miércoles, 20 de octubre de 2010

Zapatero. Presupuestos y "cultura" del odio. Por Agapito Maestre

Se rompe los pactos de Gobierno con el PP, primero, en Canarias y, seguramente, también en el País Vasco. Zapatero sabe lo que es romper y fracturar, utilizar el odio y la ira para obtener altos réditos políticos.

Los nuevos Presupuesto Generales del Estado puede que sean un desastre desde el punto de vista de la economía nacional, según destacan reputados economistas, pero son, sin duda alguna, un excelente negocio político para el PSOE y los separatistas del País Vasco y Canarias. La inversión de Zapatero es mínima, pero bien utilizada pudiera obtener unas ganancias relevantes en lo que a poder y política se refiere. ¿Qué invierte Zapatero en el negocio con los separatistas? Arriesga sólo una pequeña parte de su gran capital acumulado, durante estos últimos siete años, en el banco del PSOE, pero obtendrá beneficios a corto y largo plazo: no sólo se asegura unos meses más en el poder sino que también acrecentará su gran capital político.

¿Cuál es el preciado capital del PSOE de Zapatero? A la altura de esta legislatura, y a tenor de todas las leyes de carácter ideológico aprobadas en los mandatos de Zapatero, nadie puede dejar de reconocer que el odio, la ira y la venganza son, en efecto, los componentes principales del preciado tesoro que se guarda celosamente en el banco del PSOE. Desde que Zapatero llegó al poder, sólo tuvo un objetivo romper todos los grandes consensos políticos de la Transición y, de paso, dividir y fragmentar la viabilidad de un Estado de Derecho basado en el Estado-nación. España, la nación española, ha pasado ya a un segundo plano, o peor, ha sido totalmente sustituida por un extraño Estado-partido cuyo principal capital es el odio al discrepante. La política, el negocio político, sólo se puede hacer con el afín o seguidor.


Empieza a ser una obviedad para cualquier analista político serio reconocer que, una vez más en nuestra historia, se ha instalado el odio entre españoles. La ley de Memoria Histórica es sólo un ejemplo de ese canto al odio y la ira entre españoles. Zapatero está triunfando. Ahora empieza a recoger los frutos de lo sembrado en estos años pasados. Resulta, sí, una obviedad reconocer que este odio entre españoles empieza a ser el denominador común de la actual vida política y social de España. Naturalmente, todos los agentes políticos tienen contraídas graves responsabilidades con esta "cultura del odio": en primer lugar, el PSOE y los separatistas serán mirados con rigor por los futuros historiadores de la democracia por atizarla sin ningún tipo de límite y, en segundo lugar, los de la derecha, especialmente el PP, serán juzgados por no querer, o peor, no saber detenerla.

Lo cierto es que este asentamiento de la cultura del odio en España, consolidada por Zapatero merced a la ruptura de los grandes consensos políticos de la Transición, le permite aprobar unos nuevos Presupuestos Generales del Estado con la ayuda de unos actores políticos que, lejos de importarle la nación, sólo quieren la creación de odio para su destrucción. Todos salen, pues, ganando. El odio trae más odio. Se rompe los pactos de Gobierno con el PP, primero, en Canarias y, seguramente, también en el País Vasco. Zapatero sabe lo que es romper y fracturar, utilizar el odio y la ira para obtener altos réditos políticos; por ejemplo, fractura a su propio partido en el País Vasco, además de eliminar a Patxi López como un posible competidor para liderar el PSOE, pero eso no significa que disminuya su capital político; por el contrario, parece que el odio crece sin que nadie lo pueda detener.

La acumulación de rabia y cólera, guardada colectivamente, adquiere una forma de reserva, tesoro o crédito del que podrían vivir durante mucho tiempo los partidos de la izquierda. De hecho, como ha dicho recientemente Sloterdijk, desde las revoluciones francesa y, sobre todo, soviética los partidos de izquierda se han convertido en los grandes bancos de la ira que, cuando saben hacer su negocio, obtienen con las aportaciones de sus clientes ganancias relevantes en lo que a poder, política y "thimótica" se refiere. La cuestión para la España de aquí y ahora es la siguiente: ¿Podrán sobrevivir el PSOE con esa acumulación de ira y, sobre todo, habrá algún partido político decente capaz de demostrar que eso no es un capital apto para la inversión democrática?

No sabría responder la pregunta. Pero, por desgracia, me temo lo peor. Zapatero podría con esta maniobra de los Presupuestos no sólo ganar tiempo, cosa decisiva en política, sino quizá consiga también un cúmulo de ira imposible de derrotar en futuras competencias electorales o de gobernabilidad.


Libertad Digital - Opinión

Pelar a la pava. Por M. Martín Ferrand

El único tema en la cabeza del líder planetario es un Presupuesto y una fotografía. Así vamos tirando.

ANTES, para pelar la pava como Dios manda, se requería un balcón o, al menos, una reja que marcara las distancias entre el pretendiente y la pretendida. No hay asedio glorioso sin unas murallas que puedan derrumbarse. De ahí, imagino, las muchas tribulaciones que, sobre otras de mayor rango y trascendencia, tiene que estar padeciendo José Luis Rodríguez Zapatero en sus intentos de llevarse al huerto —previo pago de su importe, claro está— a Íñigo Urkullu y Paulino Rivero. Algo tiene el Palacio de la Moncloa como de patio escénico para representar comedias de los Álvarez Quintero y, siendo los pactos presupuestarios que se trajina el de León algo más cercano al vodevil que a las costumbres políticas de la negociación, no podría recurrir al empedrado como pretexto de un fracaso que no puede serlo porque se trata de un ejercicio de compra-venta en el que los tratantes se dan la mano antes de fijar el precio de la adhesión adquirida y las condiciones de su entrega.

Como en la copla de Rafael de León —ya quisiera Zapatero acercársele en talento y grandeza— el presidente le dice al del PNV: «¿Que quieres un reloj?, de brillantes». Y le añade al requiebro dirigido al inconsistente Rivero: «¿Que quieres un vestido?, catorce». Toíto os lo consiento menos faltarme al voto y el apoyo que, en una revolera de superchería política me mantendrá en el machito antes y después del Presupuesto para el 2011. Así, chapuceando cual corresponde a su estilo político y al frágil entendimiento que le asiste sobre los supuestos de la dignidad democrática, Zapatero sacará adelante el ansiado Presupuesto. ¿Que ello perjudica la situación, brillante y esperanzadora, que Patxi López, con la asistencia de Antonio Basagoiti, ha conseguido instalar en el País Vasco? Tampoco es cosa de entrar en detalles. ¿Que Urkullu, gran depredador, reclama también la denominación del chacolí como exclusiva de las provincias vascongadas? Pues adelante. Chacolí se fabrica en Cantabria y en Burgos, desde hace más de dos siglos y, aun concediéndole su capitalidad al de Guetaria, la denominación sería viciosa, mentirosa. Y, ¿qué? ¿Es la verdad o el poder socialista lo que está en juego? Posiblemente, entre los dobleces del mantón con el que Urkullu asiste a las sesiones de engatusamiento en las que uno aparenta convencer al otro y el otro acepta el convencimiento, como si el precio no estuviera ya tasado y pagado, Urkullu se lleva escondida la promesa de una transferencia de la Seguridad Social al País Vasco. Ya hablaremos. Ahora el único tema en la cabeza del líder planetario es un Presupuesto y una fotografía. Así vamos tirando.

