jueves, 4 de enero de 2007

En la zona cero

Igual que en el cuento de los niños, de nuestro presidente puede decirse aquello de que quien con asesinos se acuesta, ensangrentado se despierta. Por supuesto que ETA es nuevamente la responsable del crimen, pero el Gobierno del Partido Socialista puede ser acusado de irresponsable.

Hace menos de una semana, el conocido abogado abertzale Txema Montero temía públicamente un inmediato golpe de la banda. Entretanto, Zapatero nos despedía el año con un bucólico discursito sobre lo felices que los españoles íbamos a ser en este año que empezaba. Siempre se debe sospechar de estas blanduras y talantes que sonríen. ZP ha declarado que para él es irrenunciable desayunar todos los días con Sonsoles y las niñas, y también cenar con ellas. Si estadistas como Sir Winston Churchill o el presidente Roosevelt hubieran tenido tales principios habrían sido carnaza de la befa pública y las tiras de los cómics de los periódicos.

Cualquiera que leyera los diarios de los últimos meses podía llegar a imaginar y saber que el alto el fuego era una simulación, y que mientras el pánfilo de Patxi López se reunía con Otegi y clamaba contra el Partido Popular, ETA robaba arsenales, pistolas, vehículos, matrículas, en un ensayo general contiguo. Cabe reprocharle a nuestro presidente que no le hayan dado noticias de lo que estaba al cabo de la calle ni siquiera los servicios secretos, ni la Policía Nacional y mucho menos la Guardia Civil. Hasta desoyó las advertencias francesas. Era inevitable que a este estólido pajarito le pillara en el coto de Doñana desayunando con sus niñas.

El presidente ha alardeado demasiado de que ETA no mataba desde hacía más de tres años (30 de mayo de 2003) sumando administraciones políticas populares y socialistas. Ahora el futuro Nobel de la Paz deberá esperar al menos hasta 2011 para intentar retomar su diálogo de besugos y eso, si consigue la reelección de 2008. Su ministro del Interior ha recalcado que el tan famoso proceso de paz está muerto pero todos hemos escuchado nítidamente a Zapatero que este proceso de Kafka en donde unos jueces desconocidos nos condenan a penas ignotas, está en suspenso, volante como nubes en su atrabiliario cerebro.

Zapatero, tan amante de las fotos, ni siquiera se la ha hecho esta vez en nuestra zona cero de la T-4 de Barajas. Tendrá pudor, y también conoce que éste es el comienzo de una cuenta atrás que no le conduce a ningún futuro. Cada uno decide ahorcarse como quiere.

Martín Prieto, Bajo el volcán
El Mundo, 04-01-2007

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