA, con las organizaciones sociales que se oponen en primera línea contra los violentos y con la oposición si es que realmente aspira con las convicciones necesarias a acabar con el terrorismo. Y debería preguntarse seriamente el Gobierno si es normal y le conviene mantener esa tensión y ese alejamiento respecto a los representantes de mil muertos, decenas de miles de heridos y cientos de miles de amenazados. Seguramente, debería revisar su actitud frente a una masa crítica que sale a la calle para recordarle al Gobierno que, pese a los incontestables éxitos actuales en política antiterrorista, ETA nunca ha sido más débil que cuando judicial y políticamente se cortaron las vías de fi nanciación, representación y actuación políticas de los terroristas; que ETA nunca ha estado peor que cuando los dos grandes partidos nacionales suscribieron un pacto cuyo principal compromiso era el de no negociar y el de no buscar atajos en la lucha contra la violencia, al margen y pese a que unos firmantes se sintieran más concernidos que otros. Y si las condiciones son tan claras, lo que resulta de todo punto incomprensible es que el Gobierno se mantenga impasible en sus posiciones actuales y adopte un aire de displicencia respecto a las motivaciones y los objetivos de la manifestación que se celebrará hoy en Madrid. Tal vez deberían recordar los actuales miembros del gabinete los efectos que produjeron determinadas manifestaciones a las
que se sumaron e impulsaron en la pasada Legislatura y no repetir lo que entonces calificaron de error: dar la espalda a la calle o buscar alambicadas explicaciones para deslegitimar un derecho democrático.

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