ABC - Opinión

San Borondón. Por Alfonso Ussía

No hay canario que no ame apasionadamente a la isla de San Borondón, ese espejismo que se crea en la mirada con los contraluces del horizonte. Es una isla que navega y desaparece, que surge y se clava en los ojos de los que, con todo el derecho que otorga la tradición, la sueñan. A quienes no creen en su existencia, San Borondón les niega la visión de su silueta, más de galeón que de falúa. Isla canaria habitada por el vacío. Efecto óptico de la mar, creado, es un decir, por las sombras en los atardecielos del Nublo y el Teide, canarión y chicharrero respectivamente, y el segundo, la cumbre de España, formidable cono de roca y lava que dibuja el perfil prodigioso de la isla de Tenerife.

San Borondón nos pertenece, por lo tanto, a todos los españoles, insulares y peninsulares. Y hoy me sorprendo leyendo que entre Zapatero y Paulino Rivero nos la quieren arrebatar a los que no somos nativos de las islas. Las aguas españolas interinsulares han pasado a llamarse «aguas canarias» a cambio del apoyo a los presupuestos. No entiendo el alcance del acuerdo. Siempre han sido aguas canarias. Y siempre aguas españolas. ¿Cómo pueden llamarse o ser de otra manera? Tengo para mí que algunos gobernantes son capaces de culminar cualquier estupidez para mantenerse en la cima de sus gobiernos. ¿Qué ganan los canarios con la nueva denominación? Nada. ¿Qué perdemos todos los españoles, canarios incluidos? Nada. ¿Qué ganamos? Nada. Con todos los respetos que me merece el señor Rivero, su obsesión se me antoja una tontería.


Si se trata de una simple concesión administrativa, o de una transferencia inesperada, pueden existir problemas de soberanía. Se cede la responsabilidad y custodia de las aguas interiores a cambio del sostén presupuestario. Dejan de ser españolas para reducir su propiedad al ámbito canario. Por ello, el control y vigilancia de las «aguas canarias» se traspasa de la Armada Española y la Guardia Civil a la presumible Marina de Guerra canaria y a las fuerzas de seguridad autonómicas. Para ello, don Paulino Rivero tiene que proponer a los diferentes cabildos insulares la inmediata construcción de los buques que habrán de conformar la futura Armada Canaria. Porque si dejan de ser aguas españolas, ¿qué pinta ahí la Marina? Y si dejan de ser aguas españolas ¿qué hace la Guardia Civil impidiendo la llegada de las pateras que provienen de Mauritania, el Sáhara o Marruecos?

El apoyo a los presupuestos para que Zapatero se mantenga en el desgobierno de España deja secuelas de incultura y majadería nominativas. Se obliga a dar una patada a un idioma que hablan y escriben cuatrocientos millones de personas con la nueva denominación de Gipuzkoa (Guipúzcoa) y Bizkaia (Vizcaya), como si ello fuera posible. Y se desespañoliza la mar canaria por un mero capricho aldeano de guanche iluminado. Menos mal que el presidente de Murcia es del Partido Popular. De ser nacionalista murciano nos obligaría Zapatero a hablar en panocho, y las aguas de Cartagena, con la base incluida, pasarían a ser propiedad soberana de los naturales de Murcia. Menudo lío de aguas territoriales. En fin, que nos han quitado a los españoles peninsulares las aguas de Canarias y el espejismo mágico de la isla de San Borondón. Y lo último, no lo tolero. También es mía.


La Razón - Editorial

PP y CC. ¿Hay que engañar al pueblo?. Por José García Domínguez

Los ventajistas de cosa canaria acaban de atrancar unos Presupuestos que hubiese firmado Rajoy con los ojos cerrados, como sabe en su fuero interno hasta el gato de Cheshire. ¿A santo de qué, pues, ese numerito, el del divorcio exprés ful de Soria?

Decía Charles Péguy –y decía bien– que nada hay más antiguo que un periódico de ayer ni nada más actual que un poema de Homero. De ahí, por cierto, que la lectura serena de los antiguos ofrezca siempre la mejor información confidencial para lidiar con los zetapés, los riveros, los sorias o los don marianos de turno. Sin ir más lejos, la procedencia de engañar al pueblo, empeño que ahora mismo ocupa por igual a socialistas, conservadores y trapisondistas canarios, es moneda de cambio que ya fue puesta en circulación por Federico II de Prusia.

Así, a la pregunta del soberano sobre si correspondía mantenerlo en su ignorancia acerca de la res publica, Goethe, el gran maestro de humanistas, respondería en forma de epigrama:



"¿Debe engañarse al pueblo?
Desde luego que no
Mas si le echas mentiras
mientras más grandes fueren
resultarán mejor".

Nadie podrá negar que Goebbels dispuso de buenos maestros, los mejores. Por lo demás, ocurre con frecuencia que un príncipe resulte popular mientras, por bisoñez o simple necedad, lastima a los suyos. Repárese en aquel altivo Rodríguez, el que dio en cometer el Estatut al tiempo que se tuteaba con Otegi y Ternera. Por el contrario, pasar a conducirse con alguna sensatez –de grado o a la fuerza, es lo de menos– pudiera condenarlo a ojos de la muchedumbre. No otro es el caso del mismo indigente que hoy empeña mares y océanos a cambio de una mísera prórroga en el purgatorio.

¿Habría, entonces, que mentir al pueblo por norma? Condorcet, persona decente pese a tratarse de un intelectual célebre, siempre se opuso. Suyo es el opúsculo que lleva por título ¿Es conveniente engañar al pueblo?, ilustrada réplica al rey de Prusia que debieran procurarse con urgencia ciertos aprendices de brujo que pululan por la planta noble de Génova. A fin de cuentas, los ventajistas de cosa canaria acaban de atrancar unos Presupuestos del Estado que hubiese firmado Rajoy con los ojos cerrados, como sabe en su fuero interno hasta el gato de Cheshire. ¿A santo de qué, pues, ese numerito, el del divorcio exprés ful de Soria? ¿A qué burlarse de los votantes simulando una ruptura que ni es ni fue ni será? ¿A qué tanto Goethe de medio pelo?


Libertad Digital - Opinión

El primer presupuesto de Rajoy. Por Ignacio Camacho

Con la más que probable prórroga del año que viene, estos Presupuestos serán los que encuentre el PP en 2012.

LOS Presupuestos que ayer vapuleó Rajoy en el Congreso tienen toda la traza de ser también con toda probabilidad los de sus primeros meses, quizá los de su primer año, de gobierno. El próximo otoño, a seis meses de las generales, el zapaterismo no encontrará socios para pactar las cuentas de 2012, ni acaso se molestará demasiado en buscarlos; prorrogará los de 2011 y allá se las componga el turno de relevo. Dentro de un año el presidente será un líder en estado terminal que a esas alturas incluso puede haber renunciado ya a presentarse de nuevo; ante la perspectiva de un vuelco electoral, los nacionalistas huirán de él como de perro con pulgas, y tras su previsible victoria en marzo de 2012 el PP tendría que arrancar con el programa presupuestario que ayer rechazó en medio de grandes truenos dialécticos. Rajoy intuye que ésa va a ser su primera herencia y que, por mucho que corriese, las primeras modificaciones o incluso una nueva ley urgente apenas le alcanzarían para el segundo semestre de ese año.

Algo parecido les ocurrió a Aznar y Rato en 1996. Al llegar al poder se encontraron con un Presupuesto en ejecución que habían cuestionado con dureza por entender que comprometía la austeridad necesaria para la convergencia europea. Una de sus primeras decisiones de gobierno fue un acuerdo de no disposición de 250.000 millones de las pesetas de entonces, bloqueados con áspera sequedad para efectuar en caliente un primer ajuste. Aquel célebre Barea, el de la Oficina Presupuestaria, se pasó meses con su libreta recortando gastos ministeriales por aquí y por allá, para pelarun marco contable que luego habría de sufrir otro apretón en el año siguiente. Ése será, más o menos, el camino que Rajoy deberá seguir si gana, aunque es probable que para entonces ya no tenga que preocuparse de la congelación de las pensiones; a ver qué Gobierno, por quemado que esté, se atreve a dejarlas sin subir en vísperas de año electoral.

