lunes, 18 de diciembre de 2006

Una inocente entre rejas

En pocas causas judiciales conviven agravios e incorrecciones como los que salpican el sumario abierto por el juez Del Olmo contra la mafia policial que presuntamente traficaba con droga y explosivos. Hasta ahora sabíamos que el magistrado había mantenido el caso pese a que era evidente que no tenía la competencia, que había puesto en la calle a los policías corruptos y mantenido en prisión a quienes les denunciaron, y que se había ensañado con éstos imponiéndoles el triple de fianza que a procesados del entorno proetarra o de la trama del 11-M. La historia que hoy publicamos podría añadir a este catálogo de chapuzas un posible delito. Una mujer rusa fue detenida el 19 de octubre con un kilo de cocaína. En realidad, era la víctima de un montaje de la mafia policial que investiga Del Olmo, que puso en sus manos la droga y acto seguido la detuvo y la acusó ante el juez, que la metió en la cárcel.

El magistrado así lo aclara en su auto. Lo que no aclara es por qué la mujer permaneció más de un mes en prisión pese a que los policías -y quién sabe si también el propio Del Olmo- sabían casi en tiempo real que era todo un montaje. Los teléfonos de los principales miembros de la trama llevaban intervenidos desde agosto por orden del juez y gracias a ello la policía realizó un completísimo seguimiento de las llamadas de los sospechosos durante el 19 de octubre. Sin embargo, y a pesar de disponer de esa información casi instantáneamente, tuvo que transcurrir un mes y un día para que la ciudadana rusa fuera puesta en libertad, en lo que constituye un escándalo que tanto la policía como Del Olmo deberían aclarar cuanto antes. Si no, podrían ser acusados de un delito de detención ilegal, que los artículos 163 y 167 del Código Penal castigan con penas de entre seis y medio y ocho años de cárcel.

Conviene recordar que fue entre la detención de la rusa y su salida de prisión cuando el magistrado autorizó la intervención del teléfono de uno de los dos policías hoy imputados por revelación de secretos y cuando supo que EL MUNDO estaba tras la pista de la noticia. Esto suscita nuevos interrogantes sobre las motivaciones del juez y/o de la policía en la resolución de este asunto. ¿Mantuvieron a la rusa en la cárcel con el único objetivo de identificar a nuestras fuentes y proporcionar munición a nuestros competidores, como la que tan patéticamente usó el sábado el diario El País? ¿O trataban de proteger a la mafia dejando a una inocente entre rejas? Sea como sea, es hora de que el juez y la policía expliquen el porqué de este abuso.

Editorial de El Mundo, 18-12-2006

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