sábado, 26 de mayo de 2007

El tema del traidor y del héroe

La participación de conocidos izquierdistas en el Gobierno de Nicolas Sarkozy produce océanos de bilis en los medios de la izquierda francesa. Cuanto más irreprochable el personaje, más bilis. Quien mayor odio desata es Bernard Kouchner, nuevo ministro de Exteriores: no pueden acusarle de nada. Exasperado, Daniel Cohn-Bendit le tilda de "narcisista", una majadería cuando se aplica al fundador de Médicos sin Fronteras, la única organización de ayuda humanitaria que concita la alabanza universal.

¿Qué está sucediendo en Francia para que las más estimadas piezas de su tablero cultural abandonen a los socialistas? Quizá habría que reflexionar con la debida seriedad sobre la célebre frase de André Glucksmann: "Voto a Sarkozy porque soy de izquierdas". No es una ocurrencia. Ni siquiera para Pascal Bruckner, uno de los pocos izquierdistas notorios que no se ha pasado al enemigo. Tras las elecciones escribió: "Los socialistas parecen decididos a congelar la Historia: han elegido el camino de la inercia". Y luego: "Dos conservadurismos, de derecha y de izquierda, se han unido para frenar cualquier reforma importante". Y la puntilla: "El Partido Socialista debe decidir entre morir para resucitar mejorado o agonizar en el culto del pensamiento muerto".

Es muy singular que ante cualquier novedad la izquierda institucional, la que goza de todos los privilegios del poder, reaccione con pavor y con ataques personales. Hay un miedo en la izquierda, una inseguridad ética, que produce estallidos de cólera en cuanto algo o alguien se aparta unos centímetros de su catecismo. Antes siquiera de reflexionar o analizar, y desde luego mucho antes de argumentar, baja la testuz y embiste al grito de "¡facha!". Este había sido siempre el comportamiento de una derecha analfabeta y goyesca, la derecha de cortijo y sortija. Ahora lo es también de la izquierda establecida y oronda, la izquierda momificada.

No es extraño que, para algunos hombres de acción, como Kouchner, lo significativo no sea ya la izquierda y la derecha, sino la posibilidad real de hacer algo que valga la pena.

El Periódico, 20 de mayo de 2007.


Félix de Azúa El Boomeran(g)

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Efectivamente, RESISTIR, es el vocablo PROGRESISTA en estos momentos históricos. Es la resistencia contra el intento de VOLVERNOS AL PASADO POLÍTICO que enseñan día a día los "socialistas" , esa es la cuestión que se dirime en España y que en Francia lo han puesto en práctica POLITICA.

Los socialistas, los de la II internacional, ya no dan más de sí, cumplieron muy bien su papel de lacayos de los poderosos, ahora los poderosos se pelean entre ellos sin necesidad de intermediarios, la socialdemocracia no sirven ya ni como escoba de gastados que están.