El debate de ayer tenía un clima de fin de legislatura; incluso los socialistas saben que se trata de su último ejercicio de potestad presupuestaria. También lo saben los dirigentes de Coalición Canaria y el PNV, costaleros mercenarios de un Gobierno dispuesto a cualquier cosa con tal de que le paguen el plazo final de la hipoteca del mandato; por eso exprimieron a fondo las peticiones, incluso con el pintoresco estrambote del txacolí vasco. Ahora meterán prisa para que se ejecuten pronto las deudas contraídas antes de que pasen al limbo de un nuevo mandato. Esa atmósfera de agonía asistida, de prórroga forzosa, domina la escena política como una siniestra cuenta atrás. Porque el Gobierno estará bajo respiración artificial pero el país, colapsado por el paro, el estancamiento y la deuda, se halla a punto de entrar en coma.


ABC - Opinión

Cuentas provisionales

De poco sirve el debate de los Presupuestos, que se tiene por el más importante del año, si ya todo está decidido y atado de antemano. Una vez que el presidente del Gobierno se garantizó la mayoría suficiente para aprobar las cuentas de 2011 a cambio de concederles a los nacionalistas vascos nada menos que una veintena de competencias, el pleno del Congreso de ayer discurrió por el carril del trámite obligado, sin posibilidad de mejorar la propuesta. No obstante, siempre hay algún resquicio por el que se cuela la sorpresa. Y la de ayer fue que la ministra de Economía ya está pensando en un «Plan B» por si sus previsiones no se ajustan a la realidad, que es lo que se temen casi todos los organismos supervisores, desde el Banco de España hasta el FMI, pasando por la OCDE. Que la vicepresidenta Salgado ponga todo el énfasis en cumplir el objetivo del déficit es loable y demuestra que sigue al pie de la letra las recomendaciones de Alemania, Francia y Estados Unidos. No está de más, por tanto, que el Gobierno se muestre flexible ante la evolución de los acontecimientos. La principal carencia de estos Presupuestos es otra. Al fiar el cuadrante a un crecimiento del PIB del 1,3%, la más leve revisión a la baja hará saltar el resto de las previsiones. A la vista está que son unas cuentas forzadas por la presión internacional, resignadas, elaboradas sin convicción y orientadas únicamente a prolongar un año más la vida política del Gobierno. En suma, son unos Presupuestos de pura supervivencia, de ahí que para su aprobación los socialistas hayan vaciado la caja común en beneficio de nacionalistas y regionalistas. Lo censurable no es que el PSOE haya pactado con el PNV y Coalición Canaria, pues forma parte de la lógica parlamentaria y de la acción de gobernar. Pero sí es irresponsable que se haya hecho sin mejorar en una sola coma el proyecto de Presupuestos. El objeto de la negociación no fue perfeccionar unas cuentas públicas que son manifiestamente mejorables, sino definir y cuantificar la rebatiña de PNV y CC. Con este planteamiento tan burdo e irrespetuoso, el Gobierno ha sacrificado el interés general al suyo particular de seguir un ejercicio más en el poder. Los efectos colaterales están a la vista de todos: ruptura de la coalición gobernante en Canarias y humillación del lendakari socialista, Patxi López. De los dos episodios, el más relevante políticamente es el maltrato que ha sufrido el Ejecutivo de Vitoria, que ha quedado reducido a mera comparsa de Madrid. El daño causado a la imagen, al prestigio y a la moral de los socialistas vascos, que durante 30 años han penado en la oposición y el estigma, es de proporciones pavorosas. El mensaje que ha llegado a los electores vascos, que en mayo próximo deben renovar los ayuntamientos, es que el PNV es el verdadero interlocutor fuerte ante Madrid y el único capaz de sacar mejoras, mientras que el Partido Socialista de Euskadi no es más que una sumisa sucursal que está a lo que ordenen Ferraz y La Moncloa. No se merece tal humillación un lendakari que ha demostrado que el País Vasco puede progresar y ser más libre con el PNV en la oposición.

La Razón - Editorial

El debate que no fue

Salgado argumenta que la estabilidad traerá la recuperación; Rajoy sigue sin política económica.

Los ciudadanos que siguieron ayer el debate sobre las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos para 2011 no han tenido la oportunidad de mejorar su conocimiento ni podrán formarse una opinión más informada sobre los mismos. El Gobierno, a través de la vicepresidenta económica, Elena Salgado, defendió las virtudes sociales del Presupuesto y la austeridad evidente que se manifiesta en un recorte del gasto próximo al 8%. Su discurso, más suelto y ágil que otras veces, merecía un análisis que no se produjo y un debate de altura que no se dio, ante la incapacidad del primer partido de la oposición, el PP, para proponer alguna opción económica alternativa con sentido.

El PP se ha encerrado en el círculo vicioso de las descalificaciones. Mariano Rajoy, aparte de la diatriba contra el PNV y CC, acusados de prolongar "el otoño de la decadencia de Zapatero", se limitó a repetir el estribillo de que los Presupuestos traerán "más paro, más deuda, más impuestos, más recortes sociales y menos inversiones". Así no se defiende una enmienda a la totalidad del Presupuesto.


La idea del Gobierno responde, al menos, a una línea sensata de argumentación. Sostiene Salgado que los Presupuestos de 2011 buscan la estabilidad financiera del Estado y que esa estabilidad coadyuvará a la recuperación económica. Afirma la vicepresidenta que dicha estabilidad (es decir, la reducción del déficit hasta el 6% en 2011) aumentará la confianza de los ciudadanos y apuntalará entre los inversores internacionales la idea de que España cumple sus compromisos económicos. El razonamiento es defendible siempre y cuando se precise que la estabilidad, por sí misma, no favorecerá la tasa de crecimiento que prevé el Gobierno para el año próximo (1,3%), más bien lo contrario. En creación de empleo es poco probable que los buenos deseos del Gobierno se conviertan en realidad el año próximo. Si la previsión de crecimiento no se cumple, como es muy probable, no habrá más puestos de trabajo y se pondrá en riesgo el objetivo de corrección del déficit. Por eso tiene pleno sentido que Salgado se muestre dispuesta a realizar más recortes si fuera necesario.

Debate tras debate, la figura de Rajoy se dibuja cada vez más como la de un candidato a presidente sin ideas económicas. El utilitarismo del PNV y de Coalición Canaria fue usado por el PP, que probablemente volverá a usarlo cuando le convenga. Pero las broncas de campanario de Rajoy ni modifican la realidad ni explican por qué un socio del PP en Canarias se alía con el Gobierno en Madrid. En cuanto a la política económica, o el candidato carece de una idea mínima de finanzas públicas o representa en el Congreso una mascarada continua. Sabe bien Rajoy que un Gobierno de su partido habría tomado decisiones parecidas (plan de austeridad, congelación de las pensiones) a las del Gobierno de Zapatero. Y que de no hacerlo, la economía española se situaría al borde del abismo, como Grecia.


El País - Editorial

Un simulacro de ruptura

Lo paradójico es que Rajoy, más que el presidente del PP canario, parece haber sido el principal interesado en que la supuesta ruptura con CC no sea "traumática", expresión que nos tememos encubre la voluntad de que no sea real ni firme en el tiempo.

