Lo que salta a primera vista es que el electorado ha coincidido en un nuevo correctivo a la izquierda. No ha habido premio, sino punición, para la socialdemocracia, que había de solventar una crisis económica generada -según su diagnóstico- por las perversidades del capitalismo. La recesión -según las tendencias del voto- tendrá una gestión más efectiva y capaz en manos del centro-derecha. De ahí el incremento de la confianza en los partidos nacionales -el PP, por ejemplo- que son parte del Partido Popular Europeo, una trabazón muy experta con dosis democristianas y liberal-conservadoras. Son 267 escaños -de 736- para el centro-derecha en su sentido más amplio y positivo. Reforzado en su presencia parlamentaria y con los Liberales Demócratas -81 escaños- que se declaran dispuestos a la colaboración, el PPE tiene ahora la responsabilidad de decir cosas claras y prácticas sobre la recesión económica. En el fondo, debiera importar más reactivar la agenda de innovación económica que proseguir con legislaciones climáticas o ensimismamientos constitucionales.
Es un PPE en el que ahora tienen mucho peso italianos, polacos y también españoles. Le corresponde favorecer un clima político-institucional que salga al paso de las dificultades económicas mientras el socialismo europeo -con 159 escaños- se preserva en la perplejidad de su desubicación literal, esté en el poder o en la oposición. En la fase que se inicia, la cogestión de soberanías será el «modus vivendi» frente a la volatilidad gaseosa del eurofederalismo. De nuevo no está de más reivindicar postulados realistas, pragmáticos y con base empírica. La inteligencia política mejoraría sus resultados de aplicarse a no caer de nuevo en la vieja y tan retórica contraposición entre la Europa federal y las naciones-Estado que son sus elementos constitutivos.
Dicho de otro modo: en esta nueva fase, las cosas pudieran ir orbitando más en torno a un Consejo Europeo -jefes de Estado y de gobierno- en el que Sarkozy y Merkel articulen sus sistemas planetarios. Ahora que los federalistas se rasgan las vestiduras y el euroescepticismo patriotero ocupa sus escaños, la responsabilidad del PPE es mayor que nunca, especialmente a la hora de matizar sus consensos con los escaños del socialismo, pero sobre todo porque si acierta en transmitir esfuerzos e iniciativas frente a la recesión no sólo habrá reafirmado la confianza de quienes le votaron: puede significar el relanzamiento de la Unión Europea en un momento en que tanto se habla de la hegemonía económica de un G-2 compuesto exclusivamente por Washington y Pekín.
ABC - Opinión
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