Tras el bochornoso respaldo de Coalición Canarias a los nefastos Presupuestos Generales del Estado presentados por Zapatero, el Partido Popular ha anunciado una supuesta ruptura con sus socios de gobierno en las Islas Canarias que todavía no sabemos muy bien si merece tal nombre.

Naturalmente, no vamos a pedir al consejero de Economía y Hacienda canario, presidente del PP en aquella comunidad, José Manuel Soria, que vote ahora en contra del proyecto autonómico de Ley de Presupuestos para 2011 que él mismo presentará para su aprobación el próximo viernes ante el Consejo de Gobierno autonómico. Tampoco vamos a pedir que, a partir de ahora, el PP canario vote de manera sistemática en contra de todo lo que presente Coalición Canaria, como reprimenda al apoyo que permitirá a Zapatero seguir arruinando a los españoles, incluyendo, que nadie se llame a engaño, a los propios canarios. Pero una cosa es esto, y otra muy distinta, garantizar sin más a los nacionalistas la estabilidad de su gobierno, tal y como ha hecho el PP al mismo tiempo que anunciaba su supuesta ruptura con ellos.


Si el anuncio de ruptura no pretende ser más que un mero gesto a la galería –algo probable si tenemos en cuenta que se produce a escasos siete meses de las próximas elecciones autonómicas–, los consejeros del PP no sólo tienen que hacer efectiva su salida del gobierno canario la próxima semana, tal y como se han comprometido supuestamente a hacer, sino garantizar a los nacionalistas canarios que a partir de ahora ya no apoyarán nada que no corresponda al cien por cien con su ideario y con lo que se comprometieron con sus electores. Pero, sobre todo, el PP tiene que romper real y definitivamente, tanto en Canarias como a nivel nacional, con los nacionalistas que, a la vista está, sólo persiguen objetivos espurios a costa de la desvertebración y empobrecimiento general de España.

Lo paradójico es que parece haber sido más Rajoy que el propio presidente del PP canario el principal interesado en que la supuesta ruptura con CC no sea "traumática", expresión que nos tememos puede encubrir la voluntad de que no sea real ni, menos aun, firme en el tiempo. Especialmente si tenemos en cuenta que no sería la primera vez que PP y los nacionalistas canarios rompen para poco después, ya pasadas las elecciones, recomponer sus alianzas del gobierno.

Si Rajoy, de verdad, quiere revertir el proceso de disolución y empobrecimiento nacional que está padeciendo España, no puede limitarse a sustituir a Zapatero en sus alianzas con los nacionalistas. Por el contrario, y tal y como ya hemos apuntado en innumerables ocasiones, debe impulsar una reforma en el sistema electoral que imposibilite que pequeñas minorías regionales se conviertan en árbitros para la gobernabilidad de toda la nación. Quizá, una vez conseguido que Zapatero ya no esté al frente del PSOE, resulte posible un acuerdo de Estado entre los dos grandes partidos para frenar esta suicida sangría de legitimidad y competencias que está acabando con la administración central, la única en la que todos los españoles podemos mirarnos de igual a igual. Pero de no ser esto posible, Rajoy debe regresar a los principios que tradicionalmente ha venido defendiendo su partido, aquellos a los que apelaba María San Gil en su famosa ponencia donde se pronunciaba en contra de los pactos con los nacionalistas. Entonces fue el presidente del PP canario quien los ridiculizó con un SMS que decía: "María, he recibido tu ponencia. ¡Arriba España!". Aunque siendo el principal responsable del errático giro emprendido por su partido desde el Congreso de Valencia, no tenemos demasiadas esperanzas.


Libertad Digital - Editorial

En el poder, como sea

El problema se agrava para España en la medida en que la crisis política no va a encontrar su salida natural en unas elecciones generales anticipadas.

LOS pactos del Gobierno con los nacionalistas vascos y canarios no van a dar más estabilidad que la que precisa Zapatero para prolongar la agonía de su mandato. La inestabilidad que aqueja a España no se resuelve con pactos de legislatura de última hora, como si el problema nacional fuera la inquietud por la falta de apoyos de Zapatero. El problema sigue siendo el mismo que antes de los acuerdos con PNV y Coalición Canaria, la existencia de un Gobierno agotado y aferrado al poder, solo que con una expectativa ampliada en el tiempo. Por tanto, el problema se agrava para España en la medida en que la crisis política no va a encontrar su salida natural en unas elecciones generales anticipadas. La colaboración nacionalista tampoco va a ser gratis, más allá del precio pagado por el Gobierno con forma de transferencias, dinero y otros pactos que, en el caso del PNV, se adivinan en el terreno de la lucha antiterrorista; o más bien habría que decir en el terreno del cese de la violencia. Es una auténtica burla que el remate al acuerdo con el PNV haya ido acompañado de elogios del Gobierno al «sentido de Estado» de los nacionalistas vascos, pese al historial que estos presentan de deslealtad a la Constitución, a los intereses nacionales y a la lucha contra ETA. Por lo pronto, el Gobierno canario va a entrar en crisis tras el anuncio del líder del PP y vicepresidente del Ejecutivo autonómico, José Manuel Soria, de no mantener el acuerdo con Coalición Canaria. La respuesta del PP es coherente con la responsabilidad que asumen sus hasta ahora socios de gobierno en prolongar la crisis política y económica de España con su apoyo a Rodríguez Zapatero. No se puede jugar a dos barajas en un momento histórico que reclama, más que nunca, cambiar de rumbo político.

Pero las turbulencias han llegado también al Partido Socialista de Euskadi, cuyos dirigentes no pueden ocultar su malestar por el acuerdo con el PNV, que pone punto final al cambio político que pudo haberse iniciado hace dos años, con el consenso entre populares y socialistas para acabar con la hegemonía nacionalista. Alguno de los dirigentes del PSE ha reconocido que el pacto de Zapatero con Urkullu ha traspasado «alguna línea roja». Pero no basta con lanzar estos mensajes de medias palabras si no vana acompañados de hechos. Mientras no se demuestre lo contrario, el PSOE es tan responsable como Zapatero de haber acabado con la esperanza de cambio en el País Vasco.


ABC - Editorial

martes, 19 de octubre de 2010

¿Quién teme a la señora Merkel?. Por Hermann Tertsch

De ahí que ya hayan decidido que Merkel es malísima porque le sale mucho bien.

EN un país en el que se ha abolido, no ya el sentido de la responsabilidad, perfectamente inexistente en los gobernantes, sino la responsabilidad misma, hay necesidad perentoria de buscar culpables de nuestras desdichas. A ser posible lejos de aquí. Alemania no es un país geográficamente remoto, aunque lo sea en su desarrollo, solidez económica y decencia democrática que la alejan cada vez más de esta chalupa varada en el lodo del fracaso moral, el naufragio económico y la demagogia que es la España de Zapatero. Pero le vale a esa tropa de indocumentados que considera exótico todo lo que suceda fuera del patio zapateril. Quienes intentan presentar al presidente como una pobre víctima de los avatares internacionales del dinero, la codicia y la derecha, parecen haber encontrado ahora en Alemania el sustituto ideal de EE.UU. como adalid del mal. Washington, tan útil para estos menesteres mientras gobernaba el diabólico George Bush, dejó de prestarse desde que lo preside ese hombre tan bueno que se llama Barack Obama. Los más toscos de los trovadores mediáticos del Gran Timonel llevan ya meses quejándose de la perfidia de la canciller alemana Ángela Merkel. Además de democristiana, de por sí ya un serio delito para algunos, defiende los intereses de los alemanes y, por si fuera poco, esta señora fracasada según Zapatero, ha llevado al país al crecimiento sólido, a la caída del paro y a tal auge de la economía que empresarios y trabajadores ya casi no se acuerdan de la crisis. Esto es difícilmente tolerable para quienes por aquí intentan vendernos la milonga de que nuestros casi cinco millones de parados y nuestra quiebra general son producto de la fatalidad y la maldad ajena. De ahí que ya hayan decidido que, igual que Obama es buenísimo aunque le salga todo mal, Merkel es malísima porque le sale mucho bien. Y además la acusan de ser quien obligó al pobre Zapatero a imponer reformas y recortes y enfrentarle así a sus sindicalistas e izquierdistas extremos. Aunque también lo hiciera Obama. Y los dos con poco éxito porque tras los engaños y patrañas tan propias del Gobierno español, está claro que habrán de obligarlo a más reformas, si no quiere que la discusión sobre su posible exclusión de la zona euro comience a trasladarse del cóctel diplomático a la mesa de negociación. Pero los ataques a Alemania aumentan de tono. Ayer uno de los trovadores socialistas más sinuosos decía que «vuelve Alemania» y relacionaba este hecho con la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Ya sabemos que son capaces de todo, estas brigadas de la falacia de mañana, tarde y noche. Incluso de la infamia de sugerir no se sabe que veleidades a una jefa de Gobierno que defiende los intereses de sus ciudadanos igual que defiende una política europea que cuesta sumas ingentes a los alemanes. A unos contribuyentes que no saben por qué van a tener que pagar ellos el pato de los desaguisados griegos o españoles. En los últimos días ha escalado esta campaña hasta la difamación pura y dura con ayuda de la mentira. Todos los medios socialistas (TVE, RNE, etc.) tradujeron mal la intervención de Merkel ante las juventudes de la CDU para atribuirle una frase en la que decía que quienes no hablaran alemán no eran bienvenidos en Alemania. Lo que es rigurosamente falso. En realidad dijo todo lo contrario, que se esperaba de ellos que quisieran aprenderlo. Todo para llamarla xenófoba. Cabría pedirles a nuestros gobernantes que después de haber convertido a nuestro país en un lastre y socio indeseable, no lo erijan además en enemigo de quien ha sido siempre nuestro mayor aliado en Europa. Por coherente que sea con la herencia general que dejarán.

ABC - Opinión

Descomposición. Nuestro Balcanistán. Por José García Domínguez

Una carnicería ilegal, la que emprendió el compañero Solana sin encomendarse ni a Dios, ni al diablo, ni al Consejo de Seguridad de la ONU, que en nada contrariaría al beato Zapatero.

Si algún día los europeos, cuantos se dicen de izquierdas como sus iguales de la derecha, consiguieran aprender algo de la fascinación garrula que les suscita todo lo yanqui, tal vez descubrirían la máxima que rige las relaciones entre naciones desde que el mundo es mundo. A saber, que los países no tienen amigos permanentes, sino intereses permanentes. Es ésa una enseñanza muy simple que, sin embargo, a la Europa posmoderna le resulta difícil asimilar. Instalada en su feliz quimera kantiana de la paz universal, se empecina en ignorar que la fuerza constituye el argumento único del orden internacional. Así, en su gozosa regresión a la infancia, Europa quiere olvidar en qué consiste la esencia misma del poder, algo que los norteamericanos no dejan de tener presente jamás, ni un solo instante, nunca.

Por eso, al final, tuvieron que ser los misiles de la OTAN, y no unidades del continente, quienes arrasaran a sangre y fuego el Estado-nación de los eslavos del sur. Al igual que por eso, mientras los últimos soldados españoles abandonan hoy la difunta Yugoslavia, en los mapas emerge una minúscula mancha soberana llamada Kosovo. Y es que el poder, bien lo sabe el Imperio –responda por Obama o por Tea Party–, consiste en lograr que los demás hagan lo que uno quiere e impedir que procedan como ese mismo uno no quiere. De ahí, Kosovo. De ahí, la connivencia pasiva del Ejercito de España, por entonces fuerza invasora en aquella provincia serbia, con la UCHK, la banda de criminales de guerra que proclamó su secesión ilegal.

De ahí, en fin, la necedad de un pobre país en descomposición que ofrenda sus fuerzas armadas para destruir la integridad nacional de otro. Un glorioso precedente jurídico que, en su día, cuando también llegue el turno de diseccionar el Balcanistán de la península Ibérica, le servirá con tal de suicidarse conforme a derecho (internacional). Por cierto, una carnicería ilegal, la que emprendió el compañero Solana sin encomendarse ni a Dios, ni al diablo, ni al Consejo de Seguridad de la ONU, que en nada contrariaría al beato Zapatero. Ése mismo que acaba de sentenciar Chacón mediante: "Misión cumplida". Y tan cumplida, ya somos los siguientes de la lista.


Libertad Digital - Opinión

Democracia con decimales. Por M. Martín Ferrand

El 1,87 por ciento de los votos de las generales de 2008 permitirá a Zapatero sacar adelante los Presupuestos.

EN lo poco que de parlamentaria tiene la vida política nacional no suele lucir el ingenio dialéctico de sus protagonistas y, dentro de su escasez representativa, se trabaja con los decimales del oportunismo más rastrero, de espaldas a la intención de los votantes y con mecanismos más propios de una feria de ganado que de una Cámara en la que se venera y acata la voluntad nacional y ciudadana, el criterio de los contribuyentes. El cambalache que, sin mayores vergüenzas, han pactado el presidente del Gobierno de España y el del PNV junto con el establecido por Zapatero con el representante de Coalición Canaria, le aportan al PSOE una representación que supera el 43,97 por ciento de los votos emitidos en las últimas legislativas con el 1,19 que le «vende» el PNV y el 0,68 que le «alquila» CC. Visto en la distancia y sin llegar a la repugnancia democrática que podría producir el mercadeo representativo, el 1,87 por ciento de los votos emitidos en las generales de 2008 le permitirá a José Luis Rodríguez Zapatero sacar adelante los Presupuestos para 2011 y ponerse por montera, con un truco aritmético, la voluntad del PP, IU, CiU, UpyD, ERC y BNG. En la medida que la democracia sea un mero agregante aritmético estaremos en la legitimidad; pero, a nada que le exijamos unas gotas de sentido y sensibilidad, el pacto resulta obsceno.

Dado que no debe pedírsele a nadie lo que no tiene, José Luis Rodríguez Zapatero no puede brindarnos un gesto de elegancia democrática que, en su caso y dadas las graves circunstancias que afectan al Estado y a los ciudadanos, solo tendría dos formas posibles de ejecución: el mutis por el foro, bien fuera con la convocatoria anticipada de las legislativas o mediante su dimisión dentro del Grupo Socialista en el Congreso o, alternativamente, la generosa propuesta de un «pacto de Estado» para, con el PP, enfrentarse conjuntamente a una situación que es límite para el Estado, grave para la Nación e insufrible para los ciudadanos, especialmente para quienes no consiguen su primer empleo, están en el paro o subsisten con dificultades, pensiones misérrimas y subsidios limosneros. Resulta inmoral y atenta contra el bien general de España la anteposición que, unos y otros, hacen de los intereses concretos de sus partidos respectivos. Llegados al primum vivere, como hemos llegado, cualquier deriva filosófica o nostalgia ideológica resulta temeraria. España, hoy, necesita un Gobierno sólido, el respaldo representativo suficiente y la disposición ciudadana a salir de la situación que nos aflige. Todo lo demás oscila entre la irresponsabilidad y el buenismo.

ABC - Opinión

El Camino de Génova. Por Alfonso Ussía

Se abre un período confuso y difícil para el Partido Popular. El Camino de Génova tiene más peregrinos que el de Santiago o el de Santo Toribio, enclavado en el portento natural de Liébana. Se distingue a los peregrinos hacia Santiago o Santo Toribio por su decisión, su cansancio y sus mochilas. Los peregrinos a la calle Génova van mejor vestidos, encorbatados a lo Rajoy o descamisados a lo Moragas, y todos quedan felices y encantados después de abrazar al santo, que como Santiago, es gallego, barbado y nada proclive a mostrar sus cartas. Santiago en bronce, como el melancólico San Pedro de Roma, al que Rafael Alberti descubrió su hastío por los millones de besos que llevaba acumulados en sus pies. Y aquel Alberti, ateo en versión andaluza, le escribió unos versos portuenses en su «Roma, Peligro para Caminantes».
«Dí, Jesucristo, ¿por qué
me besan tanto los pies?
Soy San Pedro, aquí sentado,
en bronce inmovilizado.
No puedo mirar de lado,
ni pegar un puntapié,
pues tengo los pies gastados,
como ves.
Haz un milagro, Señor,
¡déjame bajar al río!
Volver a ser pescador…
que es lo mío».

Pero el santo de Génova, el peregrinado, es de carne y hueso. Se mantuvo digno en la soledad del olvido, y no lo besaron. Pocos besos recibió de mi parte, y muchos fustazos. Los tiempos cambian. No se adivinan peregrinos hacia La Moncloa, aquel camino antaño abarrotado de laicos solicitantes. Se mezclaban los banqueros con los cineastas, y los constructores con los sindicalistas. «Es mejor en la distancia corta», decían arrebolados. Entre unos y otros, disfrazados, también peregrinaban vetustos etarras. «Es un hombre de paz», afirmó el visitado después de abrazar el visitante Otegui. Bombazo en la Terminal-4 de Barajas.

El pueblo intuye. Y ha cambiado el Camino de La Moncloa por el Camino de Génova. Los buenos olfateadores del poder, lo huelen a distancia. Saben que ni el vergonzante y vergonzoso pacto con los nacionalistas vascos puede sostener durante dieciocho meses al antiguo visitado. Y peregrinan a la calle Génova, con un inesperado arrebato de fe. El dinero y el poder nunca se equivocan.

Las agendas de los despachos genoveses parecen manuscritos de Cela, con su letra menuda y clara aprovechando hasta los márgenes. El peregrinado es también peregrino, y se mueve por todos los rincones de España. Gran decepción en los visitantes que se topan con su despacho vacío. En los restaurantes altos y medios, los dirigentes del Partido Popular han vuelto a ser los mejor tratados. Y los poderosos ya no reservan comedores privados para esconderse con ellos. Ahora se esconden con los gobernantes socialistas, y buscan restaurantes en el extrarradio, y aún más allá.


–Ministro, ¿te viene bien a las 2:30 en «La Perdiz» de Despeñaperros?–;
–¿no podría ser más cerca?–;
–lo siento, ministro; si me descubren contigo a menos de doscientos kilómetros de Madrid, se me cae el pelo-;
–bueno, bueno, lo que tú digas–.


Nadie por el Camino de La Moncloa. Tráfico denso por el Camino de Génova. Como en 1982, con Calvo-Sotelo gobernando y Felipe González recibiendo. Así es la vida.

La Razón - Opinión

Inmigración. Merkel y un fantasma útil. Por Cristina Losada

La voluntad de exhibir a los alemanes como inveterados xenófobos y a Merkel como un trasunto de Wilders, el nuevo Le Pen de los progres, ya ha hecho de las suyas en nuestra prensa.

La canciller alemana acaba de proclamar el fracaso del multiculturalismo y sólo en parte lleva razón. Ese derivado del relativismo cultural no se propuso trazar un marco de convivencia en sociedades con altas tasas de inmigración. Lo que sí ha pretendido, y en esa función está más vivo que nunca, es penalizar a Occidente. Ahí hay que reconocerle el éxito. El sentimiento de culpa, tan netamente occidental, ha pavimentado el camino al credo "multiculti", con su rechazo a nuestra civilización y su negación de la universalidad de sus valores esenciales. Circula, como saber convencional, que Occidente carga ¡en exclusiva! con un historial de abusos y genocidios, nada tiene que enseñar a los demás y debe de pagar por el horror infligido. En suma, todas las culturas, salvo la nuestra, son dignas de admirarse y preservarse.

Ese sustrato ideológico cimenta la indignación que despierta, de forma sistemática, todo intento de regular la inmigración y de integrarla, que es a lo que Merkel apuntaba. En seguida se levanta un rugido de acusaciones. A los europeos que confiesan dificultades con los inmigrantes, se los excomulga por racistas. A los políticos que propugnan alguna solución, se les condena por instigar la xenofobia y por electoralismo. Buscan el voto de la extrema derecha, se denuncia. Como si Europa estuviera plagada de camisas negras. Y como si la izquierda no pretendiera cosechar lo suyo al agitar el espantajo de un renacimiento del racismo y el fascismo. Más aún. La aparición de esos viejos fantasmas tiene, para la izquierda, la gran virtud de acallar cualquier debate racional sobre los remedios adecuados para los problemas que genera una inmigración masiva. Y es que en ese punto se nos presenta in púribus.

La voluntad de exhibir a los alemanes como inveterados xenófobos y a Merkel como un trasunto de Wilders, el nuevo Le Pen de los progres, ya ha hecho de las suyas en nuestra prensa. Ha difundido, incluso, un error de traducción lamentable a propósito del aprendizaje del idioma. La canciller no anunció que se echará de Alemania a quienes no hablen alemán "de inmediato". Pero la frase dará vueltas y alimentará el mito del desplazamiento de los conservadores hacia la extrema derecha. Nuestra izquierda siempre aspira a que sean idénticos. Si se excitara menos con sus propias exageraciones y pensara más...no sería ella misma.


Libertad Digital - Opinión

Puertas al mar. Por Ignacio Camacho

Zapatero ha regalado un mar a los nacionalistas canarios. La tierra sólo es del viento y el mar, de quien se lo trabaje.

A cambio de dos votos, dos, que necesita para apuntalar su último año en el poder, Rodríguez Zapatero ha regalado un mar a los nacionalistas canarios. No un mar de competencias, que también, ni un mar de inversiones: un mar sin metáforas, un mar con sus orillas y sus oleajes y sus mareas y su espuma, un trozo de Océano Atlántico que naturalmente no es suyo, ni del presidente ni de Coalición Canaria, partido al que hasta no hace mucho los socialistas consideraban el epítome de la corrupción. Y se lo ha regalado así, graciosamente, con generosidad, donosura, complacencia y buen talante, como esos seductores efectistas que prometen la luna a su objeto de deseo. ¿Queréis un nuevo estatuto? Pues tendréis un nuevo estatuto. ¿Queréis las políticas de empleo? Pues tomad las políticas de empleo. ¿Queréis la inspección de trabajo? Pues la inspección de trabajo enterita para vosotros, faltaría más. ¿Queréis también el mar? Pues el mar es vuestro, cómo no, servíroslo vosotros mismos, que lo nuestro es pasar a la Historia haciendo caminos sobre la mar. Qué es por ventura el mar, por qué fascina, se preguntaba Benedetti. Qué significa un mar de más o de menos en el marco feliz de un acuerdo de colaboración tan satisfactoria. Todo para vosotros, con sus peces de colores. Prestadme vuestros dos votos y quedáos con el mar, como si queréis ponerle puertas, que los puertos ya los tenéis también, y os los entregó Aznar, por cierto.

El llamado Mar de Canarias, formado por las supuestas aguas territoriales entre las islas del archipiélago, es una entelequia que forma parte del bucle melancólico del soberanismo isleño. No está reconocido por el Derecho Internacional ni figura en el Estatuto de Autonomía. Al comprometerse a su delimitación para que pase a formar parte de las competencias insulares, el Gobierno de España se va a meter en un galimatías jurídico de primer nivel, probablemente en un supuesto de nacionalización unilateral de aguas internacionales, que además equivale a reconocerle a un territorio autonómico rango de Estado propio. Minucias de leguleyos. Nada de eso parece importarle a un presidente capaz de despachar asuntos así en menos de un par de horas de cordial entente con el virrey canario. Si la nación española le parecía un concepto discutido y discutible, esto del mar archipelágico se le debe antojar un arcano tan abstracto como el sexo de los ángeles. En su concepto adanista de demiurgo no caben delimitaciones previas, ni fronteras preexistentes, ni tratados convencionales. Todo eso forma parte de un mundo mal hecho y mal repartido. La tierra sólo es del viento y el mar, de quien se lo trabaje.

ABC - Opinión

Menores desprotegidos

La violencia de género está conociendo estos días un salto cuantitativo, pero también cualitativo, ya que al número de víctimas adultas hay que sumar el de los niños que son asesinados junto a sus madres a manos de sus parejas. Ayer mismo, en Tarragona, fueron encontrados los cadáveres de dos niños, de unos tres y cinco años, junto al de su progenitora. Todo apunta a que el autor de los crímenes ha sido el marido, que ya había sido detenido anteriormente por malos tratos. En lo que va de año, al menos once menores –cuatro de ellos en lo que va de mes– han muerto como consecuencia de malos tratos en la familia. Las cifras aumentan escandalosamente si se cuantifica el número de menores que conviven habitualmente con el maltrato. Según la organización Save the Children, alrededor de 800.000 niños son víctimas de violencia de género en España, puesto que en sus hogares se ha instalado como una cotidianeidad más del día el maltrato hacia la mujer. Estamos hablando de un colectivo singularmente frágil y desprotegido que está en el epicentro de este drama, a menudo como testigos mudos de la tragedia.

Lo cierto es que la Ley Integral contra la Violencia de Género, además de ofrecer unos resultados decepcionantes –cabe recordar que ya se ha superado el número de víctimas de 2009 hasta llegar a día de hoy a 57–, tiene una laguna injustificable: si en algún momento el Ministerio de Igualdad se planteó algún tipo de ayuda que contemplase medidas específicas para los niños que viven en hogares estigmatizados por el maltrato, esa iniciativa se ha guardado en un cajón. El pasado 16 de octubre se desveló en La Razón que el departamento de Bibiana Aído había eliminado la partida de atención especializada a menores víctimas de violencia de género, una decisión que sólo se puede calificar como un error garrafal y que dice mucho de su incapacidad como gestora política de la violencia de género.

Desde el Ministerio de Igualdad, uno de los más propagandísticos de la historia reciente de España, siempre hay palabras y gestos para condenar la violencia de género. Sin embargo, falta claridad de ideas, presupuesto y tenacidad para erradicar esta tragedia social. Bibiana Aído y sus asesores tienen demasiados deberes pendientes que urgen ser solventados. Evidentemente, las cifras así lo demuestran: las políticas contra la violencia de género están mal enfocadas, puesto que, lejos de menguar el número de mujeres asesinadas, aumenta. Y, desde luego, cualquier medida contra este tipo de violencia debe contemplar a la infancia. No sólo por los niños que puedan morir, también por los cientos de miles que arrastrarán una secuela psicológica para el resto de sus vidas, puesto que las consecuencias de este tipo de delito en los menores alcanzan, si no se hace un trabajo riguroso de seguimiento, un impacto mayúsculo en su formación. Cabe recordar a Igualdad que los principales estudios psicológicos abundan en que las personas que son sometidas a la violencia de género en su niñez son potenciales maltratadores en su vida adulta. Es de desear que Igualdad demuestre de una vez por todas su voluntad política para priorizar esta lacra social que afecta a miles de inocentes cada año.


La Razón - Editorial

Pleno al quince por dos escaños

Este inexplicable hecho nos lleva a pedir nuevamente una reforma en el sistema electoral que imposibilite que pequeñas minorías regionales se conviertan en árbitros para la gobernabilidad de toda la nación.

José Luis Rodríguez Zapatero sigue con su huida hacia delante para escapar de lo que parece ya su inevitable sino: salir de la Moncloa por la puerta de trasera después de haber dejado el país hecho un solar. A la desesperada por ganar apoyos que le permitan retener cómodamente el poder hasta el último día de la legislatura ha cerrado dos pactos in extremis con dos formaciones regionales. La primera con el PNV por un puñado de votos, la segunda con Coalición Canaria por dos simples escaños que, sin embargo, son vitales para su tranquilidad parlamentaria, que es, en última instancia, de lo que trata todo esto.

A los nacionalistas canarios les ha hecho un apaño a la medida, lesivo para los intereses generales de España pero muy beneficioso para ambas castas políticas. Paulino Rivero se vuelve a las islas con todas sus demandas satisfechas, incluidas aquellas que el propio PSOE tiene paralizadas en Canarias como es el caso del nuevo estatuto regional. A diferencia del vasco, que descartó un pacto de legislatura insinuando que el PNV seguirá exigiendo prebendas, Rivero ha incidido en la estabilidad institucional que, según él, es imprescindible para superar la crisis económica.

El hecho es que acuerdos como el que Gobierno ha tomado en la última semana más que ayudar a superar la crisis la harán más duradera y penosa. No existe, como dijo Milton Friedman, nada parecido a un almuerzo gratis. Lo que los políticos canarios, vascos o catalanes se lleven de la caja lo harán a costa de otras regiones porque en política, a diferencia de lo que sucede en una economía libre, la riqueza sí es un bien dado. El manguerazo millonario de inversiones que Zapatero ha prometido para el archipiélago canario, algunas realmente curiosas como los 20 millones destinados a desarrollar el ferrocarril en islas como Gran Canaria y Tenerife, que nunca antes habían tenido este medio de transporte por su pequeño tamaño, tendrá que descontarse del haber de otras regiones donde sí que hay proyectos urgentes y necesarios esperando desde hace años.

Al margen de los multimillonarios regalos que Zapatero hace alegremente con el dinero de todos los contribuyentes, y que vienen a ser la dote matrimonial que acompaña al acuerdo, lo más difícilmente reparable de estos arreglos es el alto nivel de desvertebración nacional que conlleva la demagogia zapateresca. Así, si en el pacto con el PNV hubimos de asistir al rebautismo de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa por topónimos inventados por Sabino Arana, en el que ha suscrito con Coalición Canaria contemplamos cómo las aguas interinsulares pasan a ser conocidas, al menos a título interior, como "aguas canarias". Se desconocen aún las derivaciones legales de esa nueva denominación y si en algo se diferencias de las del resto de España.

Tras esta patética maniobra para amarrarse a la poltrona, lo que trasciende es bastante menos importante que lo que no lo hace. El estatuto canario, por ejemplo, podrá reanudar su marcha con nuevas exigencias y peticiones expresas de trato favorable a costa de otras regiones del país. Eso quedará para el próximo año y se habrá conseguido con sólo dos escaños de los 350 con los que cuenta la Cámara Baja.

Este inexplicable hecho nos lleva a pedir nuevamente una reforma en el sistema electoral que imposibilite que pequeñas minorías regionales se conviertan en árbitros para la gobernabilidad de toda la nación. Y si eso no es posible, al menos que se alcance un acuerdo de Estado entre los dos grandes partidos para frenar esta absurda sangría de legitimidad y competencias que está acabando con la administración central, la única en la que todos los españoles podemos mirarnos de igual a igual.


Libertad Digital - Editorial

Bienestar en peligro

El bienestar generado por la economía social de mercado alcanza ya el límite de sus posibilidades. Es preciso actuar con sentido de la responsabilidad.

LOS graves incidentes en Francia con motivo de la reforma de las pensiones que impulsa Nicolas Sarkozy son algo más que una protesta callejera contra una medida concreta: está en cuestión el futuro del Estado de bienestar, porque la crisis económica ha hecho saltar todas las alarmas sobre un sistema que se sostenía con dificultad en tiempos de bonanza y que ahora es incapaz de cumplir con las expectativas suscitadas. El llamado «estado social» ha cumplido una etapa positiva para la estabilidad socioeconómica en la Europa de la segunda posguerra. Sin embargo, ya la crisis de los setenta puso de relieve que los recursos nunca son suficientes para atender todas las necesidades y que el desmedido intervencionismo del Estado genera un exceso de burocracia y déficit público. Ahora, las circunstancias son dramáticas, ya que afectan a elementos determinantes, como las pensiones, y pronto podrían alcanzar a las prestaciones sanitarias o educativas que definen la sociedad del bienestar. Sarkozy afronta con valor un problema complejo frente a una reacción sindical que prefiere seguir mirando a corto plazo, sin atender a las consecuencias futuras. El bienestar generado por la economía social de mercado alcanza ya el límite de sus posibilidades. Es preciso actuar con sentido de la responsabilidad desde todos los frentes —político, empresarial y sindical— para racionalizar el sistema y ofrecer soluciones realistas. En España, Rodríguez Zapatero actúa tarde y mal, con una evidente falta de convicción en las medidas que se ve obligado a adoptar, porque le han sido impuestas desde las más altas instancias internacionales. Si no fuera presidente del Gobierno, es más que probable que ejercería una oposición sin límites contra esos mismos recortes. No basta con subir los impuestos un día sí y otro también, ni con hacer declaraciones voluntaristas sobre una luz al final del túnel que no se atisba por ningún sitio. Por supuesto, hay que atender a las señales de alarma sobre el déficit público y tomar las medidas adecuadas. En todo caso, el problema va más allá de una coyuntura particular, puesto que se trata de hacer viables el presente y el futuro de muchos millones de ciudadanos, para lo cual es urgente realizar una correcta evaluación de las necesidades y de los recursos disponibles.

ABC - Editorial

lunes, 18 de octubre de 2010

El pacto de estado. Por César Alonso de los Ríos

La «estrategia» de Zapatero ha consistido en crear el Estado Confederal que anunció desde el comienzo. Las «tácticas», hacerlo en las mejores condiciones para el PSOE. Así, en Cataluña ha pactado con CiU el Estatut teniendo a Montilla al frente de la Generalitat y en el País Vasco ha negociado con el PNV el futuro teniendo a Patxi López como lendakari. Con Basagoiti de hombre bueno. Lo he explicado hasta el aburrimiento. Inútil. Aquí apuntas al cielo y te miran al dedo. Son cosas que no se aprenden en las oposiciones de notarías o registros. Esto hay que mamarlo en los partidos. La izquierda lo hace.

Desde el punto de vista de CiU y el PNV la identificación con Zapatero ha sido total. Siempre ha prevalecido para ellos el soberanismo (la estrategia) por encima de objetivos inmediatos como pueden serlo los poderes territoriales (la táctica). En definitiva, Zapatero y los nacionalistas siempre han estado de acuerdo con el proceso global mientras cada uno trataba de conseguir las mejores posiciones. Pero, al final, los nacionalistas y los socialistas han estado siempre en el mismo lado frente al enemigo común, esto es, el PP como defensor del viejo Estado corregidos ciertamente por la Constitución y la práctica de estos treinta últimos años.

Dicho esto, el PNV estaba obligado a prolongar la permanencia de Zapatero en Moncloa. En su vuelta a Vitoria deberá ultimar la definición del País Vasco (Euzkadi, con perdón) mientras CiU recupera el poder en Cataluña (Catalunya) y, de este modo, el Estado nuevo será la expresión más ajustada de la nación de naciones que preconizan Zapatero y los socialistas. Después de estas acotaciones elementales pero necesarias ¿queda más claro todo para los estrategas del PP? ¿Lo entenderán ya Mariano Rajoy y su equipo? Es posible que este pacto sea el «epitafio» de Zapatero pero, desgraciadamente, no del Estado confederal.


ABC - Opinión

Zapatero. El nuevo señor de Bembibre. Por Agapito Maestre

Zapatero ha dicho una cosa plausible; a saber, "el problema de Rajoy es que no hace nada, y que nadie sabe lo que quiere hacer". Terrible. Zapatero es preciso. Contundente. Zapatero se prepara para ganarle las elecciones a Rajoy.

Zapatero ha reaparecido en el Bierzo como un nuevo señor de Bembibre. El paisaje y las palabras de Zapatero me han recordado la candorosa e infantil novela de Enrique Gil, El señor de Bembibre, la mejor colección de paisajes que hizo el siglo XIX de Ponferrada y su entorno. Todo en esta novela es incoherente y extraño, raro y confuso, excepto el paisaje que no cambia. Situada la fábula de la novela en la Edad Media, lo decisivo es el retrato romántico de la Naturaleza. La naturaleza es sólo naturaleza. Siempre está igual a lo largo de los siglos. Las variantes son mínimas. Siempre estarán ahí las arboledas y las umbrías, la calma de las lagunas y el verdor de la orilla del Sil.

En un paisaje de otoño y, como diría Azorín, en la melancólica tierra del Bierzo, Zapatero quiso sentar sus reales enseñanzas. Sus conquistas políticas, es decir, su entrega al destrozo de la nación. Habló con parsimonia a la vez que retaba al jefe de la oposición. Quería escenificar con toda pompa y orgullo que está "sobrado de fuerzas". Apareció relajado. Tranquilo. Acorde con el domingo suave y otoñal del Bierzo. Le importa una higa lo que pase en España. Él ya tiene asegurado año y medio de poder.


Mientras tanto, seguirá ayudando a la independencia del País Vasco, naturalmente costeada por el resto de los españoles como ya hecho con Cataluña. Mantendrá el cambalache con los asesinos de ETA y proseguirá su tarea con descaro y alevosía para que los batasunos sigan en los ayuntamientos. Protege y garantiza el curso inexorable y terrible de las leyes ideológicas, como la de la "memoria histórica", que él ha potenciado mirando al futuro de su partido; se trata de seguir acumulando odio, resentimiento e ira suficiente, en fin, un "capital político" revolucionario que le permita legitimar, en el futuro, una perpetúa venganza contra quienes alguna vez osaron ganarle una batalla a la izquierda.

Y, además, en el Bierzo, Zapatero ha dicho una cosa plausible; a saber, "el problema de Rajoy es que no hace nada, y que nadie sabe lo que quiere hacer". Terrible. Zapatero es preciso. Contundente. Zapatero se prepara para ganarle las elecciones a Rajoy. Pudiera ser verdad que los líderes del PP se hundieran un poco en sus silencios, pero, en verdad, dudo de que Zapatero se crea algo de lo que ha dicho en Ponferrada. El otoño, su otoño, ha comenzado. Tendrá que atravesar un duro invierno y, quizá, al final no habrá para él primavera, porque la "Naturaleza entera", cuando habla Zapatero en el Bierzo, parece despedirse del tiempo alegre, como en la novela del Señor de Bembribe, y prepararse para los largos y oscuros lutos del invierno.

¡Quién sabe!


Libertad Digital - Opinión